Capítulo 23: Su Historia

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–Estás loca si piensas verte con ese chico hoy. –Resopla Nathan–. ¿Cuándo fue que lo conociste? ¿Hace unos días?

–Ayer –responde Madison antes de que yo pudiera hacerlo.

–No estoy de acuerdo, no lo harás –sentencia Nathan llevando sus manos a su cintura.

–No eres mi padre, Nathan. Te recuerdo que él murió. Además, soy mayor de edad y puedo tomar mis propias decisiones. Así que puedo ver a quien yo quiera. –Nathan parece molesto. A veces me desespera cuando se comporta así de sobreprotector.

Las veces que un chico se me acerca, Nathan hace el mismo escándalo de "no lo puedes ver", "no es bueno para ti", "debes cuidarte de los chicos malos".

Prácticamente él ha alejado a todos mis pretendientes. Tampoco es que he estado molesta por eso, las clases y el trabajo me mantenían lo suficientemente ocupada como para tener un novio. Aunque si tuve uno hace mucho tiempo.

Con respecto a eso, a mis quince años conocí a un chico súper lindo en un parque de diversiones, en unos pocos meses nos hicimos muy amigos, y al cabo de un año se convirtió en mi novio.

Todo era mágico con él. Toda su persona me llenaba de pasión, mis sentimientos hacia él eran sumamente fuertes. Lo amaba.

Tuve la oportunidad de experimentar con él mi primera vez, y las, al menos, diez veces más.

Si, para ser honesta, tuvimos relaciones sexuales varias veces, por lo que durante ese tiempo me sentía una zorra, pero una zorra llena de vida, pues, aunque fuera malo o bueno, no puedo describirlo porque era el primero, me sentía bien y lo más importante, feliz.

Después de unos siete meses de relación, llegó el momento en donde la felicidad se acaba. El chico, para no mencionar su nombre, ya que me prohibí hacerlo porque considero que trae malas energías, se volvió muy dominante, él quería tener el control de todo lo que yo hacía y quería que solamente lo tuviera a él de amigo.

En otras palabras, quería que me alejara de mis amigos y convertirme en una persona diferente a la que yo era, o mejor dicho, a la que soy, y no podía permitir eso.

Descubrí un lado suyo que no me gustaba realmente, sentía que me asfixiaba y que debía alejarme. Así que eso fue lo que exactamente hice. Me alejé, y coloqué esa "barrera anti–chicos" solo porque creía que todos serían como él, aunque estaba segura de que no era así. Me plantee la idea de que no necesitaba a un chico para ser feliz, que podía encontrar la felicidad nuevamente sola.

Desde allí no he salido con nadie más, como ya dije, me mantuve trabajando y dedicándome a mis estudios, por lo que no me interesé más por una relación. Aun así, Nathan se encargó de alejar a todo aquel que me dedicaba una sonrisa y me tendía su número telefónico, solo porque "no eran para mí".

Ahora, no es que me interese realmente, solo busco una distracción, y Nathan se comporta idiota, como de costumbre, con este asunto.

A veces pienso que le gusto, pero luego recuerdo que también es así con las chicas y lo olvido por completo.

–Solo cuídate, Riz. Sé que estás débil como para confiar en cualquier persona que conozcas –dice dándome un abrazo.

–Por esa misma razón confiaré en el. Pasó por una situación similar a la mía, así que él sabe cómo lidiar con lo que llamas debilidad.

–Se que algo así no se inventa, pero... ¿Y si mintió solo para quedar bien contigo?

–Déjala tranquila Nate. Si ella piensa que está bien, déjala hacerlo. Es su decisión –sentencia Andrea para luego llevar la vista a su teléfono–. Ya debemos irnos, nosotras llevamos casi un día completo aquí y Rizvana debe prepararse para su cita.

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