Capítulo 8: Abrir y Cerrar de Ojos

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Abro mis ojos con mucha dificultad, mis párpados de alguna manera pesan demasiado. Observo un techo blanco y alto. No es un blanco como el que ví cuando estuve en aquel paraíso al que llamo cielo, porque definitivamente ese era el cielo, y yo estaba muerta.

Me dieron una segunda oportunidad. ¿Por qué?

Me siento un poco confundida y desorientada cuando intento levantar mi cabeza y ver a mi alrededor. Todo mi cuerpo duele y se siente debilitado con solo hacer esto.

Una persona se encuentra durmiendo en lo que parece ser un sofá. No logro reconocerla.

Veo por la ventana, está oscuro, es de noche. ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Fijo mi vista a mi pierna izquierda, esta enyesada y levantada, sujeta por unas especies de cintas que cuelgan del techo.

Recuesto mi cabeza en la almohada, cierro mis ojos con fuerza y me tomo el tiempo necesario para despertarme por completo y descubrir en donde estoy y porque.

Inmediatamente pequeños fragmentos de recuerdos llegan a mi mente.

Un fuerte golpe, estruendos, vidrios rotos, todo volviéndose negro, después todo blanco, el cielo, el niño angelical, gritos de personas, yo cubierta de sangre, cuerpos...

Esto es mucho para mí en estos momentos. Me desespero y mi ritmo cardiaco comienza a acelerar, haciendo que el monitor que hace "bip" con cada pulsación aumente de velocidad.

Me quito la mascarilla de oxigeno y comienzo a moverme desesperadamente tratando de levantarme, pero mi pierna enyesada y los cables que están conectados a mí, me lo dificultan. A los pocos segundos siento unos brazos sostenerme por los hombros, para luego abrazarme. ¡Auch! Esto duele.

De inmediato reconozco su perfume, Mason.

Mi jodido tío Mason. ¿Mi papá no pudo escucharte y esperar por ti?

Ahora me arrepiento de no haber esperado por él. Nada hubiese sucedido si lo hubiéramos esperado; ni siquiera perder el avión hubiera importado tanto.

Poco a poco, mientras sus brazos me rodean, me tranquilizo. El "bip" del monitor comienza a desacelerar. Siento lágrimas caer de sus ojos, que se posan en mi muy alborotado cabello.

No puedo evitar llorar pegando mi rostro contra su pecho, al tiempo que logro abrazarlo con la poca fuerza que me mantiene sentada. A este punto, los cables que estaban conectados a mí se han caído.

-Lo siento... lo siento mucho. No... debimos... irnos... sin ti -digo con voz entrecortada. Hablar duele mucho, casi no sale voz de mis cuerdas vocales.

-Shh... no pasa nada, acuéstate -ordena y me ayuda a recostarme en la camilla.

Yo solo lo observo mientras él abre la puerta de la habitación y grita el nombre de un doctor.

Se devuelve hacia mí. Se nota que ha estado llorando mucho, sus ojos están muy irritados y tiene ojeras; su aspecto en general es un desastre.

-Tardaste mucho en despertar, siempre tuvimos esperanzas en ti -murmura dándome una pequeña sonrisa, lo suficientemente pequeña como para darme cuenta que aunque despertara no todo está bien.

Estaba a punto de hablar pero un doctor de mediana edad entra en la habitación.

-Disculpa mi tardanza, estaba descansando y no imaginé que despertaría ahora. -Le indica a mi tío para luego dirigirse hacia mí-. Bien, señorita, ahora debes sentirte cansada y un poco desorientada. Podrías tener dolores para moverte e incluso para hablar.

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