La búsqueda de lo perdido

6K 825 36
                                    


Sandra estaba desesperada. Ya habían pasado dos semanas desde que Carmen estaba hospitalizada, y seguía sin poder contactar con Lucas. El número hallado en la agenda de Carmen era un número ya fuera del servicio; probablemente él lo había cambiado hace tiempo. Y no encontró ninguna dirección de su domicilio.

''Maldición, es posible que el hombre se haya mudado del país'' pensó agriamente Sandra.

El estado de Carmen no mejoraba. Lograron hacerle un lavado de estómago a tiempo, pero eso no evitó las futuras consecuencias de tales sustancias tóxicas. Todas las veces que Sandra la visitaba, o era su percepción, o ella se iba debilitando cada vez más y más. Y es que su actitud tampoco ayudaba; no luchaba, no resistía, como si solo esperara lo inevitable. No sonreía ni miraba a Sandra a los ojos, simplemente enfocaba su vista en la ventana próxima que daba una vista al cielo durante el día. Verla en este estado entristecía a Sandra, hasta tal punto que varias veces lloró al salir de su habitación. Era espantoso ver a una persona morir y sin poder hacer nada al respecto.

Un viernes solitario por la noche, descansando tras una jornada larga en la oficina, decidió distraerse con Internet. Entró en su cuenta de Facebook, a la cual llevaba meses sin entrar, y de repente le vino una idea tan clara que casi se le cae el ordenador de su regazo. Buscó la cuenta de Carmen y tras unos minutos de intensa búsqueda, la halló. Su cuenta estaba protegida y no podía vislumbrar a sus amigos. Agregarla no tenía sentido porque el ánimo de Carmen no estaba para conectarse online.

-¡Diablos!- exclamó frustrada Sandra.

Pero luego recordó que el esposo de su compañera de trabajo era un informático. Tiró su ordenador al sofá de un golpe y corrió a por su teléfono. Marcó el número de su compañera y esperó la respuesta:

– ¿Diga?

– Hola Chelsy. Soy Sandra. Necesito pedirte un favor.

–Hola cariño. Sí claro, dime.

– Tu marido es informático, ¿no?

– Sí.

– ¿Puede hackear una cuenta? Créeme que es de suma importancia. Es por lo de Carmen.

 – Ah sí. Creo que sí puede. Hablaré con él.

– ¿Está tu marido en casa ahora?

– Sí. ¿Por qué?

– Es que necesito hacerlo para hoy mismo. Enserio Chelsy es muy urgente.

– Bueno, vale. Ven dentro de una hora, mientras él come y mira un poco la tele. Para estar despejado y un poco fresco.

– Ok. Gracias enserio.

– De nada. Nos vemos a rato.

Sandra colgó y corrió a arreglarse un poco. Todo lo hacía con un solo pensamiento.

''Que todo esto de fruto. Por favor''

**********

La noche era oscura y fría. El otoño no daba muestras de ser pasible con el clima, enviando ráfagas de viento de tiempo en tiempo que te hiela hasta las costillas. Sandra tomó prisa en entrar en el edificio y tomar el ascensor hasta la octava planta. Estando ya en el piso, fue directo al de Chelsy. Ésta al oír el timbre le abrió enseguida, pues ya la estaba esperando. Invitó a Sandra a pasar y le presentó a su marido Max. Si no fuera por su barba y lentes esféricas al estilo nerd, bien podría ser un modelo de revista.

– Entonces vamos a hackear una cuenta, ¿eh?– dijo Max sonriendo suavemente.

– Sí. Si no fuera de vida o muerte, créeme que no lo pediría.

– Tranquila, mi mujer me dijo sobre tu compañera Carmen. Lo siento la verdad y espero que todo esto acabe bien. Pasemos al salón donde me darás los datos de su cuenta.

El salón era un espacio amplio con decoración moderna y luminosa. Sandra se sentó al lado de Max, el cual conectó su ordenador a la fuente de alimentación y otro dispositivo. Después de que Sandra le diera la cuenta de Carmen, este se puso a teclear un sinfín de códigos entendibles solo para gente de su entorno, más a ella le parecían letras y números sin sentido. Después de unos 15 minutos, este sonrió y le entregío el portátil con la cuenta de Carmen hackeada.

-Puedes hurgar cuanto quieras.

Sandra sonrió como una estúpida, porque después de tantos días sin haber obtenido nada, este grano de arena para ella era como una puerta hacia la salida. Cogió el portátil y sin esperar más, entro en su lista de amigos. Eran pocos, solo 158. Dio a la [Buscar] y escribió  el nombre de Lucas. Le aparecieron cuatro. Pero después de ver los perfiles y observar las fotografías, vio que no eran ellos.

" Supongo que después de aquélla ruptura, no creo que Lucas haya tenido algún interés en mantenerla como amiga. ¡Maldición!"

Entonces Sandra decidió revisar sugerencias de Lucas. Tras revisar varios perfiles, se echó para atrás mirando la pantalla con los abiertos de par en par.

''No me lo puedo creer. Lo encontré''

Revisó su página y estaba segura que era él.  Apuntó su nombre en un papel y agradeciendo a Max su ayuda, salió velozmente del apartamento. Era bastante tarde pero Sandra tenía que acabar lo que había empezado ya, así que solo le quedaba una cosa por hacer, verificar que aquél Lucas era el que ella estaba buscando. Condujo hacia el apartamento de Carmen, estaba segura que ella guardaba alguna foto de él. Entro en su apartamento ya que guardó la llave y comenzó a remover sus cosas con cuidado. Papeles de trabajo, muchos libros, pero no veía fotografías. Después de media hora rebuscando se estaba impacientando, hasta el punto de gritar de rabia y tirar libros al suelo. Pero entonces vio que uno de los libros caídos contenía varias fotografías. Las cogió. Era ella, junto a un lindo muchacho que la abrazaba con mucho amor. En otra foto, estaban besándose. Y en la tercera, era solo el muchacho sonriendo a la cámara. Pese a la juventud del chico, no cabía menor duda que era Lucas. Ojos azules, cabello oscuro y ondulado, dulzura en la mirada y felicidad en la sonrisa. Era él.

Y era igualito al hombre que vio Sandra en el perfil de Facebook.

Mi última carta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora