Capitulo 4

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-Te entiendo porque ¿Quién querría un amor posible no? –consulta poniéndose de pie y caminando a la cocina; lo oigo abrir la heladera y veo que se mueve de un lado para otro en el pequeño lugar. –Cuando las cosas se vuelven posibles se dejan de desear Pire, no sé dónde lo oí o leí, pero sólo lo sé.

-Lo sé –digo en un susurro y arrastro mis pies hasta allí. Él está preparando comida, supongo que no había almorzado. -¿Y qué pasa cuando se vuelve posible y se sigue deseando con la misma intensidad o incluso más?

-No creo que se siga deseando con la misma intensidad –asegura. Me pregunto si estamos hablando de lo mismo; me pregunto si él me desea inconscientemente la mitad que yo lo hago. –Creo que es como un capricho... lo quieres, lo quieres, lo quieres... pero cuando lo consigues ya no lo quieres tanto y así el deseo va disminuyendo.

-¿Estamos hablando de sexo verdad?

-¡Piera! –exclama mirándome sobre su hombro y no puedo evitar una sonrisa. Sin embargo él vuelve a su vista al frente y asiente una vez. -¿Es por eso que nunca hasta tenido una chica seria? ¿Por qué eventualmente te dejaban de gustar?

-Nunca he tendido a la chica que realmente quiero –mi corazón da un salto y debo afirmarme del marco de la puerta para poder seguir en pie. –Pero sí, supongo que cuando la tenga pasará eso. Me aburriré de ella y me daré cuenta que era sólo un maldito capricho.

-¿Quién es la afortunada? –quiero saber caminando con cuidado a la silla. Tomo asiento y suspiro con cuidado.

El guarda silencio. Quiero creer que él está buscando un nombre o inventando uno para suplir el mío, quiero creer que no hay nadie más que le guste tanto como yo y que lo considere tan imposible. Quiero creer que su respuesta será tan armada como la que me dio esa vez que hablamos del tema de sus relaciones.

-Darla.

Suspiro y una risa contenida se escapa de mis labios llenando el lugar. Él se da vuelta y me mira, serio; pero no puedo dejar de reír. Es la misma respuesta, aunque claro, no podía descartar que esta vez él sí estuviera enamorado de ella.

-¿Qué?

-Nada... -limpio mis lágrimas y comienzo a calmarme.

-¿No funcionó no? –lo veo tragar saliva. -¿Lo intenté con ella y no funcionó?

-Lo intentaste con ella, no sé cómo fueron las cosas pero no fueron bien –digo. No iba a mentirle en eso y esperar a que vuelva a sus brazos; de hecho tenía pensando no dejar que ninguna mujer se acerque a él. –Ahora ella está casada y todo... o bueno, algo así, no entendí mucho lo que dijo Brandon.

-¿Casada? –se gira para seguir con el arroz con verduras que estaban preparando. –Sí, supongo que ella siempre quiso eso de marido e hijos.

-¿Alguna otra que recuerdes?

-No –su respuesta es rápida. –Era la única de la que podía llegar a enamorarme.

-¿Acaso no dijiste que era tu amor imposible?

-¿Acaso eres un maldito policía? –consulta de mala gana. Lo escucho respirar un par de veces y luego carraspea. –Lo lamento... no me gusta esto de que lleves años de ventajas en cuanto a lo que pasó. Todo lo que diga está mal, quizás sabes más que yo de lo que me gustaría que sepas.

-¿Cómo qué?

-No lo sé... solía tener muchos secretos, no sé que tanto saben de mí.

-Oh... bueno, eres un pervertido que le gusta andar con tacones en la casa, tienes toda una colección –digo distraídamente y su risa melodiosa me distrae por unos cuantos segundos; quiero abrazarlo. –Si gustas te traigo un par.

-Créeme que ese es el secreto más inocentemente que tengo –asegura poniendo la olla al fuego. Se para frente a la mesada y me mira cruzando los brazos aún sonriendo.

Quiero abrazarlo. Realmente necesito sentir aunque sea un poco de su calor ser robado por mi cuerpo; corro mis ojos de los suyos y escondo mi cabeza entre mis manos. Terminaría por volverme loca si permanecía más tiempo con él, a solas. Necesitaba encontrar alguna excusa para salir de allí.

-¿Qué sucede?

-Debería ir a comprar algo para que tomes –me pongo de pie y él se apresura a ponerse frente a mí para detener mi huida.

-En la heladera hay gaseosa y créeme que no me molestaría tomar agua Piera –responde con cuidado. -¿Qué sucede?

-Nada... -retrocedo unos pasos hasta chocar con la silla donde anteriormente estaba sentada.

-Eso no suena como nada...

Trago saliva y lo miro mientras siento que mis mejillas subir de temperatura.

-Quiero abrazarte –escupo con torpeza. Él se queda helado durante unos segundos y luego traga saliva forzando una sonrisa.

-¿Por qué no lo haces?

-Me miraste como si tuviera sarna la última vez que me acerqué demasiado a ti –digo bajando la mirada y veo sus pies acercarse hasta quedar frente a los míos.

-Sólo estaba un poco molesto por verte tan cerca de Brandon supongo –dice y siento sus brazos  apretarse en mi cintura. Yo estoy dura como una estatua porque, a pesar de lo que él dice, lo que yo siento por él cada vez se intensifica más.

Fidel se acerca más presionando su cuerpo contra él mío y siento que su aroma me está mareando; me afirmo de la silla y escondo mi cara en su pecho.

-Abrázame Piera.

Él apenas ha susurrado pero fue como un grito que despertó algo de lo que había dejado descansar durante esas dos semanas. Claro que un descanso no significaba renuncia, porque después de todo yo sabía que nunca iba a poder renunciar a él.

Mis manos se aferraron a su espalda y lo acerqué más de lo imposible a mí mientras inspiraba más de su fragancia particularmente suya.

-Piera...

-Espera –digo con la voz quebrada. Es allí cuando me doy cuenta que estoy llorando y es por eso que se quiere separar de mí; me doy cuenta que no sólo son lágrimas, estoy sollozando.

-Hey... -toma mi cara entre sus manos y me observa con una leve sonrisa en su rostro. -¿Por qué lloras?

-No lo sé... -respondí corriendo mis ojos de los suyos, de su rostro en general porque eso era peligroso.

-¿Puedo preguntarte algo? –consulta con dulzura limpiando mis lágrimas con sus pulgares. Asiento un vez y trago saliva antes de volver a verlo. -¿Tú en el hospital trataste de besarme o aún estaba perdido por el golpe?

Lo miré abriendoinmensamente mis ojos. Eso había sido directo y yo sabía que dependiendo de mirespuesta se desarrollaría nuestra nueva relación. Tragué saliva y me encontrécon sus ojos. 

Trilogía Imposible: 3. Pide un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora