Capítulo 30: Lo que tú quieras, Rizvana Jones

23 3 0
                                    

–Debo felicitarte por la fiesta, Rizvana. Resultaste ser más buena de lo que pensé –comenta la castaña de ojos azules tras un largo silencio en donde nos hemos mantenido comiendo.

Me encuentro en un pequeño restaurante en una cita con Ava, en donde Dylan nos acompaña.

Nuestros platillos están tan sabrosos que no hemos hablado mucho en toda la velada.

–Muchas gracias, Ava. Ya sabes que puedo organizar tu fiesta de cumpleaños. –Ella ríe mientras termina de masticar y tragar un bocado del pollo a la miel con papas hervidas.

–Ya cumplí años –dice con una ligera mueca de tristeza.

–Ah, ¿si? ¿Cuándo? –cuestiono, y como ella está masticando otro bocado, le hace una seña a Dylan para que hable.

–El nueve de agosto, unos días antes de conocerte. Cumplió treinta años –responde él sonriente, orgulloso de saber el día de su cumpleaños.

–Oh, vaya, luces más joven. De haberlo sabido te hubiera dado un regalo.

–Gracias. Y no tenías por qué hacerlo. Aún no me conocías para ese día. –Ella se encoge de hombros–. ¿Qué tal tu? ¿Cuándo es tu cumpleaños? –pregunta tomando un sorbo de su copa de vino.

–Cumplí los dieciocho el doce de mayo.

–Supongo que fue una gran celebración –dice ella tras otro sorbo de su vino.

–Si, lo fue. Una gran fiesta al estilo Hollywood, vestidos glamurosos, alfombra roja, muchos fotógrafos... –Ella abre sus ojos con sorpresa.

– ¿Acaso es una tradición entre ustedes hacer fiestas con temáticas en sus cumpleaños número dieciocho? –cuestiona Dylan observándome curioso.

–De hecho, si. Para el cumpleaños de Nathan, en febrero, la fiesta fue de disfraces.

–Suena a que fue una fiesta divertida –comenta Ava con alegría.

–Si, también lo fue. Me hubiera gustado conocerte antes, para que así asistieran a nuestras fiestas. Bueno... fueron a la Madison, y aún queda la de Andrea.

– ¿De qué planean hacer esa? –pregunta Dylan terminando de comer.

–Aún no lo sabemos. Todavía queda mucho tiempo para eso. Ya veremos –digo encogiéndome de hombros.

–Ojalá sea tan buena como la de Madison –afirma Dylan sonriente.

–Ya veo que se divirtieron. ¿A qué hora se fueron? No me di cuenta.

–Claro, porque estabas bastante ocupada con tu amigo Zac –dice Ava observándome con diversión. Después de unas risas de nuestra parte, que Dylan no logra comprender, continúa–. Nos fuimos casi a la una de la madrugada. No somos tan fiesteros, por lo que no estamos acostumbrados a desvelarnos así.

–Aun así la pasamos increíble –termina Dylan por ella con una sonrisa–. Gracias por tenernos en cuenta –añade con tono de voz dulce. Ese que lo identifica y a veces empalaga escuchar de él.

Como ahora mismo lo hace.

–No hay de que –digo también con una sonrisa, tratando de no sonar asqueada con su tono de voz.

Creo que sé cómo hacerlo enojar un poco para que no hable como si estuviera derramando caramelos de su boca.

–Ava, a ti también te vi ocupada con Mason. –Ella se atraganta con su vino, por lo que lleva una servilleta a sus labios mientras tose un poco. Un Dylan preocupado, pero con los labios apretados, la ayuda dándole palmadas en su espalda–. Sobre todo en el principio de la fiesta –añado con tranquilidad, esperando a que reviente la bomba interna de Dylan.

En Mi CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora