Contactando con el pasado

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Sandra se quedó mirando la pantalla por más de cinco minutos, como si se hubiera congelado, realmente no podía creer que le había encontrado. Tras recuperarse y serenarse, fue a su perfil y checó su información de contacto. Como toda persona normal, no añadiría su teléfono ni su dirección. Al fin y al cabo era Facebook, una red poco segura si la analizamos bien. Entonces Sandra recurrió al último recurso: enviarle un mensaje privado. No era la mejor manera de poner sobre la mesa un tema tan delicado, ¿pero qué otra opción tenía? Decidió no perder el tiempo y escribir desde el perfil de Carmen.


[Mensaje de Carmen Villalba:

Buenas tardes.

 Antes déjeme aclararle que la que escribe este mensaje no es su conocida Carmen, sino Sandra, su compañera de trabajo. Necesitaba contactar con usted de forma urgente y la única forma que logré hacerlo es hackeando su cuenta, ya que ella no está en condiciones para darme acceso a ella. Sé que usted y ella tuvieron un romance hace tiempo, y basándome en ese hecho me tomo la osadía de pedir que contacte conmigo para ayudar a Carmen, la cual se halla en un estado grave de salud. No puedo darle los detalles aquí, ya que sería muy largo de contar. Le ofrezco más abajo mi número de teléfono para que me llame y concordemos en vernos.

Realmente espero que me llame, ya que la vida de Carmen está en juego...]

Sandra adjuntó su número y dio a {Enviar}. Hecho esto, cerró la cuenta de Carmen. Mirando su reloj, vio que era muy tarde ya. Se acercó a Chelsy y a su marido para agradecerles por todo y se despidió de ellos. De camino a casa estuvo toda de nervios. Ya no podía hacer nada más, pero sentía la necesidad de mover cielo y tierra para ayudar a Carmen. 

''Por favor que me llame. Que me llame.''


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– ¿Cómo te sientes hoy Carmen?

Carmen dejó de observar la oscura noche que presumía a través de la ventana, y observó a su doctora. Era una mujer guapa, de cabello rubio corto y unos ojos azules saltones. Cuando sonreía, los hoyuelos hacía ademán de acompañar su expresión. Parecía muy joven, pero su semblante delatada su larga experiencia.

–Peor que ayer. Pero estoy mejor que mañana– respondió con voz neutra.

– Son los medicamentos. Y no hables así, estoy segura que mañana te sentirás mejor.

– Doctora, agradezco su entusiasmo diario para intentar animar mi estado de ánimo, pero creo que ya hizo suficiente. Mejor váyase a descansar.

La dra. Jane observó a la paciente. No era suya por encargo, pero el dr. Marcos compartió con ella el caso, y Jane no pudo evitar meterse al ver a la mujer. No sabía por qué, pero necesitaba que ella se salve, esos hermosos ojos necesitaban brillar, no apagarse como estaban haciendo día a día. Necesitaba resistir. Luchar.

– Déjame esa elección a mi Carmen. Eres una mujer muy hermosa, y esa tristeza reflejada en tu rostro es un pecado para mí. ¿Por qué no haces un esfuerzo en intentar mejorar? No todo el trabajo recae en nosotros, tú también tienes que aportar.

Carmen la miró a los ojos y con voz totalmente muerta dijo– Es que yo no quiero mejorar. Y referente al pecado, no creo en Dios.

– ¿Por qué no crees en Dios? Si puedo preguntar, claro.

– Nunca dio muestras de presencia en mi vida. Y todo aquello que una persona ni ve ni siente, no puede creer que exista. Lo busqué por bastante tiempo, pero él nunca hizo ademán de intentar demostrarme que estaba allí, para mí. Así que llegué la conclusión de que Él no existe, al menos no para mí.– Jane se quedó callada, no supo qué responder.– Doctora, se sincera conmigo. ¿Me estoy muriendo?–  Jane otra vez no respondió – Por su silencio, figuro que la respuesta es positiva.

–Aún hay esperanza, es cuestión de encontrar a un...

Pero Carmen volvió a apartar la vista de ella. Se volvió a enfocar en la ventana que solo mostraba la oscuridad. Ya no aguantaba la luz de la vida, necesitaba apagarse ya. Cuanto antes ocurriera, mejor. Cerró los ojos, intentando vagamente escabullirse a un mundo paralelo, donde no se encuentra ni ella, ni la doctora, ni el hospital. Donde hubiera solo una cosa, la nada.

"Cuándo se va a acabar esto, cuándo"

–Doctora, de verdad, váyase a descansar.


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Sandra después de avanzar en los archivos pendientes de su trabajo, quedó dormida en el sofá con la televisión puesta. Un repentino ruido la despertó y le tomó alrededor de un minuto para entender de dónde provenía el sonido. La estaban llamando. Cuando miró la hora, maldijo internamente: las 4 de la mañana. Cogió su teléfono y miró el número, era desconocido. Con cautela y voz totalmente cansada respondió.

–¿Sí? ¿Sabe la hora que es?

–¿Es usted Sandra? – inquirió una voz masculina.

–Sí. ¿Quién es?

–Soy Lucas Casbello. Usted me contactó mediante el perfil de Carmen.

Sandra se enderezó enseguida. No lo pudo creer, la llamó. ¡Dio con él!

– Sí. Necesitaba hablar con usted sobre ella.

-¿Qué ocurre con ella? ¿Pasó algo?

–Esta hospitalizada, en un estado grave.

–¿Pero qué tiene? ¿Está enferma? ¿Tuvo un accidente?

–Ella...se intentó suicidar. Si no la hubiera encontrado a tiempo, habría muerto.

Lucas se quedó callado, Sandra figuró que estaba procesando la información, así que esperó a que él reaccionara. Después de lo que pareció una eternidad, habló:

–¿Por qué lo hizo? Ella...no es de esa clase de personas.

–Es mejor que nos veamos para explicarle todo. Por teléfono sería complicado de contar. Además, tengo algo que explicará mejor que cualquier cosa. ¿Qué le parece si nos vemos en el restaurante ''VillaDeAlba'' a las cuatro de la tarde?

–Me parece perfecto. Allí estaré. Buenas noches. Y...gracias por contactar conmigo.

- Gracias a usted. Buenas noches.

Sandra colgó. Ordenó todos los papeles esparcidos por el suelo y se fue a la cama a dormir, algo le decía que mañana le tocaría una larga tarde con Lucas. Además, antes que explicarle nada, le iba a dar la carta de Carmen para que la lea....

Me pregunto si a Carmen le gustará la idea de que Lucas la lea.

Pero tampoco iba a decírselo, no tenía tiempo para ello. 

Mi última carta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora