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POV Omnisciente

Manuel, cuando colgó, quedó en shock unos minutos. Edgar lo miró algo raro desde la cama. Se habían hospedado en un hotel por unos cinco días.

-Qué pasó Manu?.-Preguntó el ruloso, viendo que Manuel no reaccionaba para nada. A diferencia de Jaime, Edgar no escuchaba las llamadas de otros.

-Hay hombres lobos que quieren matar a Jaime, pero como no pueden, intentaran herir a lo que él ama más. Nicolás.-Dijo Manuel, mirando a Edgar, sin expresión.-No podemos quedarnos.

-Lo tengo más que claro.-Dijo Edgar, levantándose de la cama y comenzando a guardar las pocas cosas que habían sacado de las maletas.

-Sí, pero también hay otro problema.-Dijo Manuel, haciendo que tuviera toda la atención del pequeño vampiro.

-Cuál más de los tantos que tenemos?.-Preguntó Edgar, aún más preocupado.

-Naiko le dio un consejo a Jaime, este es sobre...

Mientras Manuel le explicaba a Edgar, el híbrido estaba durmiendo ahora, y Nicolás no se demoró tanto en volver a quedarse dormido. Qué les puede decir? Jaime era bastante cómodo para dormir.

Ninguno de estos dos se dio cuenta cuando llamaron a Naiko, y menos cuando este salió de la mansión.

Al lobo lo había llamado el alfa de su manada. Cosa que era rara en verdad, ya que él nunca les servía en nada en sus misiones.

-Qué pasa?.-Preguntó Naiko, encontrándose con sus compañeros de manada.

-Tú sabes que estamos metidos en el plan de matar al novio del híbrido ese, cierto?.-Preguntó unos de sus compañeros, mirándolo seriamente.

-Sí, por qué la pregunta?.-Preguntó y contestó Naiko al mismo tiempo.

-Quería tenerlo claro.-Respondió su compañero beta, mirando atrás de Naiko.

-Por qué...

Naiko no pudo seguir hablando, cuando sintió algo clavándose en su espalda.

-Nosotros no aceptamos traicioneros, Naiko.-Dijo el alfa, sacando la daga de la espalda de Naiko, para después clavársela directo en el corazón.

Naiko cayó al suelo, moribundo, con sangre saliendo de su boca. Cada segundo era peor y más doloroso para el lobo hasta que unos pocos segundos después, Naiko cerró sus ojos, para siempre.

-Era necesario?.-Preguntó una de las omegas, mirando con lastima el cuerpo inerte de Naiko.

-Sí.-Respondió el alfa, mirando seriamente a la omega.-Acaso lo defiendes? Quieres seguir tú?.

La omega, con miedo, negó rápidamente con la cabeza.

Edgar y Manuel ya estaban en el avión, viajando devuelta a Chile, cuando de repente el pequeño vampiro sintió que algo iba mal. Sintió un hueco en su pecho, casi dejándolo sin aire.

Manuel miró preocupado esto, y le tomó la mano al pequeño vampiro.

-Estas bien, Eddie?.-Preguntó Manuel, acariciando ligeramente la mano de Edgar.

El ruloso lo miró unos segundos, y asintió. Cuando Manuel tocó su mano, se había aliviado el dolor y se podría decir que había llenado ese hueco que sentía en su pecho.

-Solo sentí como que algo se separaba de mí.-Dijo Edgar, confundido por lo que paso.-Fue raro.

Manuel lo observó unos segundos más, y asintió. El primero en ningún momento soltó la mano de Edgar. Durante el viaje se recargo en el hombro del pequeño vampiro.

Horas después, mientras Nicolás se estaba bañando, tocaron la puerta. Menos mal que Jaime estaba despierto y fue a abrir la puerta. Al principio no observó nada, pero después olió sangre y miró el piso. Los hombres lobos habían dejado el cuerpo de Naiko al frente de la puerta.

-Mierda Naiko, lo lamento mucho.-Susurró Jaime, sintiendo un nudo en su garganta.

Cargó el cuerpo de Naiko, cerró la puerta rápidamente y usó su velocidad híbrida para llegar al sótano. Dejo a Naiko sobre una mesa.

-Yo te metí en esto y mira como acabaste.-Murmuró Jaime, mirando el cuerpo de Naiko.

El híbrido mordió su brazo, de este comenzó a salir un liquido rojo y de inmediato se lo colocó en la boca a Naiko, haciendo que el cuerpo inconscientemente lo mordiera.

Tenía que al menos intentarlo. Jaime esperó unos minutos, hasta que escuchó la voz de Nicolás llamándolo. Jaime de inmediato cubrió el cuerpo con una manta y salió del sótano rápido, sin antes darle una ultima mirada a Naiko.

-Qué estabas haciendo en el sótano?.-Preguntó Nicolás, algo extrañado y curioso.

-Estaba viendo si estaban mis cadenas todavía, para la próxima luna llena.-Dijo Jaime, con una excusa bastante buena.

-Pero Jaime, no es necesario, ya hemos hecho el amor, varias veces, además si tienes ganas de hacerlo ese día, por qué no?.-Preguntó Nicolás, con una sonrisa traviesa.

-Despertaste algo travieso, no cariño?.-Preguntó Jaime con una voz ronca.

Nicolás asintió con una sonrisa, y después besó a Jaime. El híbrido abrió los ojos cuando notó que de su brazo chorreaba algo de sangre. Jaime se separó del beso y mordió el cuello de Nicolás, haciendo tres cosas a la vez. Primero marcar a Nicolás, segundo proporcionarle placer a este, tercero y último recuperarse con la sangre de este.

Minutos después, Jaime se separó, mirando a Nicolás con sus ojos de alfa.

-Manuel y Edgar vienen de vuelta a Chile.-Avisó Jaime, tomando la mano de Nicolás, guiándolo a su habitación.

-Tan rápido?.-Preguntó Nicolás, confundido, añadiendo algo más.- Acaso pelearon o algo así?.

-No, claro que no. Creo que ya nos extrañaban.-Dijo Jaime riéndose. Sabía que era mentira, todo era culpa de Jaime, o al menos así lo sentía el híbrido.

-Igual los extrañaba.-Dijo Nicolás, riéndose levemente.-Jaime, no has visto a Naiko? Me parece raro que no lo hayamos escuchado o visto.

Jaime tragó algo de saliva y también sintió un nudo en la garganta.

-Creo que tenía cosas que hacer en otra ciudad, algo de su manada.-Dijo Jaime, casi costándole hablar.

Naiko ya estaba muerto, y ni la sangre del híbrido podría regresarlo.

-Me hubiera gustado despedirme de él al menos.-Dijo Nicolás, entrando a la habitación de Jaime.

-Sí, a mí también me hubiera gustado despedirme de él.-Murmuró Jaime, mirando el piso.-Creo que a todos nos hubiera gustado.

-A qué te refieres?.-Preguntó Nicolás, mirando a Jaime, sentado en la cama.

-Digo, me refiero a todos como a Edgar, tal vez lo extrañaría, es su alma gemela después de todo.-Dijo Jaime, inventando otra escusa. En su cabeza reemplazó "es" por "era".

-Supongo que tienes razón.-Dijo Nicolás, dándole la razón.

Jaime acostó a Nicolás en la cama y colocó las piernas de Nicolás en su cintura.

-Te amo.-Murmuró Jaime, con los ojos cerrados, apoyando su frente contra la de Nicolás. La muerte de Naiko lo había dejado algo sentimental y culpable.

-Yo también te amo.-Dijo Nicolás, depositando un pequeño beso en los labios de Jaime.

Jaime abrió sus ojos y observó cada rastro de Nicolás, queriendo memorizarlo. Acarició la cara de Nicolás, desde la frente hasta el mentón, como adorándolo. Y no es como si fuera mentira.

Jaime adoraba a Nicolás.

Hybrid. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora