Capítulo 21. Kiara.
KENDY
El sonido del impacto de mi zapato contra el suelo se escucha por todo el lugar y las personas que se encuentran cerca voltean a verme; algunos con diversión y otros cansados de mi berrinche. Carlo, mi antiguo jefe me mira como si quisiera tomarme de los hombros y sacudirme para que deje de molestarlo, pero yo me encuentro tan indignada y furiosa que simplemente no me resigno a aceptar su decisión de mandarme a casa.
— Mi queridísima Kendy, entiende de una vez por todas que ya no puedo tenerte trabajando aquí por la simple y sencilla razón de que... ¡Estás a punto de parir mujer! ¡¿Es que a caso quieres parir detrás de la caja registradora?! ¡¿O qué tal en medio de la cocina?!—chilla dando pequeños saltos por la frustración—. ¡Vete a casa y descansa joder! Te dejé volver a trabajar aquí con la condición de que te fueras a casa cuando estuvieras a punto de dar a luz.
— En primer lugar: yo aún no voy a dar a luz, faltan unas tres semanas o más. En segundo lugar: necesito el maldito trabajo porque los biles no se pagan solos y en tercer lugar: el "queridísima" te lo guardas porque siempre eres un amargado, conmigo especialmente. Déjame terminar la maldita semana, maldición. ¿Qué te cuesta?
Carlo suspira por milésima vez en los últimos treinta minutos.
— No me mientas Kendy, hablé con tu novio ayer y me dijo que estás a punto. Así que ahórrame más problemas y vete a casa.—me cruzo de brazos y él gruñe—. Hagamos un trato, tú te vas a casa y yo te pago los dos días que faltan, tómate tu descanso y regresa cuando no estés a punto de tener un mocoso.
Mi boca se abre grande ante la indignación que me provoca cada palabra que sale de su odiosa boca, él cierra los ojos fuertemente cuando cae en cuenta de que me ha dado alas para una nueva discusión.
Otros treinta minutos más tarde el dueño del negocio llega y me separa de Carlo cuando me encuentra jalándole las greñas mientras él chilla como una niñita.
— ¡¿Qué demonios está pasando aquí?! —exclama el señor mirándonos con horror puro en los ojos.
— ¡Ese inútil no me quiere dejar terminar mi semana de trabajo!—señalo a Carlo quien se hace el ofendido.
— ¡Señor, esta loca está a punto de parir y quiere seguir trabajando aquí! ¡Va a tomar las órdenes y a cobrar con el engendro en brazos!
— ¡Ordinario!—chillo dándole un manotazo en la cabeza.
— ¡Basta!—grita el señor y me mira amable—. Querida, por tu estado ya no es seguro que sigas trabajando, ¿Qué pasa si ocurre un accidente y tu hijo termina pagando las consecuencias? ¿Qué pasa si el parto se adelanta y tú estás aquí? Tienes que ser consciente y poner su seguridad y la tuya primero. Tu puesto de trabajo seguirá estando aquí después de que des a luz, así que cuando te sientas lista para volver te recibiremos con las puertas abiertas.
— Pero... ¡Déjeme terminar la semana!
— Lo siento chica, regresa a casa.—me da dos palmadas en el hombro antes de retirarse.
Una mano en mi espalda llama mi atención, al voltear a mi derecha me encuentro con Connor mirándome con preocupación.
— ¿Y a ti quién te llamó?
Connor bufa cuando es lo primero que le pregunto y señala con la mandíbula a una de mis compañeras de caja quien me mira casi con miedo y con la mano temblorosa me ofrece mi teléfono celular. Lo tomo de mala gana y lo guardo en mi bolso.
ESTÁS LEYENDO
Kendy ©
Teen FictionLa vida de Kendy siempre se ha resumido en ser buena hija, buena amiga y ser un buen ejemplo a seguir para sus hermanos menores. Pero todo cambia cuando ella y sus hermanos son trasladados a un nuevo instituto a mitad del año escolar. Allí Kendy co...