Capítulo 32: ¿A qué juegas, Rizvana Jones?

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Zac

No sé porque las personas con dinero se esfuerzan tanto para que sus casas luzcan como verdaderos hoteles lujosos.

Desde que entré a la casa de Rizvana he tratado de no lucir intimidado con toda la decoración, pero es imposible, me siento realmente incómodo rodeado de tanta... elegancia costosa.

Es como si estuviera en una especie de castillo.

Como sea. Intentaré olvidar todo a mí alrededor para solo enfocarme en ella.

Rizvana se encuentra envuelta en una clase de discusión con sus amigos.

Parece que la hispana le ocultó que se iría a Nueva York, y ella no logra asimilar que sus amigos intentaban protegerla de... no lo sé.

Quizá de ella misma.

Tras una exclamación molesta por parte de Rizvana, un impulso me hace querer abrazarla para demostrarle mi apoyo, así que lo hago.

Noto que no lo toma tan mal, porque no se suelta de mi agarre sino hasta unos largos segundos después.

Parece que hice bien.

Vuelvo a mi posición de hace unos momentos atrás y observo como ella se abraza con su amiga. Creo que ya han resuelto sus asuntos.

Después de una intervención por parte de Madison, todos caminan hacia la puerta principal, dejándome solo en la inmensa habitación que llaman sala.

Es una gran habitación rectangular, en donde las paredes son de color marfil y el piso de una madera tan brillante que mi figura se refleja en ella.

Justo a mi derecha se encuentra un ventanal, adornado con unas cortinas de color beige con apliques dorados.

Súper elegante.

A mi izquierda hay un inmenso sofá del mismo color de las cortinas, en donde podrían dormir dos personas cómodamente.

Frente a mí se encuentra un sofá más pequeño, que es idéntico a este, en donde estoy sentado. Diría que es su compañero.

Ambos del mismo color beige del sofá y las cortinas.

Finalmente, tras de mí está la entrada a la sala, la cual es un gran arco de color blanco; y en el fondo, a mi izquierda, hay una puerta blanca, que no tengo ni la más mínima idea de a donde lleva, pero se ve elegante, tan elegante como la gran lámpara de cristal que ilumina la habitación.

Y tan elegante como los adornos en las repisas que se encuentran en las paredes.

Incluso los marcos de las fotos familiares, ese espejo de forma extraña y la chimenea, que no parece ser una, son elegantes.

A mi madre le encantaría estar aquí, fuera o no su primera vez. Pero yo estoy abrumado, es mucho para mí.

Un carraspeo de garganta me hace girar por completo, encontrándome a Rizvana sonriente tras de mí.

Que linda se ve así.

-¿Te gusta? -pregunta, y por un momento me siento confundido. Ella ríe entre dientes y se acerca a mí-. Hablo de la decoración. -Oh, vaya. Creo que notó que estaba observando mucho todo.

-Oh... Bueno, es lindo. Bastante elegante. Créditos a la decoradora, tiene buen gusto. -Ella me da una sonrisa ladeada.

-No te gusta, ¿cierto? -pregunta sentándose en la también elegante mesa del centro.

-No, no es eso. Solo que toda esta elegancia es mucho para mí. Creo que nunca había entrado a un lugar tan lindo como este, y confieso que me siento algo intimidado -digo tratando de sonar lo más tranquilo y pacífico del mundo. Ella solo sonríe.

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