Capítulo 18: Seguir Adelante

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Enero, 2015.

Más de un mes después, me han dado de alta del hospital. Por haber estado cinco meses acostado, me costó mucho caminar y moverme, por lo que cada día tenía terapias hasta que pude recobrar la agilidad que tenía antes.

Lo primero que hice al llegar a casa fue ducharme y colocarme un traje elegante. Comí un poco y me dispuse a escribir un discurso, uno que ahora planeo dedicarle a mi hermano.

Me encuentro en el cementerio en donde lo enterraron hace casi seis meses. Como no pude estar en el funeral, he decidido organizar uno para mí solo. Mis padres me han dejado tranquilo con respecto a mi decisión, ellos quieren darme mi espacio para expresar el luto a mi manera.

Quiero que sea un funeral bien hecho, así que invité a un sacerdote para que diera unas palabras mientras solo observo en silencio la lápida.

Después de unos largos minutos, el sacerdote finaliza, dándome paso para hablar ahora.

–Hola, Adam, o mejor dicho, espíritu de Adam. Donde quiera que estés, hermano, quiero que escuches lo que tengo para decirte. –Hago una pausa de pocos segundos, en donde el sacerdote me observa fijamente–. Cuando llegaste a mi vida solo tenía tres años de edad y no sabía cómo cuidarte, aun así le prometí a mis padres que sería el mejor hermano mayor del mundo, y eso fue lo que hice a medida que pasaba el tiempo. Recuerdo que cuando tenías once años, me dijiste que te apasionaba la ciencia y los números, y que algún día te gustaría ser un científico loco que haría pociones en una guarida secreta. –Sonrío un poco con el recuerdo–. Pensé que estabas bromeando, y al año siguiente me sorprendiste cuando compraste muchos libros y te convertiste en una especie de chico nerd, uno al que yo admiraba demasiado, ya que nunca pude ser como tú. No me consideraba un bruto o algo por el estilo, solo que a mí me apasionaban cosas diferentes a las tuyas. Si, las chicas y las fiestas lo eran en un principio, pero luego llegó ese día que nunca olvidaré. Tenias catorce años cuando rompiste un jarrón costoso de nuestra madre, y ella casi se vuelve loca por eso; yo te defendí como nunca antes lo había hecho, incluso dije frases que había escuchado de diferentes series de abogados en la televisión; para mí fue el primer caso que resolví, y fue el momento en el que me di cuenta de que las leyes eran lo que realmente me apasionaba. El mundo de las fiestas me gustaba, pero muy en el fondo sabía que era eso lo que quería hacer, estudiar leyes. En otras palabras, fue gracias a ti que me plantee una meta en la vida, tarde, pero lo hice. Así que te agradezco, Adam, por haberme hecho abrir los ojos. –Un fuerte nudo se forma en mi garganta–. Trataré de cambiar por ti, hermano. –Mi voz se quiebra y siento la mano del sacerdote en mi espalda. Lo observo a los ojos y él me da un asentimiento de cabeza, indicándome que continúe–. No dejaré que todas las palabras que gastaste en mi se desvanezcan en el aire. Tomaré cada consejo y charla motivacional que me diste y me convertiré en un hombre nuevo, te lo prometo. Finalmente, quiero decirte que te extrañaré demasiado, trata de no extrañarme mucho por allá. –Río un poco–. Algún día nos volveremos a encontrar, por los momentos, cumpliré mi misión en este mundo. Te amo, hermano. –Finalizo, sintiendo como la lágrimas caen por mis mejillas.

Con mi mano le indico al sacerdote que ya puede retirarse, él solo me sonríe y se aleja poco a poco.

Paso unos minutos más llorando de manera silenciosa. Cuando decido que es el momento de irme, coloco un pequeño ramo de flores al pie de la lápida y me alejo por el mismo camino que recorrió el sacerdote momentos atrás.

***

Ha pasado poco más de un mes desde que visité a Adam en el cementerio, y desde allí me he convertido en indigente.

Llevo la misma ropa de todos los días, hasta vestirme se ha hecho algo imposible de hacer con mi estado de ánimo. La última vez que recuerdo haberme duchado fue hace unas dos semanas atrás.

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