Capitulo 8

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-Ximena, que gusto verte, recuerda que Fidel no sabe quién eres –digo de mala gana desde la cocina. Ella me mira sorprendida y luego vuelve a posar un pequeño beso en sus labios antes de tomar su mano y arrastrarlo hasta donde yo estaba.

-¿Cómo estás Piera?

-Como me vez –respondo parándome a preparar té. –Ella es Ximena Fidel, solía ser una de tus tantas novias.

-Nunca fuimos novios, pero sí era tu preferida –dice la chica con voz chillona. Oigo las sillas ser corridas y los veo de reojo mirarse fijamente. -¿Me recuerdas?

-No, lo lamento.

-Oh... es una lástima. Tenía planeada una gran noche para nosotros.

-Lástima –repite Fidel y sólo me dedico a respirar profundamente. Nunca me había gustado esa muchacha, mucho menos ahora.

-De todas maneras puedo ayudarte a hacerlo –susurra pero la oigo a la perfección. Aprieto la taza vacía en mis manos y respiro profundo.

-Iré a descansar, estoy agotada –digo llevando mi té conmigo. –Lucy llega en una hora y Rocco probablemente venga por ella.

-Oh... gracias por el aviso –dice la estúpida guiñándome un ojo. Le regalo una falsa sonrisa y me retiro sin siquiera mirar a Fidel; él siempre había sido de muchas mujeres pero no las llevaba a casa, yo sabía que ésta era diferente.

Me puse los auriculares y cerré los ojos, había tenido una mala noche y mi día en el trabajo no había ido mejor por lo que no tardé en dormirme con la voz de James en mis oídos.

No sé cuánto pasó hasta que Lucy fue por mí, me pidió que le preparara la merienda y me arrastró a la cocina. En la sala pude ver a la muchacha y a Fidel charlando animadamente.

-¿Por qué no le pediste a Ximena que te haga la merienda? –consulto y mi hermana se limita a mirarme alzando las cejas. –Sé que se llevan bastante bien.

-Ella está ocupada con Fidel, quizás esta vez si pueda conquistarlo –me dice cómplicemente. Apenas sonrío y le preparo el chocolate con las galletas; me siento a tomar mate y mirar el exterior mientras los oigo reírse fuertemente en la sala. Luego hay un silencio incómodo y ella grita un "nos vemos muchachas" antes de salir de nuestra casa.

-¿Quieres algo para tomar? –consulto con voz apretada.

-Un mate estaría bien –dice amablemente invitando a Lucy a la mesa de la sala ya que en la cocina sólo habían dos sillas.

Nos trasladamos allí y merendamos en completo silencio mientras el programa de competencias resuena en toda la casa, mi hermana era fanática de eso.

-¿Verás a Xime?

-Claro, ella dice que somos amigos –se encoje de hombros mientras le sonríe a la pequeña.

-Yo pregunto como algo más –insiste Lucy.

-No... Xime no es mi tipo, te lo puedo asegurar incluso sin recordar demasiado.

-¿Cómo es tu tipo entonces? –quiero saber yo. Él clava sus ojos en los míos y hace una inspección general de mi cuerpo.

-Algo así supongo –responde y siento mis mejillas arder, pero estoy contenta y quiero arremeter contra sus labios.

-¿Así como? –interrumpe Lucy.

-Así, amable, simpática, sincera, tranquila.

-Oh... pero Xime es todo eso ¿No crees? –dice la pequeña y quiero tirar de sus orejas.

-Xime no parece ser una persona tranquila, de hecho es muy gritona y no se quedó quieta en ningún momento –responde Fidel y lo veo apretar sus sienes. –Sinceramente me hizo doler la cabeza.

Festejé mentalmente y me recordé no gritar demasiado. Una menos de la lista, no quería pensar qué ocurriría cuando empezaran a llegar las tantas otras que tenía; sólo esperaba que no lo hicieran a ese lugar.

Él se retiró a descansar, se lo veía agotado y supongo que se sentía así, después de todo había sido un día bastante pesado. Se había despertado con la noticia de que yo estaba enamorada de él, seguramente había estado todo el día pensando en qué demonios había sido ese arranque pasional de la mañana; cuando llego le cuento la historia de nuestro romance y para rematar llega una de sus ex a decirle quién sabe qué. Sinceramente sentía pena por él.


-Llegas tarde –largo de mala gana cuando Rocco ingresa a casa. Pasaban las 7 de la tarde y él había prometido llegar luego de las actividades de la escuela que terminaban a las 4.

-Estaba estudiando con Tomás –se excusa dejando pasar a Dante que venía con él. Por lo que había oído Dante estaba de novio con la hermana de Tomás por lo que generalmente ellos siempre volvían juntos. -¿Lucy y Fidel?

-Lucila está en casa de la vecina y Fidel está durmiendo ¿Cómo estás Dante? –consulto parándome a saludarlo, él me da un pulgar arriba y pasa a sentarse en el sofá.

-De acuerdo, entonces iré a tomar un baño. Nos vemos hermano –se despide de Dante y nos deja en completo silencio. Dante había dicho algo de sus abuelos esa mañana y yo había esquivado el tema como una profesional.

-Debes darme una respuesta Piera.

-Lo sé –dije bajando la mirada. –Debes entender que aún no estoy preparada Dante, todo esto es muy reciente, aún ni siquiera yo lo entiendo.

-Yo te entiendo –se arrodilla frente a mí y me mira amablemente. –De verdad te entiendo, pero ellos ya son ancianos, quieren conocerte y aunque también creo que es apresurado, creo que es lo correcto.

-¿Y si no les gusto?

-Piera –sonrió apretando mis rodillas en forma de apoyo. –No hay manera de que no les gustes. Eres su nieta.

-Pero...

-Es importante para mí también ¿De acuerdo? –él está casi suplicándome. –Por favor, ven a conocerlos, ellos estarán tan felices.

-¿Por qué iría a conocer a tus abuelos? –quiere saber Fidel por detrás de nosotros con los brazos cruzados y la mirada seria. -¿Y que haces aquí de todos modos?

-Hola Fidel –suspira poniéndose de pie para tenderle la mano, pero Fidel no responde el saludo. –Han pasado muchas cosas que no recuerdas, ya lo sabes, entre ellas cosas que nos relacionan a Piera y a mí. Supongo que eventualmente ella te contará todo pero por ahora es mejor que no preguntes mucho.

-Bueno, no hay mucho que preguntar ¿No? –espeta de mala gana fulminándome con la mirada. –Deja de jugar con mi cabeza Piera porque ya está bastante jodida como para que vengas con mierdas que no recuerdo y después salgan a la luz cosas como que debes ir a conocer a la familia de tu nuevo novio.

-Oh por dios –digo con cansancio caminando tras de él que se había encerrado en la habitación mientras Dante se despedía con un "Lo siento, te veo luego". –Abre.

-Déjame en paz Piera, te comportas peor que una adolescente.

-¿Perdón? ¿Quién es el que se encerró y no quiere dejarme pasar? –él abre pero no me deja pasar, de hecho tiene su campera en la mano y se dirige a la salida. -¿Vas a salir así?

-Necesito hablar con Roxanne. Es la única que puede decirme la verdad

Me adelanto corriendo para frenarlo en la puerta, le dedico una mirada seria y él baja su vista.

-Roxanne, mamá y papá son los que nos han mentido toda la vida –confieso, no quería decirlo pero no permitiría que fuera donde esa mujer que no quería otra cosa que hacernos sufrir. –No te puedo decir nada más Fidel, porque mira cómo estás con toda la información que recibiste hoy. De verdad que sólo lo hago por tu bien –tomo su cara entre mis manos y le doy un pequeño beso. –Sólo confía en mi ¿Sí?

-No puedo, lo lamento, pero después de lo que acabo de ver no puedo confiar en tu palabra –se suelta de mí y sale del lugar dejándome con el pecho oprimido y unas cuántas lágrimas queriendo escapar de mis ojos

Trilogía Imposible: 3. Pide un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora