Lucas's POV
Entré al hospital como si fuera impulsado por un rayo. Sabía que estaba dejando a Sandra atrás, pero no podía aminorar mi paso ni un poco, necesitaba saber de Carmen. Busqué la mesa de recepción con mi mirada y la hallé a la derecha de la puerta, me lancé y con voz temblorosa pregunté por ella.
– ¿Es usted familiar o alguien cercano?
–Soy...su pareja.– Conocía las reglas de los hospitales. No revelaban información a cualquier extraño, a menos que sea alguien cercano al paciente. Además, yo fui su novio, por tanto la cercanía esta justificada.
–Se encuentra en la habitación Nº 568, 4º piso.
– Gracias– logré decir. Antes de volver a lanzarme al ascensor, sentí una mano agarrando mi brazo. Me di la vuelta, era Sandra.
– Tienes que calmarte, tu estado de alteración no ayudará a nadie en esta situación. – y apretó aún más su agarre, para enfatizar –por favor.
Asentí lentamente y respiré hondamente, necesitaba tranquilizarme, ella tenía razón. Sandra viendo que me estaba calmando, soltó mi brazo y me condujo al ascensor. Pulsó Nº 4 y esperamos a que se elevara. Miles de pensamientos corrían por mi mente, y todas paraban en la idea de un ''paro cardiaco''. Cerré mis ojos y recé a quien sea que rige este mundo a que cuide de Carmen, que no le permita...No, ni siquiera puedo pronunciar esta palabra, ella vivirá, ella debe vivir.
Ella IBA a vivir.
Por fin llegando al cuarto piso, esperé a que Sandra saliera para ir tras ella,y así evitar lanzarme otra vez como un demonio por los pasillos. El espacio era amplio, pero con poca gente deambulando, las paredes eran blancas (lo normal de un hospital) y con pocas ventanas. Las puertas eran en cambio metálicas (algo raro) y solo había un cartel en ellas con el número de la habitación. Estábamos delante de Nº 554. Pero Sandra ya se sabía el camino bien, ya que caminó sin siquiera detenerse a comprobar el número. 566...567...y aquí estaba, 568. Cuando quisimos entrar, la recepcionista (otra chica) nos llamó y dijo que no podíamos entrar.
– La paciente sufrió un paro cardíaco. La tuvieron que llevar a la sala de cirugía para practicarle una revascularización coronaria.
– ¿Pero esto cuánto tardará?– preguntó Sandra antes de que lo preguntase yo.
– Depende del estado de la misma paciente, pero por lo general una hora. Mientras tanto siéntense aquí y esperan a las noticias del doctor que la atiende.
Los dos asentimos y nos sentamos en las sillas más cercanas que encontramos. Coloqué mi rostro entre mis manos y suspiré. Todo va a salir bien, me decía, ella estará bien. Necesitaba calmarme. Además, si sigo el libro que leí, "El Secreto", malos pensamientos atraen malas acciones. Debía pensar solo positivamente. Ella iba a salir de esta, era una mujer fuerte.
– Cuéntame sobre ella.
Levanté la cabeza y miré a Sandra un poco confundido.
– Es para matar el tiempo, porque estando así en silencio nos vamos a volver locos. Cuéntame cómo era Carmen cuando estabais juntos.
Me enderecé y reflexioné un momento, y allí un flujo de recuerdos me inundaron y sin recordar exactamente cuándo, las palabras empezaron a salir por sí mismas:
"Ella era lo opuesto a lo que un chico de diecisiete años esperaba encontrar en una chica. Ella era hermosa a su manera, y si quisiera, hubiera podido destacar entra la multitud de chicas falsas que solo sabían pintarse los labios y vestir shorts que dejan poco a la fantasía para llamar la atención de un chico; ella no. Carmen con su intento de pretender ser una persona fantasma, que nadie la note, logró totalmente lo contrario en mí; no solo la noté, sino que terminó destacando por encima de todas. Recuerdo que solía observarla mientras ella escribía cosas en su cuaderno un poco viejo de color rosa. Yo noté que cuando ella escribía Dios sabe qué en él, siempre terminaba sonriendo, y esa sonrisa era tan sincera y tan pura, que terminaba provocando revuelcos en mi estómago y como un tonto yo sonreía también. Ella nunca me descubrió observándola, ya que me sentaba a tres mesas y una fila de ella, pero para mí era mejor. – al recordar me reí – Resultó más tarde que ese cuaderno era donde ella me dedicaba poemas.

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Mi última carta
ContoIntenté ser fuerte, pero fracasé... Hola desconocido, o desconocida. O quizás yo te conozca. A estas alturas, ¿A quién le importa? Si encontraste esta carta, es porque estoy muerta, o al menos voy a estarlo. Es probable que hayas encontrado mi c...