Frágil como un corazón

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Ya me morí

No le veo otra respuesta a lo que está pasando además de, por supuesto, estar soñando, pero recuerdo bien todo lo que pasó desde que salí de la escuela y estaba bastante consciente de mis actos hasta el momento de llegar al parque y puedo asegurar que no me quedé dormido ni me desmayé. Eso me deja con la única alternativa de haber muerto y ahora los labios de Bill moviéndose contra los míos son el recibimiento a las puertas del cielo. Ya que asumí que terminó mi corta y feliz vida puedo darme ciertas libertades, como por ejemplo aferrar mis manos al cabello en la nuca del mayor, que en cualquier otra situación me mataría, pero como ya ha quedado claro que estoy muerto no hay nada que temer.

Solo llegué a besar a dos personas, tres si contamos a Bill. La primera vez fue a los siete años y me obligaron a hacerlo para representar una obra de teatro, la chica se llamaba Natasha y aunque era muy agradable no soporté más de dos segundos del beso antes de correr por los pasillos a limpiarme la boca asustado de haberme contagiado de alguna enfermedad de niña. La segunda vez fue aun más vergonzoso; estábamos en una fiesta de cumpleaños y a un chico se le quedó atorado en la garganta un caramelo, con solo doce años ya había aprendido un poco de primeros auxilios y pude salvar su vida dándole respiración boca a boca.

Así que si mis cuentas son claras, Bill había sido la primera persona que había besado de verdad, que lástima que no hubiese estado vivo para disfrutarlo un poco más. Para mi sorpresa las cosas no terminaron ahí. Las puertas del cielo no se abrieron ni aparecieron bebés ángeles en pañales para guiarme, tuve que abrir los ojos para darme cuenta de que solo estaba Bill frente a mí, aun con sus labios sobre los míos y los ojos cerrados. Los autos pasaban por la calle y los niños seguían jugando a nuestro alrededor, incluso se me había caído el helado de la mano. Después de todo seguía vivo.

Inhalé de pronto sobresaltándolo, ahora Bill podía verme y yo no encontraba un buen lugar donde huir lejos de sus ojos dorados y toda la vergüenza que comenzaba a sentir en aquel momento, pero por más que esperé con los ojos firmemente cerrados y las manos apretando las cadenas del columpio, Bill no dijo ni hizo nada más que quedarse contemplando el espectáculo que debía ser mi cara. Fue más la curiosidad que la valentía lo que me hizo levantar la mirada para encontrarme con él, y al contrario de todo lo que me hubiera imaginado, el mayor estaba mirándome de una forma nueva y extraña para mí, pero al mismo tiempo tan perfecta.

No estaba enojado o desconcertado, pero tampoco sonreía. Parecía más bien que esperaba una explicación de lo que acababa de pasar, algo que yo no podía darle. Sus labios se movieron sin decir nada, entonces frunció un poco el ceño y bajó la mirada casi pidiendo disculpas.

Fui impulsado por esa extraña atracción que sentí desde el primer momento en que lo vi, aquella que me hacia volver una y otra vez. Salté del columpio a sus brazos, tan brusca y súbitamente que también a él se le cayó el helado a la arena. El columpio antes ocupado por mi siguió moviéndose en el aire mientras nosotros íbamos cayendo de espaldas al suelo fundidos en un abrazo.

Ya no tenía miedo de molestarlo ni mucho menos de que fuera a golpearme por ser un mocoso molesto, había comprendido la verdad que se escondía detrás de la fría mirada del señor Cipher. Bill no estaba enojado, nunca lo estuvo. Solo estaba vacío y solo, asustado y desesperado por un poco de cariño, quise pensar que yo podía ser el que se lo diera.

-mierda, mocoso... ¿Qué demonios pasa con...? –pero no dejé que terminara, lo besé en los labios antes de que pudiera decir otra cosa. Iba a cubrir de besos una a una las grietas que habían surgido en lo más profundo del rubio, no descansaría hasta que Bill fuera feliz.

Era torpe, lo admito. Nunca había tenido que tomar la delantera al besar y justo ahora estaba teniendo problemas porque no sabía donde dejar las manos o si le estaba haciendo daño en los labios con los dientes. Pero poco a poco la falta de experiencia fue quedándose atrás para ser reemplazada por la imaginación y las cosquillas que sentía en el estomago con cada roce. Mis manos se quedaron en sus mejillas, acariciándole las pecas y jugando con los mechones de cabello que se rizaban junto a su rostro. Bill me abrazó por la cintura cerrando así ese momento tan especial en el que había conseguido entrar en el corazón del mayor, y más vale que se vaya acostumbrando, porque no planeaba dejarlo nunca más.

~

Como si se tratase del otro lado de una moneda, del otro lado de la calle se rompía en mil pedazos el corazón de una muchacha que tuvo la mala suerte de pasar por el lugar equivocado en el peor de los momentos. Penny se había quedado perpleja y sin poder apartar la vista del beso que compartían Dipper y aquel hombre tirado en la arena, casi con morbo repasaba una y otra vez aquella escena que quedaría marcada en sus recuerdos para siempre, porque si es cierto que el corazón nunca olvida, mucho menos podrá hacerlo el de alguien tan joven y tan enamorado.

-Dipper... -dijo muy despacio la pelirroja con las manos apretadas junto al pecho, pero el muchacho no podía escucharla, ¿Qué iba a decirle en todo caso? Era tan simple como que no la amaba, y no importaba lo hermosa que fuera o el lugar especial que ocupara en el corazón de Dipper. Penny no había podido lograr en años lo que ese hombre había conseguido en tan poco tiempo. Dio media vuelta por donde había llegado con la cabeza gacha y el alma en un hilo, preguntándose cómo era posible que existiese algo tan frágil como un corazón.

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Soy una subespecie de los humanos llamada humanos-pollos, y es que soy tan taaaaaan pollita que cada vez que anda volando un resfriado malo y feo ¿que pasa? Rocio lo agarra ¬----¬ y esta vez fue culpa de mi hermano. Daniel, si estás leyendo esto déjame decirte que me caes mal ¬-¬ (no hermanito, te amo demasiado <3)

así que eso :C estoy enferma, pero me he pasado la tarde escribiendo, así que voy a subir otro cap ahora. LOS AMO!

Save me (BillDip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora