Capítulo 13: Desordenada Emocional

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Los días en casa han sido sumamente difíciles, el vacío es demasiado grande.

Desde que llegué, hace una semana, no me he dedicado a recorrerla mucho, además, con la silla de ruedas es un poco incómodo. No he querido realmente esforzarme.

Mason ha sido mi acompañante todas estas noches, creo que hubiera sido una tortura pasar por todo esto sola. Aunque sé que tenía mucho miedo, él se hizo el valiente y logramos dormir en la casa.

La sala de cine se convirtió, oficialmente, en mi nueva casa durante esta semana, pues, es aquí donde he comido, he dormido, y he pasado la mayoría del tiempo, ya sea para distraerme con una película o llorar.

Sí, he llorado demasiado. Mi rostro es más ojeras y ojos irritados que un rostro. Me he convertido en una estúpida llorona durante estos días.

En el hospital todo era diferente, allá no tenía nada que me recordara a mis padres, pero en mi casa las cosas cambian radicalmente. Los aromas, los cuadros, los muebles, las escaleras, la cocina, todo me recuerda a ellos y todo me hace llorar.

Puedo estar tranquila, pero si veo el comedor vacío y recuerdo nuestras tradicionales cenas familiares, me largo a llorar.

Cuando me encontraba instalada en el piso de abajo los dos primeros días, era una tragedia para mi, con mis lágrimas podía llenar siete piscinas olímpicas. Fue entonces cuando le pedí a Mason que me trajera a la sala de cine con todas mis comodidades, para solo tener que salir a mi habitación a ducharme y vestirme.

Si es que a un mono deportivo y a una gran camisa de caricaturas para cada día se le puede llamar vestimenta.

No he tomado ninguna clase de responsabilidad esta semana, como soy la dueña de la compañía, he dejado a cargo a Mason hasta que yo me sienta con fuerzas de asumir mi rol de empresaria. A mis amigos no los he visto desde el entierro, y no porque ellos no hayan querido visitarme, en realidad han dejado mi nuevo teléfono lleno de mensajes, solo que no estoy de ganas de interactuar con personas.

Quiero estar sola en mi casa, ver películas hasta deprimirme y llorar toda la noche mientras mi tío me abraza. Creo que lo he dejado sin vida social.

También le asigné las tareas de vender el auto de mamá y mandar a reparar el auto de mis padres, que aún no sabe le pertenece. Quiero sorprenderlo después de toda esta lamentable situación por la que está pasando conmigo.

Sonrío ligeramente al leer el mensaje que acaba de llegar a mi teléfono. Es mi tía Alyssa anunciándome que a Kevin se le ha dado de alta y vienen a la casa en dos horas.

Mi tristeza se va por un momento para ser sustituida por alegría. No estaré más tiempo sola, podré hablar y pasar el tiempo con mi hermano, y con la tía Alyssa, a la cual le he dicho que se quede en casa hasta que quiera irse de nuevo a Nueva York.

Debería limpiar un poco la sala de cine, mi hermano debe ser bien recibido en mi ahora nueva casa, no la puede ver así.

¡Oh, cierto! Soy una inválida y se me hace incómodo limpiar, mejor espero a que llegue Mason y limpie, como todas las últimas noches.

Esta depresión realmente me ha convertido en una desordenada y apestosa. Mis ganas de no querer hacer nada me hacen poner perezosa.

Escucho como la puerta de la casa se abre. ¿Mason salió de trabajar temprano hoy?

Es lo único que pasa por mi mente, pues, son las diez de la mañana, y a esta hora el está en el trabajo. Siento como suben las escaleras rápidamente, y caminan por el pasillo en dirección a la habitación donde estoy.

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