𝟬𝟬𝟭 ┊ LYNN ANDERSON ଓᝰ✰︎
𝗠arauders 𝗘ra 💀
En el momento en el que Lynn Anderson se entera que es una bruja, sabe que todo cambiará por completo. Nueva vida, amigos y cosas por aprender. Añadiendo que hay un mago tenebroso ace...
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Un día, la pequeña Lynn se había levantado tranquilamente para ir a la escuela que ella asistía.
Era el último día y ella sólo esperaba pasarla bien, solitaria como siempre y sin más constantes burlas de un compañero de su mismo año, Vernon Dursley. Un chico gordo y feo, de cabello rubio y ojos azules, pero parecía mastodonte sin cuello (o eso dijo una vez la rubia hace mucho tiempo). Él solía decirle cosas que la hacían sentir mal, como que era una nerd, una donnadie y más, que la herían fácilmente.
La rubia era un tanto sensible, o al menos lo había adaptado a lo largo del tiempo. En su casa vivía únicamente con su mamá, ya que su papá había muerto en un accidente de moto cuando Lynn tenía 9 años.
Se vistió como solía hacerlo todos los días, con su ropa tallas más grandes de las que necesitaba, unos pantalones que le quedaban gigantes y el cabello recogido por una liga. Fue a desayunar con su mamá, ella la amaba con su vida. Era la única persona que la quería realmente en el mundo y, a pesar de que desconocía que su hija Lynn sufría acoso escolar, sabía que ella le escondía cosas. Al llegar todos los días su mamá le solía preguntar cómo estaba y ella respondía con un simple «bien».
—Hija, ¿emocionada por tu último día de clases? —preguntó su madre Marlene, con mucho entusiasmo.
Lynn se comió un tocino. Ni te imaginas, pensó ella. Sólo esperaba que Vernon Dursley no fuera y le dejará tener un día decente.
—Oh, no tienes idea, mamá —contestó, pasándose un mechón rebelde por detrás de la oreja, y eso solía hacer al mentir. Su madre sabía, pero no quiso comentar nada.
—Eso espero, bebé, no te imaginas lo que tengo planeado para hoy sólo salgas de la escuela —comentó Marlene, haciendo gestos raros—. Quiero llevarte de compras, ya sabes: tu uniforme para la secundaria Smeltings, ahí nos conocimos tu papá y yo... —suspiró enamorada—. Espero que consigas a tu amor, hija.