Capitulo 1

1.4K 52 11
                                    

CAPITULO 1:

Siento una cálida luz blanca que se va paseando por encima de mis ojos de un lado al otro. Del izquierdo al derecho, y lo repite varias veces. No es nada agradable, pero de momento puedo soportarlo. Empieza a ser incómodo en cuanto intento parpadear, ya que la luz sigue apuntándome directamente a los ojos. Frunzo el ceño e intento volver a abrir los ojos. Poco a poco, la luz va desapareciendo y puedo enfocar la vista, hasta que consigo ver a una señora alta, pelirroja, con pecas y unos enormes ojos verdes, un poco redondita y vestida de blanco. Tiene un aspecto agradable, parece simpática. Me observa sonriente, mientras guarda en el bolsillo derecho una linternita con forma de boli. Así que eso es lo que me ha hecho despertar... Y ahora que lo pienso, ¿Dónde estoy? ¿Una revisión del médico? ¿Me han anestesiado? No recuerdo absolutamente nada.

Acabo de entonar los ojos, forzándolos a suavizar la vista y capturar todo lo que tengo alrededor. Dos sillas con patas de metal y forradas en cuero oscuro, una mesita con flores y unos cuantos marcos, y una gran máquina que pita. Estoy en un hospital. ¿Qué estoy haciendo en un hospital? Bajo la mirada nerviosa hasta mis brazos, llevo un gotero. Desvío la vista de nuevo, esta vez, a mi atuendo. Tengo puesta la típica bata de hospitalizada. Esa que deja que se te vea el trasero, blanca con puntos azul oscuros, y que se ata en la espalda con dos finas cuerdas.

Vuelvo a levantar la vista, pero la señora ha desaparecido. Supongo que ahora puedo decir que es una enfermera. Miro hacia todos lados impaciente en su busca, pero no está aquí.

Intento incorporarme, pongo ambas manos a los costados y hago fuerza para levantarme, con cuidado, pero unos pinchazos en la y sobretodo un gran dolor de cabeza, me impiden seguir. Que mareo, por Dios, me siento como si fuese a desmayarme.

Una vez sentada y con la espalda apoyada en la pared, la enfermera entra de nuevo. Pero esta vez, acompañada de otra persona, un hombre. Este parece mucho más serio, debe ser el mi médico, y ella, mi enfermera. Espera, ¿Qué estoy diciendo? ¿Encargado del mí? ¡Éste es mi caso! ¿Qué demonios me ha pasado?

Mi histeria va creciendo por momentos, en cuanto el doctor se me acerca.

-¿Cómo te encuentras? –Lo miro confusa sin poder decir nada y espero un momento, aún sin saber que responder.

-Bien, supongo.

-Es una maravilla que te hayas despertado, voy a llamar a tus padres, Ashley.

¿Ashley? Yo debo ser Ashley. ¿Mis padres? ¿Por qué no consigo recordar nada? Ni sus caras, ni sus nombres, ni el mío si quiera.

-Espere un momento, doctor, yo no... no sé quiénes son. –Digo, avergonzada por esa repentina respuesta, pensarán que soy tonta por no entender nada. Estoy perdida.

-No sé quién soy yo. –Bajo la cabeza, aún más avergonzada.

El doctor viene de nuevo hacia mí, pero esta vez, sin ninguna sonrisa, agobiado, e incluso sorprendido.

Después de mirarme con preocupación, coge una foto de la mesa que hay a la derecha, junto a las flores.

-¿No te suenan de nada estas personas?

Me enseña una imagen en la que hay una mujer, morena, con el pelo muy corto y ligeramente ondulado, de más o menos cincuenta años. El hombre en cambio parece diez años mayor, pero se mantiene bien. Están abrazando a una chica, también morena, con una gran sonrisa, y los ojos oscuros. Más joven que ellos, la hija, entiendo.

Niego con la cabeza, sin poder identificar quiénes son esas personas.

-¿Qué me ha pasado? –Pregunto una vez más, con la voz entrecortada, antes de que las dos personas que se están conmigo en la habitación salgan por la puerta. Solo les conozco a ellos, más o menos, no pueden dejarme sola sin explicarme nada.

-Espera aquí, solo será un momento. –Puede notar el nerviosismo del doctor por cómo le tiembla la voz. La enfermera se muerde las uñas, y consigo ver como discuten sobre algo, en la puerta. Poco después, ella asiente frenéticamente y se va casi corriendo. Él respira hondo y entra de nuevo. Se acerca a la cama y a mí se me come la curiosidad. Se sienta a mi lado y junta sus manos, sobre las piernas.

-¿Y bien? –Digo al cabo de un rato.

-Donna ha ido a buscar la información sobre ti.

Donna, supongo que esa es la enfermera.

-Vale, -contesto al instante. –Pero también quiero saber que me ha pasado, y cuanto antes, mejor.

El Doctor me mira a los ojos, como si estuviera apenado, y parece que se está pensando dos veces el decirme que hago yo en el hospital. Dios mío, merezco saberlo. Despertarse en un hospital sin saber absolutamente nada es estresante; desgarrador, más bien. Pero, ¿realmente quiero saber algo?

-Has estado tres meses en coma porque te diste un fuerte golpe en la cabeza, y al parecer, has perdido la memoria.

Me llevo una mano a la boca, tapándola, para evitar gritar. ¿Qué he perdido la memoria? ¿Cómo voy a tener una vida normal ahora? Tengo que empezar de cero... en absolutamente todos los aspectos de mi vida. No quiero que llegue alguien y empiece a explicarme como fui o que hice en mi 'antigua vida' digamos, pero tampoco quiero volver a reconstruirla toda. ¿Qué se supone que tengo que hacer? La confusión es ahora la que se me comía por dentro.

-Es usted muy directo doctor... -Consigo decir al fin. Hago una pausa, esperando a que me diga cómo se llama.

-Fitz. –Afirma él.

La enfermera, Donna, entra por la puerta despeinada, con pintas de haber corrido y sujetando una carpeta de la que varias hojas se le salen por los lados. Se la entrega al doctor Fitz e inmediatamente vuelve a marcharse.

-Bien... -Empieza el doctor Fitz. -¿Por dónde empezamos?

-Por el principio... -Contesto yo, no muy segura de si quiero saber quién soy o quién fui, y de dónde provengo. ¿Y si había tenido el accidente a propósito para empezar de cero? ¿Para olvidar algo malo que hice en el pasado? Cruzo los dedos, y espero a que empezara a relatar quién soy yo.

Secrets {harry styles}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora