Capítulo 7

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Se acercaba el receso de verano, y los chicos sólo tendrían una semana libre para poder volver a sus casas. Luego deberían regresar a Tokio, pues continuarían con entrenamientos y varios partidos de práctica.

Kuroo y Bokuto lo tenían un poco más sencillo, ya que su casa familiar estaba también en Tokio. De hecho, se habían mudado por su cuenta únicamente porque la universidad quedaba en el otro extremo de la gran ciudad, y les quedaba más cómodo mudarse por su cuenta que viajar todos los días a clases.

—Nos vemos en una semana, entonces —comentó Kuroo.

Él y Bokuto habían acompañado a Oikawa, Daichi y Ushijima a la estación, donde tomarían el mismo tren que los llevaría de vuelta a casa por unos días.

—¡Los voy a extrañaaaar! —exclamó Bokuto, abrazándose a Ushijima. Éste no se inmutó, pero le dio unas someras palmaditas en la cabeza.

—Disfruten estos días libres —dijo Daichi, y puso gesto adusto.— Pero no se descontrolen mucho porque en diez días tenemos un partido importante.

—Sí, jefecito —Bokuto se llevó una mano a la sien en gesto marcial.— Cuidaré que Kuroo no quede embarazado.

—Lo decía por ti —aclaró Daichi.

—Tampoco me preñaŕe, lo prometo.

Sawamura se pasó una mano por la cara.

—Me refiero al descontrol —lo miró con una mueca.— Hace dos días casi te fracturas la muñeca jugando al jenga. No podemos quedarnos sin tus habilidades.

Bokuto asintió muy serio.

—Es un juego peligroso, me mantendré alejado de él de ahora en más.

—Y el fin de semana pasado casi te dislocas la cadera en la competencia de hula hula —rememoró Oikawa.

—Ese aro tenía algo en contra mío, lo juro por la memoria de Akaashi —replicó Bokuto.

—Akasshi aún está vivo —Kuroo le dió un coscorrón.

—¡No, hablo de la buena memoria de Akaashi! —se llevó ambas manos a la cara, maravillado.— Ese chico recuerda todo sobre mí, con lujo de detalles. ¡Es impresionante!

El tren llegó al andén y la gente comenzó a abordar. Los chicos levantaron sus bolsos de viaje y se dispusieron a subir. Antes de entrar, Ushijima se dio vuelta y contempló a Kuroo y Bokuto con intensa seriedad.

—Ustedes deberían venir a Miyagi —dijo entonces.

—¡YA BASTA CON ESO, POR DIOS! —rugió Oikawa, tironeándole del cuello de la sudadera para arrastrarlo hacia el interior del tren.

Kuroo quedó riéndose y Bokuto lagrimeó un poco cuando el tren por fin arrancó y se perdió en la lejanía. Ambos muchachos se pusieron rumbo a sus respectivas casas.

—Primero me pasaré por Fukurodani —anunció Bokuto alegremente.— Me avisaron que hoy están de práctica hasta tarde, así que aprovecharé a ver qué tal lo hace Akaashi como capitán.

—Te echará del gimnasio —vaticinó su amigo.

—No si no me reconoce —el chico búho sonrió presuntuoso, mientras rebuscaba en el bolsillo de su mochila. Sacó un espeso bigote falso y se lo puso junto con unas gafas oscuras.— Irreconocible, ¿eh?

Kuroo lo observó como analizándolo durante unos instantes.

—No sé, bro, el problema no es el reconocimiento físico —replicó.— Es algo más... espiritual.

El Club de los 5 - Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora