Capitulo 11

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Luego de su dura confesión comenzó a llorar tan desconsoladamente que tuve que buscar a Jorge para que la calmara. No sé si lo logró, yo salí de allí con más dudas de las que había llevado y tomé un taxi de regreso; cuando llegué ya no había nadie en pie y lo agradecí, necesitaba descansar y tratar de no pensar en nada.

Al día siguiente no desperté hasta pasada la media mañana, no había nadie en casa y decidí esperarlos con el almuerzo aunque no estuviera seguro si vendría al medio día o no.

Los primeros en llegar fueron Rocco y Tomás; Lucy apareció un poco después y comentó que se había quedado a charlar con una amiga por eso se le había hecho tarde. No sentamos a almorzar cuando mi hermano dijo que Piera nunca venía a almorzar por el horario laboral que tenía.

-¿Cómo estuvo la escuela? –consulto distraídamente. Lo que había dicho Roxanne sobre Rocco aún daba vueltas en mi cabeza, a demás de la insinuación de Piera hacía unos días con respecto a Tomás había sumado puntos. ¿Rocco era gay?

-Bien –responde Rocco, cortante  como siempre.

-Estuvo súper bien, más aún porque falta sólo una semana para las vacaciones –dice Lucy emocionada. -¿Dejaran de frecuentarse como la otra vez? -quiere saber dirigiéndose a los muchachos. Mi hermano baja la mirada y Tomás la mira sonriente.

-No lo creo. No dejamos de ver en el verano pero porque ustedes se fueron con sus abuelos, esta vez no lo harán ¿No?

-No –susurra Rocco.

-Oh, entonces me tendrán muy seguido por aquí.

-Eso es fantástico –aplaude Lucy burlonamente.

-No puedes invitar a las estúpidas de tus amigas cuando estemos aquí.

-Rocco –advierto y Lucy sonríe aún más, seguramente porque sospecha algo, igual que yo.

-No te preocupes hermanito, ellas no viene aquí por Tomás, más bien por ti.

-Cállate.

-Oh... pero es que tú y Fidel son algo así como muy populares –continúa y se detiene ante la mirada de advertencia del muchacho. –De todas maneras, ellas no estarán invitadas, no te alteres. Sólo es que me gusta mucho cuando viene Tomás.

-Lucila, termínala.

-Déjala Rocco, ella es muy mona.

-¡No me digas mona! –exclama con enojo. –Es igual de insultante como cuando a un chico le dicen que es lindo. ¿O no Rocco?

-Sinceramente eres insoportable –asegura con sus mejillas coloradas y evitando la mirada burlona de Tomás que sólo lleva su mano a la pierna de él y la deja allí hasta que se tranquiliza.

Ellos eran tan románticos que no pude reprimir una sonrisa aprobadora. Aún me encontraba algo sorprendido por lo que estaba pasando entre mi hermano y su amigo, pero Rocco se veía feliz y Tomás lo miraba como si no existiera nada más que él en mundo, si eso no era amor por favor que alguien escriba un libro para explicarme qué es.


Piera llegó tarde ese día, por lo que pude oír desde mi habitación había tenido un día atareado en el trabajo; sólo quería darse un baño y dormir, pero claro que yo necesitaba hablar con ella.

La esperé a la salida del baño y la vi salir con su cabello húmedo y su rostro rojo. Me miró sobresaltándome y me siguió a la cocina donde le pedí que habláramos; lo hizo sin poner resistencia, se sentó a tomar el té que le había preparado y apretó sus manos alrededor de la taza por mucho rato.

-Así que... -comienza apenas mirándome -¿conseguiste de Roxanne lo que fuiste a buscar?

-Algo más de lo que fui a buscar –digo con voz apretada. Carraspeo y apenas le sonrío. -¿Rocco es gay eh?

-Oh... sí, eso. Él aún está en conflicto con que todos lo sepan pero nos lo confesó hace algún tiempo –responde de inmediato.

-¿Tomás?

-Sí –ella sonríe con dulzura. –No me ha dicho nada directamente, pero es más que evidente que están juntos.

-No me lo esperaba de Rocco... aunque claro, tampoco es que recuerde sus últimos años –digo respondiendo su sonrisa. Ella se sonroja y mira en otra dirección. –Roxanne me contó lo de Dante.

-¿Qué cosa de Dante?

-Me contó el lío de familias –digo dejándola con la boca abierta. Sí, probablemente si Roxanne no hubiera pensado que Piera ya me lo había dicho quizás no lo hubiera mencionado. –Ella creyó que me lo habías contado y la obligué a decirlo.

-Oh... claro, esa sería la única forma.

-Entonces ¿Cuándo lo supimos? ¿Antes o después de empezar la relación? –consulto, aunque claro, era más que evidente que fue mucho después.

-Dante apareció hace unos meses y realizó el ADN sin decirme nada, él había descubierto nuestra relación y el hecho de que ambos pensábamos que éramos hermanos legítimos –responde sin titubeos. –Él sólo quería hacernos un favor.

-Hazme recordar que se lo agradezca –pido amablemente y ella asiente sin ánimos. –Y que le pida disculpas.

-De acuerdo.

-Continúa.

-Él me dijo lo del examen la noche de tu accidente, lo sabemos hace relativamente poco. Nuestra relación comenzó hace casi 5 años, nosotros siempre seguimos pensando que éramos hermanos pero no nos importó.

-Entiendo –aseguro buscando su mirada. -¿Nosotros estábamos juntos nuevamente? Ahora, antes del accidente.

-Algo así...

-¿Es por eso que dejaste a Leo? –insisto y ella asiente. No puedo ocultar una sonrisa. –No quiero que apresuremos las cosas pequeña... porque sé lo que siento, sé que no somos hermanos pero hay algo que no me deja estar contigo ¿Entiendes?

-No, no te entiendo, pero supongo que haber olvidado el principio de nuestra relación, el durante, el después y el ahora hace las cosas un poco complicadas para ti –asegura casi en un susurro. –Pero ya te lo dije, te esperaré lo que sea necesario.

-Hay muchas cosas en mi cabeza en este momento, ni siquiera sé si lo que tengo que pensar es en nuestra relación o en todo lo demás –confieso tomando su mano y robando su calor. –Sólo espérame.

-Lo haré, lo prometo –dice poniéndose de pie para posar sus labios en los míos. –Una dosis hasta que decidas qué vas a hacer conmigo.

La observo caminar a su habitación y me maldigo mentalmente por no aprovechar más de esa dosis. Le había pedido tiempo ¿pero qué tanto podía yo resistirme a ella?

Trilogía Imposible: 3. Pide un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora