12.

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Mario Bautista 


Sacudí mi cabeza mientras que me levantaba del suelo.

Después de esto me iría de putas. El simple hecho de pensar que __________podía ser la chica de mis sueños me aterraba. Yo no podía siquiera pensarlo, no.

Ella no lucia muy sorprendida por mi respuesta.

—Wow, —habló por fin. —Eres una persona muy exigente.

Di un suspiro muy largó, ella era muy inocente aún pues no se había dado cuenta que la estaba describiendo a ella.

Entonces una duda llegó a mi cabeza. Ahora yo quería saber cómo le gustaban los chicos a ella. Cuál era el prototipo de chico perfecto que ella deseaba. No me pregunten por qué quise saberlo.

—Y... ¿Para ti quien es el chico perfecto? —le pregunte.

Ella dejó de grabar y me miró.

Al parecer estaba pensando muy bien en su respuesta.

Púes...supongo que aquél que me haga reír, que me proteja...

¿Un payaso ninja?—la interrumpí y ella me miró mal. —Lo siento, prosigue.

—Gracias, —me dedicó una sonrisa fingida—. Pues mira... Los chicos perfectos solo son personajes ficticios, son famosos, son gays, tienen el doble de edad, tienen novia, viven del otro lado del planeta, y ni siquiera saben que existo. Es absurdo que te diga el prototipo de chico perfecto si de todos modos el chico perfecto es ficticio.

Entonces... ¿Me estaba tratando de decir que yo no existía? ¿Yo no era su chico perfecto?

Vasta Mario, estas sonando como Marica.

—Solo quiero que me digas características, deja aún lado si existe o no.

Ella rodó los ojos.

—Púes que me enseñé nuevas cosas. —se encogió de hombros sin darle más importancia a esta conversación.

— ¿No prefieres a uno que comparta tus mismos gustos?

—No, —negó relajadamente—. En vez de encontrar a alguien con quien compartir mis mismos gustos prefiero a alguien que me enseñe cosas que no sabía que me gustaban.

Sólo me límite a asentir.

—Pues, hay que regresar a casa, no creó que nos dejen entrar al instituto. —ella dijo.

— ¿No tienes hambre? —le pregunté desciendo el tema.

Esa señora gorda me había sacado hasta la comida de hace una semana. Me moría de hambre y me vendría bien pasar a un McDonald's por una Big Mac con papas y un helado. La mejor mezcla eran las papas con el helado.

—Un poco, pero puedo aguantar hasta llegar a casa.

—Pues yo no creo aguantar tanto, así que pasaremos por comida a McDonald's. —le dije.

 *  *  *

Fue difícil que aceptara porque se negaba a que yo le pagara su comida, pero después de varios intentos logre convencerla.

______________ se encontraba manejando mi preciado lamborghini porque al parecer la caída de la señora gorda sobre mí si había tenido lesiones. No muy graves pero prefería no moverme mucho ya que no me quería lastimar más y tenía un importante partido el viernes.

Llegamos a la cabina de McDonald's para pedir nuestros alimentos.

Una chica se asomó por la cabina para pedir nuestra orden. Ella me miró y al darse cuenta de mi presencia, abrió los ojos como platos.

Mierda, era la chiflada que estaba enamorada de mí. Tanto me había costado deshacerme de ella para que ahora todo se valla a al carajo. Desdé hace días la había evitado a toda costa y al parecer ella se había dado por vencida. Pero ahora. No quería más de ella. Mandy lleva acostándome desdé tercero de secundaria llenándome de actas de matrimonió esperando a que yo las firme para casarme con ella.

Cosa que definitivamente no haría.

— ¿Mario? —me llamó. —Gatito eres tú, por fin te encontré.

Ahg, odiaba con toda mi alma que ella me llamara "Gatito" por esa misma razón comencé a odiar a los gatos.

Y todo era culpa de ella.

___________ soltó una pequeña risa. Genial, solo genial. Ahora ella me molestaría con eso.

Mandy dirigió su vista hacía mi acompañante y su cara comenzó a transformarse en sería. Al parecer ella estaba enojada ahora.

— ¿Quién es está zorra?

___________ dejó de reírse y abrió su boca indignada por haber sido llamada de esa manera. _____________ iba a hablar pero me le adelanté. No quería crear un problema porque sabía que Mandy está loca y podía cometer estupideces.

—Ella es mi novia. —le dije a Mandy.

— ¡¿QUÉ?! —gritó mandy molesta. —Asesinaré a esta zorra de mierda.

Mierda, la había cagado cabrón.

Mandy si era capa de eso. Ella estaba loca. Pronto la maniática de Mandy se encontraba tratando de salir de la pequeña ventanita dónde pedíamos la comida.

Ella de verdad quería asesinar a __________.

— ¡Arranca! —le grité a _________— ¡JODER ARRANCA!

Y ella lo hizo.

____________ arrancó lo más rápido que pudo. Miré por el retrovisor como Mandy corría detrás de nosotros. ¿ELLA DE VERDAD PUDO SALIR POR ESA PEQUEÑA CABINA? Al parecer sí.

Y ahora nos estaba persiguiendo.

¿Qué más nos tenía que pasar?

—Gira por ahí. —le indiqué con mí mano derecha para que girará hacia hacía la izquierda. Era un pequeño callejón.

Y por fin pudimos escapar de esa loca maniática.

*  *  *

Ella estacionó el coche en su casa y se giró pata mirarme.

—Sabes, yo había visto a esa chica. —comentó.

— ¿Enserio? ¿En dónde?

—En Animal Planet.

Una risa salió de mi boca. Esta chica era increíble.

—Tengo que entrar a casa. —me dijo antes de abrir la puerta, pero al perecer recordó algo pues se giró de nuevo hacía mí. —Gracias.

— ¿Por qué?

—Tenías razón. Realmente me la pasé genial, fue muy divertido. —me dedicó una sonrisa y sin decir más salió de mi coche.

Y yo recordaría muy bien esa sonrisa.

______________ Vega


Ahora me encontraba en mi habitación tendida en la cama en posición fetal abrazando mi almohada.

Desdé hace un rato que había llegado a casa no podía dejar de pensar en una sola cosa. Y no sabía si era bueno o malo.

Durante un largo rato le ordené a mi cerebro a no pensar en Mario, pero inútil.

Luego de una constante lucha conmigo misma, mi mente había ganado la batalla.

Me encontraba pensando en Mario Bautista más de lo que debía. Y eso no me agradaba en absoluto.

El testigo de Andrés «mb»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora