Quiero ir a casa

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~Bill~

Sabía que llegaría el terrible momento en el que tendría que verlo y enfrentarme con sus ojos siempre llenos de amor, mirarlo a la cara y decirle que ya no podía seguir haciéndole daño, prolongando algo tan imposible como absurdo. Pero esperaba al menos tener algo más de tiempo para prepararme a lo que se venía, no lo esperaba en mi oficina hasta las tres y media con el cabello alborotado y las mejillas arreboladas como de costumbre, me encontré con el de sorpresa esa mañana cuando abrió la puerta del lugar sin siquiera toca y con la más pura angustia pintada en el rostro. –mocoso... Dipper, ¿no deberías estar en la escuela? –el se acercó buscando mis brazos, pero no podía permitirme tenerlo tan cerca o terminaría por arrepentirme y no soltarlo jamás, esta sería la primera cosa sensata que estaba haciendo en la vida.

-eso no importa ahora, señor Cipher. –dijo el menor negando enérgicamente. –escuche, las cosas no salieron muy bien al llegar a casa. Mis padres se enteraron de lo nuestro de forma un poco... precipitada. –aunque no consiguió que lo abrazara, de algún modo logró tomarme las manos y me jalaba hacia la puerta con prisa, casi como un niño ansioso por bajar a ver sus regalos la mañana de navidad. -mi padre estaba furioso, pero estoy seguro de que si usted habla con mi mamá va a convencerla...

-Dipper, no...-dije cansado, pero él me ignoró.

-cuando lo conozca verá que estaban equivocados... además el trabajo no me dificulta la escuela, tengo muy buenas notas. –jalaba con una insistencia que era casi imposible no imitar, si seguía así terminaría haciendo lo que me pedía y bajando detrás de él, no porque tuviera suficiente fuerza para arrastrarme, claro está, sino por el entusiasmo y la inocencia que lo caracterizaban. Una inocencia tan pura que ni siquiera alguien como yo se hubiera atrevido a quebrar. –¡mi madre lo va a amar! Está un poco enojada por las mentiras, pero cuando lo vea...

-no me verá Dipper, ni ahora ni nunca. –dije seco y de golpe para terminar con el martirio de un vez. El castaño dejó de tirar de mi mano y se quedó mirándome dudoso.

-¿Por qué no?

-¿no lo ves Dipper? Esto es absurdo, no sé en que momento pensamos que iba a resultar.

-pero yo lo amo, y sé que también usted me ama... ¿no es suficiente para que funcione? –quizá cualquier otro lo hubiera dicho con rabia o con doloroso sarcasmo, pero no Dipper. El siempre hablaba en serio incluso con las preguntas más complicadas como aquella. –sé que solo soy un niño y que no tengo nada mejor que ofrecerle... pero lo amo.

Quería correr a besarlo y pedirle perdón, decirle que nada importaba y que estaríamos juntos para siempre, pero no iba a condenar al menor a pasar el resto de su vida al lado de un tipo ahogándose en sus problemas, alguien que no podía asegurarle nada más que dudas y su propia inestabilidad constante. Lo siento Dipper... pero hago esto por ti. –no, no es suficiente. –le dije con el dolor de mi alma. -sé que no lo entiendes, pero no podemos seguir con esto.

-entiendo perfectamente. –Dipper tomó aire profundamente y me miró a los ojos, pensaba que a esas alturas estaría llorando o demasiado aturdido para hablar, pero ante todas mis sospechas él seguía de pie sin temblar ni un ápice. Listo para ponerme en mi lugar como tantas otras veces. –entiendo que es un cobarde, y le asusta demasiado luchar por lo que quiere. –dio un paso adelante al tiempo que yo retrocedía, no podía permitir que se me acercara. –prefiere quedarse entre estas cuatro paredes dibujando sobre héroes porque es mucho más fácil ¿no? porque le asusta salir al mundo y darse cuenta de que hay millones de personas reales que también tienen problemas, tan importantes como los suyos. Se está ahogando en un vaso de agua... -le bastaron dos pasos largos y decididos para llegar a mi altura y tomarme por el brazo, pero aunque me sostuvo con firmeza logré zafarme con un grito y una sacudida brusca.

-¡cállate! –espeté al soltarme de su agarré, pero no me d cuenta de que lo tenía tan cerca ni de la fuerza que había usado. Solo cuando estuché el golpe de mi mano en su cara me di cuenta de lo que acababa de pasar. Dipper se llevó las manos a la mejilla instintivamente mientras que su piel pálida se tornaba roja con una velocidad estrepitosa. –Dipper, l-lo siento... no quise... -volví sobre mis pasos para tomar su rostro herido entre mis manos, pero esta vez fue el quien se hizo hacia atrás. En sus ojos no había enfado ni el más mínimo rencor, había algo muchísimo pero, algo que hubiese deseado nunca ver. Dipper estaba asustado de mí.

-no... ya es suficiente. –dijo entrecortado y ahora si contenía las lagrimas. –no lo molestaré más...

-por favor, espera.

-siempre he creído que todos tenemos bondad en nuestro interior, incluso las personas que no pueden verla dentro de sí mismos. –se dejó el rostro libre y se puso derecho, quedando tan alto como se lo permitía el cuerpo. –quise mostrarle que había mucho más que amargura y rabia en su interior, señor Cipher. Aun creo que puede ser un hombre maravilloso, pero... está tan asustado de todo cuanto le rodea que no deja que los demás puedan ver lo que yo vi.

-ya es tarde para cambiar. –bajé los hombros, nunca antes me había sentido tan derrotado, ni siquiera al llegar solo a Nueva York, ni siquiera al escapar de casa... nunca nadie me había hablado de aquella forma.

-lo amo, pero no puedo hacer nada más si usted mismo no quiere cambiar. –entonces dio media vuelta con paso decidido hasta la puerta, pero pareció que lo reconsideraba antes de irse ya que soltó un último suspiro y dijo. –está en sus manos decidir ser un héroe, o un cobarde.

~

~Dipper~

Mamá seguía esperando en el auto, y se quedó mirándome desconcertada cuando aparecí cruzando la calle. Cabizbajo, me subí a los asientos traseros levantándome el cuello de la chaqueta para que no notase la marca que había dejado en golpe del señor Cipher en mi mejilla. -¿todo... está bien, cielo? –dijo olvidando por un segundo las mentiras y los malos momentos que la había hecho pasar.

-no... -solté sin pensar. –nada está bien.

-¿quieres que hablemos? –se giró en el asiento para poner una mano en mi rodilla. –bebé... compraremos dulces y me contarás qué paso.

-solo quiero ir a casa. –solo entonces levanté la cabeza para mirarla y descubrí que tenía los ojos tan dolidos como los míos. Mamá no hizo más preguntas y encendió el motor para partir devuelta lo más rápido posible.

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Holi C: saben... aun no tengo mi banner del fic "como Romeo y Julieta" Si alguien del equipo del concurso está leyendo esto, quiero decirles que quiero mi banner... por favor.

actualizo en seguida!! no se vayan >3<

Save me (BillDip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora