¿Dónde está Dipper?

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Catherine y yo nos quedamos en silencio tras el ruido de la puerta cerrándose de un golpe, me detuve a mirarla esperando que saliera detrás de Bill, pero se había encerrado en sí misma y no hacía más que apretar los puños y llorar, demasiado enojada como para pensar y demasiado herida como para reaccionar. Por eso me atreví a poner una mano en su hombro, ella me miró perpleja quizás preguntándose por qué aun seguía ahí. –lamento todo lo que ocurrió, pero quedarse llorando y recordando el pasado no les servirá de nada a ninguno de los dos.

-no sé que más hacer.

-a veces los padres cometen errores, porque hacen lo que creen mejor para sus hijos y no podemos culparlos por amarnos tanto. –sentía un nudo en mi garganta con cada palabra que salía de mis labios, no pude evitar recordar a mi padre y todas las veces en las que me pregunté por qué no podía aceptarme tal y como era, ahora que veía a Catherine tan dolida y sola pensaba en todas las cosas a las que él había tenido que renunciar por mi y en que nadie le había enseñado como criar a un hijo. Ahora lo veía con un nuevo respeto. -Pero ya es tiempo que deje de pensar. Bill ya es un adulto y no necesita que lo cuiden, solo necesita que lo amen.

-son palabras muy grandes para un muchacho de tu edad.-dijo secándose las lagrimas de las mejillas.

-puede ser, pero no tendrían sentido si deja que su hijo se vaya y jamás regrese. –tomé mi mochila y la bufanda que había llevado conmigo, antes de salir de la sala me giré para quedarme viéndola unos segundos y decirle. –voy a estar hablando con Bill en el auto, si en ese tiempo no se decide a salir de la casa a buscarnos asumiré que prefiere que las cosas se queden como están y no insistiré más en venir... haremos como que nada de esto pasó y la dejaremos fuera de nuestra vida. Pero... si decide salir y darse una segunda oportunidad, estaría salvando a su hijo de pasar el resto de su vida preguntándose por qué su madre no luchó por él.

Al salir de la casa lo primero que vi fue el auto del rubio estacionado justo en frente. Estaba sentado en el asiento del conductor y desde mi lugar podía escuchar la música que sonaba fuertemente dentro del vehículo aun con las ventanillas cerradas. Me subí por el otro lado y le dediqué una larga y melancólica mirada que no fue correspondida, Bill estaba mirando hacia el frente con el ceño fruncido, solo me miró de reojo cuando bajé el volumen de la radio que comenzaba a perforarme los oídos. –lo siento mucho.

-no es tu culpa mocoso.

-sí lo es, no debí presionarte para que vinieras aquí... es solo que esperaba que las cosas salieran mejor.

-eso ganas por confiar en las personas.

-voy a seguir confiando. –el me miró y no pude descifrar qué quería decirme. –la mayoría de las veces las personas nos dañan porque tienen miedo, eso no significa que sean malas.

-¿lo dices por Catherine?

-no solo Catherine, también lo digo por usted. –le acerqué una mano al rostro para quitarle un mechón de cabello que le cubría los ojos, entonces le sonreí como tantas otras veces. –usted no le gritaba a la gente o se encerraba en si mismo porque fuera malo, solo tenía miedo de que alguien pudiera acercarse lo suficiente como para dañarlo de la misma forma que su madre.

-funcionaba hasta hace poco.

-tal vez... pero si cierra las puertas de su corazón no solo evita que le hagan daño, también se aleja de todas las personas que lo aman. –como no se movía aproveché para subirme a horcajadas a sus piernas y entrelazar las manos alrededor se su cuello. No era nada más que eso, un simple gesto para demostrarle lo mucho que lo quería. Bill me abrazó por la cintura y dejó caer la frente en mi hombro. –solo el amor puede curar un corazón herido, señor Cipher... pero tiene que darle una oportunidad.

-no me gusta estar tan indefenso.

-descuide. –le acaricié la cabeza e iba a seguir hablando cuando el sonido de la puerta abriéndose de nuevo me hizo levantar la vista hacia la figura de Catherine acercándose al auto con una tímida sonrisa en los labios. –nadie aquí va a hacerle daño.

-¿Qué hay de Catherine?

-véalo usted mismo. –con un gestó señalé la ventanilla a su izquierda y el rubio se volteó también para quedar mirando el rostro de su madre que saludaba con nerviosismo. Bill volvió a buscarme como si se preguntara qué diablos estaba pasando, yo abrí la puerta y bajé de sus piernas para salir del auto seguido del mayor. Quedamos parados en medio de la calle mirándonos los unos a los otros sin que ninguno se atreviera a hablar primero, al menos hasta que Bill rompió el silencio con cautela.

-¿viniste a disculparte? ¿O a seguir dándome excusas de algo que ya no va a cambiar? Dime... si tanto te importaba ¿por qué dejaste que me fuera? Y si aun quieres arreglar las cosas por qué tuviste que esperar a que yo viniera a verte y... y... -de pronto se quedó callado de la pura sorpresa. Catherine le había abierto los brazos con toda la dulzura de la que una madre era capaz.

-te he extrañado mucho, Bill. –el rubio respiró hondo y le temblaron las manos cuando se acercó a devolverle el abrazo a su madre, ese abrazo que llevaba esperando durante seis años y del que estaba siendo testigo. Solo cuando la tuvo firmemente entre sus brazos le dijo con la voz rota de la emoción...

-también te extrañé... mamá.

~

Narra Penny

Dipper había faltado a clases ese día, y aunque le pregunté varias veces a Mabel no conseguí sacar nada en claro. Había dicho que se fue caminando más temprano que de costumbre en lugar de esperar a que su padre los fuera a dejar, dijo también que no sabía dónde se había metido y por su expresión preocupada decidí creerle.

Eran las tres y las clases habían terminado, luego de pasar por los casilleros salimos al estacionamiento, pero antes de llegar a nuestro destino vimos a la señora Pines fuera de la oficina del director con el rostro sombrío y asustado. Mabel corrió hacia ella a preguntarles que ocurría, justo entonces las puertas de la oficina se abrieron dejando salir al padre de los gemelos seguido del director.

-¿tienes idea de donde está tu hermano Mabel? –dudó un segundo antes de responder y solo con verla sabía que debía estar hecha un lio para cubrir al castaño.

-puede que esté entrenando en el patio trasero... creo que el equipo se junta ahí los lunes.

-no lo creo. –dijo un tercer hombre que salía del despacho del director, era el profesor de deportes que lucía mucho más serio de lo habitual. –Pines no sabría ni siquiera cómo batear una pelota... no está en el equipo de baseball ni en ningún otro.

-¿Dónde está mi hijo? –dijo la señora Pines al borde de un ataque de histeria.

-¡contesta Mabel! ¿Dónde está tu hermano? –Mabel miraba a todos los adultos alternativamente sin decidirse a actuar, si ni siquiera ella sabía dónde estaba Dipper solo había una solución para encontrarlo antes de que fuera demasiado tarde.

-señor Pines. –dije avanzando con temor. –yo sé dónde puede estar Dipper.

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hola personas bellas C: ¿cómo están? espero que bien y que hayan disfrutado de este capítulo, me puse muy sensible al escribirlo así que ahora voy corriendo a darle un abrazo a mi mamá. ¿que creen que pasará? DD: ni yo lo seeeeee (no, no es cierto... tengo todo fríamente calculado)

¡¡¡tengo una pregunta para ustedes!!! si fueran un personaje de alguna serie/manga/cualquier cosa yaoi ¿cual serían? no se vayan del capítulo sin contestarme en los comentarios por favor UwU en serio quiero saber. Yo tengo claro que sería Onodera Ritsu, en especial en sus días de escuela somos super parecidos, escalofriantemente parecidos, así que si algún día se preguntan como es mi personalidad solo tienen que ver sekaiichi hatsukoi.

eso es todo <33 besos >3<

Save me (BillDip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora