Fotografía

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A pesar de la baja temperatura el aire se sentía caliente y se mezclaba con la humedad de la boca de Bill bajando por mi cuello, barriendo la poca cordura que me quedaba. No supe en qué momento habíamos terminado en el suelo de la cabina, recostado uno contra otro y vueltos en caricias apasionadas, a veces tan dulces, a veces tan violentas que teníamos que apartarnos el uno del otro solo para mirarnos y darnos cuenta de que efectivamente estábamos ahí y todo aquello no era un sueño. –s-señor Cipher... -dije en medio de un jadeo que se perdió en sus labios. Bill estaba encima devorándome por completo, mis manos le revolvían el pelo y él no paraba repartir besos por cualquier lugar visible. –se siente... bien

De pronto sentí sus dientes cerrándose en mi cuello y solo atiné a soltar un gemido más agudo que los anteriores y a aferrarme a la tela de su camisa. Su olor tan masculino, sus dedos moviéndose por mi cuerpo, todo en él me hacia quererlo cerca desesperadamente y digamos que no estaba siendo muy discreto. Ni siquiera iba a intentar negarlo y ya no tenía sentido disimularlo, estaba duro. No era el primer adolescente teniendo una erección.

Bill ya lo había notado, tenía una pierna en medio de las mías y cada vez los roces eran más atrevidos y fuertes, era una mezcla de sensaciones que iban desde el deseo hasta la frustración por no saber cuánto tiempo duraría en ese estado sin correrme. Superé los límites de lo decente cuando su mano bajó por mi pecho hasta encontrar el fin de mi camiseta, se paseaba sin cuidado ahora por mi piel desnuda erizándome el vello en los brazos y haciéndome cerrar los ojos de puro placer. –ahh... B-Bill... por favor. –sus manos estaban frías, o puede que haya sido el contraste con mi cuerpo a punto de arder en llamas, sea como sea su tacto me provocó un escalofrió que recorrió mi espalda hasta el cuello. –más... quiero más...

Volvió a tomar mis labios entre los suyos, esta vez con violencia moviendo su lengua dentro de mi boca, reclamando el lugar que sabía que le pertenecía. Mis manos fueron hasta sus hombros para moverse al compas de nuestro hambriento beso. Todo se descontroló cuando sentí que me tomaba por las caderas, el señor Cipher me levantó para quedar en medio de mis piernas y muy pegado a mi. No era el único ansioso, también el mayor estaba duro y con ganas de más, podía sentirlo en aquel beso, en su respiración pesada y en sus caderas embistiéndome en un desesperado intento de descargarse.

-Dipper... -dijo mi nombre junto a mi oído, sonó como el gruñido de un animal a punto de saltarle encima a su presa y me hizo reaccionar movido por el poco sentido común que conservaba, la cabina de la noria llegaría abajo en cualquier momento y no podían encontrarnos así, por eso lo empujé levemente despegándolo de mi cuerpo y recobrando el aliento robado por sus besos. -¿Qué pasa?

-no podemos hacerlo aquí. –el señor Cipher me miró unos segundos en los que aprovechó de respirar normalmente, agitado y con el cabello revuelto se veía espectacular.

-si, lo siento. –se pasó una mano por la cabeza para acomodarse el pelo. –entiendo que estés nervioso y quieras esperar, no me molesta si... -pero no dejé que terminara, verlo en ese estado era algo que me superaba en todos los sentidos. Lo tomé por la camisa para acercarlo y besarlo de nuevo. El se sorprendió pero terminó por corresponderme.

-dije que no podíamos hacerlo aquí en la cabina. –sus ojos recorrieron mi rostro tratando de descifrar mis palabras. –mis padres no están en casa. –fue todo lo que tuve que decir para darme a entender.

~

-solo tardaré cinco minutos. –dijo antes de besarme y dejar su abrigo colgado en la silla giratoria de su oficina. Yo asentí con la cabeza y salió hecho una bala hacia el pasillo dejándome solo en aquel lugar ahora tan familiar. Habíamos tenido que pasar a retirar algunas cosas en la editorial, eran casi las nueve y solo quedaban un par de empleados en la sección de marketing haciendo horas extra y los guardias. Aunque dijo que no tardaría no quise quedarme en el auto esperando, tenía que distraerme con algo en la oficina esos cinco minutos o me pondría a pensar en todo lo que podría salir mal cuando llevara a Bill a casa.

Nunca antes había estado tan cerca de hacerlo, y de solo pensar que mi primera vez seria con el señor Cipher hacia que una tormenta de emociones se desatara en mi corazón y estomago.

¿y si no soy lo suficientemente bueno? ¿Qué pasa si no le gusto? ¿o si me pongo tan nervioso que me desmayo antes de entrar a la casa? Sabía de sobra que si no mantenía la mente ocupada en algo más terminaría por arruinarlo todo. Por eso me puse a ojear los archivadores en la estantería llenos de bocetos o notas. No los había visto desde hace mucho, y tal como la primera vez mi atención se fue directamente al libro amarillo en la última repisa.

-el álbum de fotos... -sabía que estaría mal, lo sabía y aun así no pude retener la curiosidad de ojear un poco en el pasado del mayor. No le haría daño que me enterara de algunas cosas, después de todo ahora estábamos saliendo y era normal que quisiera saber más de mi novio. Además, si no se enteraba no le haría daño. Con todo eso en mente me agaché para alcanzarlo y abrirlo en las primeras páginas.

Lo primero que vi fue la fotografía de un jardín vasto y floreado, la siguiente era de un par de niños abrazados que a toda vista eran Bill y su hermano, había también una foto de un gran perro, paisajes en la playa y algo parecido a un campamento, más fotos de Bill y Will. Bill sonriendo, Bill saludando a la cámara, ganando un premio en la escuela...

No sabía porque tanto misterio para unas fotografías completamente normales, no lo entendí ni siquiera cuando llegué hasta una fotografía que ocupaba toda una página en la que aparecía una mujer de larga cabellera rubia y ojos almendrados, sonriendo como si se tratara de una pintura tan perfecta y lejana que te hacia estremecer. Me acerqué un poco más para verla mejor y pude notar un deje burlón y altanero que conocía muy bien.

No llegué a ver más allá en el álbum de fotos, el libro cayó de mis manos cuando escuché la puerta chocando contra la pared al abrirse y luego en grito de Bill que me hizo sobresaltar. –¿Qué crees que estás haciendo?

-solo estaba... l-lo siento, no pensé que te molestaría.

Bill se acercó con paso firme haciéndome retroceder hasta quedar pegado a la pared, se detuvo frente al álbum para recogerlo y cerrarlo de golpe. No podía verle el rostro pero sabía que estaba furioso. –vete de aquí.

-pero...

-¡QUE TE VAYAS! –un gritó bastó para hacerme reaccionar. De alguna forma el hombre maravilloso de hace unos momentos se había transformado en algo horrible y si de algo estaba seguro era que no me quedaría a verlo ni un minuto más.

Save me (BillDip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora