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POV Omnisciente

Edgar, unos cuantos minutos después se separó del beso, recuperando el razonamiento.

-Eddie...

-No puedo, Naiko.-Dijo Edgar, de inmediato pensando en Manuel.-No mientras no sepa que hacer. Lo lamento.

-No importa, yo sabía que estar en un trío amoroso no es muy lindo, pero sigo acá.-Dijo Naiko, indiferente.

-Me gustaría que las cosas no fueran así, de verdad.-Dijo Edgar, levantándose de la cancha de pasto.-Tengo que hablar con Manuel.

Edgar caminó hacia su habitación cuando Naiko dijo algo más.

-Qué vas a hacer?.-Preguntó Naiko, algo entrometido en el tema.

-Lo que me conviene a mí.-Le contestó Edgar, sin mirar atrás.

Edgar caminó hacia su habitación, como quedaba algo cerca no creía que necesitaría ir con la agilidad vampira.

Llegó a su habitación, y lo primero que vio fue una nota/carta en su cama. Desde lejos pudo reconocer que era la letra de Manuel. El ruliento se apresuró a tomar la nota, sin saber porque Manuel le dejaría una carta.

"Pequeño vampiro, si estas leyendo esto, tal vez ya es demasiado tarde. Me voy de Chile, Edgar. Quiero comenzar una nueva vida. Si te preguntas porque lo hago, te digo que es lo mejor para los dos. Te hice sufrir, y te dejo ir. Espero que Naiko sea la mejor pareja para ti, que sea mejor de lo que yo fui. No quiero que te sientas mal por esto, es mi decisión. Se que nunca te dije esto cuando estaba aquí, pero te amo.

Que tengas una feliz eternidad Edgar.

Te ama, Manuel."

Edgar dio vuelta la carta, esperando que le diga que es una broma o algo así, o que lo encontraría en su habitación para al menos seguir discutiendo. Pero nunca fue así.

Edgar soltó la carta y uso su aceleración sobrenatural para llegar a la habitación de su novio o ex-novio ahora.

Era verdad lo que había escrito Manuel, la mayoría de las cosas de este no estaban. Para aumentar la depresión del pequeño vampiro, solo quedaban los recuerdos de Manuel y él.

No tenía idea de que hacer, Manuel podría estar en cualquier parte ahora, haría lo que pudiera solo para irse de inmediato de ahí.

Se le había quedado una polera a Manuel, Edgar la sacó delicadamente, este sería una de sus únicas cosas que tendría de Manuel.

De verdad el ruliento no sabía porque siempre todo lo malo le ocurría a él. Llamaría a Jaime o a Nicolás pero sabían que estos dos debían estar bastante ocupados.

De repente a Edgar se le ocurrió algo, utilizó la velocidad sobrenatural y saco también una maleta. Colocó las cosas más importantes en esta y la cerró. No hace falta decir que uso su rapidez vampírica para llegar a al aeropuerto.

Edgar intentó pensar en que hubiera hecho Manuel, y de inmediato recordó que Manuel se iría en cualquier avión que solo se fuera de este país.

Edgar compró un boleto al vuelo más cercano fuera de Chile y se dio cuenta que ya estaban abordando. Dejó su maleta y se fue corriendo a hacer que lo revisen y cosas así.

Vio a Manuel entrando al avión, así que se apresuró más y hizo que de inmediato le vieran el pasaporte, cedula y boleto.

Manuel se sentó en asiento, que era en la ventana. Mejor, así pensaba las cosas. Manuel nunca creyó que Edgar lo hubiera ido a buscar, y claro que ni se le ocurrió que este viajaría con él. Y por pura cuea, el asiento de Edgar, era al lado de Manuel.

Edgar sintió como volvía a respirar al ver a Manuel mirando por la ventana, y se rió silenciosamente al notar que se tenía que sentar al lado de él.

Manuel sintió a alguien sentarse al lado suyo, pero no le tomó importancia.

-Sabes que no te vas a poder liberar de mí, cierto?.-Preguntó Edgar, mirando a Manuel.

Manuel, en el momento que escucho la voz del pequeño vampiro, se colocó tenso y dejó de mirar por la ventana para después mirar al ruliento.

-Cómo sabes que...

-Pensé como tú y sabía que te irías en cualquier avión que se fuera de Chile.-Contestó Edgar, interrumpiendo a Manuel, sabiendo lo que iba a decir.-Yo voy donde tu vayas, Manu.

-Creí que lo que querías ahora era al Naiko.-Dijo Manuel, de verdad no entendiendo ni una wea.

-Lo creí, unos minutos en realidad, lo que duró el beso.-Dijo Edgar pausadamente.-Pero después me di cuenta que no podría dejarte. Aunque ya no seamos humanos, seguimos cometiendo errores como ellos, y te apuesto a que cometemos aún más que ellos.-Finalizó Edgar, para después añadir algo más.-Yo también te amo, Manu.

Manuel se sonrojó al recordar que le había escrito eso en la carta.

-Sabes al menos adonde vamos?.-Preguntó Manuel, cambiando de tema.

-No me importa, yo iré donde quieras que tú estés.-Respondió Edgar, con una leve sonrisa.

-No nos quedaremos mucho, sabes que Jaime y Nicolás nos necesitaran.-Avisó Manuel, como toda una pasiva.

-Si es eso lo que quieres, esta bien.-Dijo Edgar, acercándose un poco a la cara de Manuel, pero este lo detuvo.

-Nada de eso, hasta que te laves los dientes y bien los labios. Sería como besar al lobo.-Dijo Manuel, sacando su celular y audífonos.

-No vamos a discutir por lo que pasó cuando lleguemos a donde vamos?.-Preguntó Edgar, como si estuviera suplicando que por favor no pelearan.

-Como tú dijiste, haré como que nunca paso.-Dijo Manuel lentamente.-Pero eso no significa que siempre ignoraré estas cosas.

-Lo tengo claro.-Dijo Edgar, con una sonrisa en su cara.

Manuel se colocó uno de sus audífonos y el otro lo compartió con Edgar.

-Sabes que Jaime mañana se va a dar cuenta que nos fuimos? Y va a estar furioso.-Advirtió Edgar, colocándose el audífono en su oído.

-Espero que el Nico nos cubra en esta.-Dijo Manuel, mirando unos segundos por la ventana.

-Bueno, conociendo como es Jaime con Nicolás, demás que nos perdona solo por él.-Dijo Edgar, dándole la razón en esto a Manuel.

Edgar tomó la mano de Manuel, y empezaron a escuchar música, la mayoría del tiempo, mirándose a los ojos.

Hybrid. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora