Momento...

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Carmen...Carmen

Lucas estaba inquieto. La visita de Juan le alteró muchísimo, sobre todo al darse cuenta de que Juan no tenía planeado retirar su denuncia. Necesitaba ver a Carmen, la ansiedad lo estaba matando. Paseó por la celda de un lado para otro, y así repitiendo el proceso mil veces. Pasaba sus dedos por el cabello ya revuelto y algo sucio, en un intento de calmar sus nervios. Estaba al borde de perder su control. Si pudiera, escaparía.

Deja de divagar. No estás en una telenovela donde por arte de magia encuentras una forma de escapar. Mejor busca la manera de negociar tu libertad.

Lucas suspiró y se acercó a las rejas y apoyó su frente en ellas. Fue un estúpido, lo reconoció. No debió haber pegado de tal forma a Juan, no porque no se lo merecía, sino porque lo hizo en un lugar público. Era claro que lo iban a detener. ¿Por qué no me controlé? Pensó enfadado Lucas consigo mismo.

Si se hubiera controlado, ahora estaría apoyandola, estar junto a ella. Ella sabría que no está sola en esto, que lo tiene a él. Pero lleva ya días sin su presencia, y Lucas no podía evitar pensar que se sentía sola. Aunque solo fuera producto de su imaginación.

Carmen...Lo siento.

*********

La luz...me estoy acercando más a ella. Es tan débil y tan hermosa. Quiero tocarla, perderme en ella. ¿Por qué me acerco de forma tan lenta a ella? Ahora quiero llegar lo más antes posible. Pude darme la vuelta y detrás de mí, veo imágenes difusas. Distingo una casa, luego se muestra otra imágen de dos personas mirándome con tristeza. Es una mujer y un hombre, de alturas muy desproporcionales. Dios mío, son mis padres. Sí, la imagen se aclara y puedo ver sus rostros. Mi padre tiene los ojos apagados y mi madre todo su ser. Me miran con tristeza y resignación. ¿Por qué?

Se va la imagen y aparece otra. Es Lucas. Lucas, regresaste. Pero él me mira con tristeza también. Y se acerca a él Juan. Los dos se miran y me devuelven la misma mirada: de dolor y pérdida. ¿Qué ocurre? ¿Por qué están todos tristes? Intento acercarme a ellos, pero no puedo. Mis padres aparecen de la nada y se unen al mismo canto de mirada. Me miran como si fuera una estatua, como si no me oyeran. Les intento gritar; solo silencio sale de mí. Estoy confundida.

Veo corriendo un niño pequeño. Tiene el cabello oscuro y sus ojos, dios mío, es de un hermoso color azul marino. Me recuerdan tanto a Lucas...

Es mi hijo.

Quiero acercarme a él pero no puedo. Él correo feliz hacia Lucas y este lo recoge en sus brazos, abrazandolo y llenándolo de amor. Los dos me miran de nuevo, y veo en ellos otra vez la mortal tristeza. ¡No! ¡Lo que sea pero mi niño no debe estar triste!

Me siento alejar, ellos van desapareciendo poco a poco y otra lluvia de imágenes van desfilando delante de mis ojos, con mucha rapidez. Personas, lugares, todo tan conocido para mí.

¿No será...?

Me estoy acercando a la luz, me está cegando la vista y no logro ver más las imágenes. De repente siento paz. Sí...por fin. Ya nada me importa, logro sentir lo que tanto he ansiado. Felicidad. Cierro los ojos y me dejor perder en ella.

Por fin llegó la tan esperada tranquilidad.

********


Sr. Villalobos se sucumbió otra vez al sueño, hasta que otro canto fuerte de "toc-toc" en la puerta le despertaron bruscamente. Maldijo todo lo existente y con voz algo rabiosa hizo pasar a la persona. Entró una enfermera algo sudada. Habrá corrido.

Mi última carta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora