Capítulo 36: Supongo que si habrá problemas

31 5 0
                                    

Tengo un fuerte dolor de cabeza, el cuerpo me duele mucho y por nada del mundo quiero abrir los ojos porque estoy segura de que el sol que entra por la ventana irritaría mis globos oculares y mi rostro por completo.

No debí haber bebido tanto anoche.

Con el mayor suspiro de frustración decido detener el sonido que me despertó en un principio, y ese efectivamente es el de mi teléfono.

La tarea de contestar la llamada se me hace complicada cuando al tantear la cama bajo el cobertor no encuentro el molestoso aparato que desearía romper ahora mismo.

Me rindo, pero al hacerlo el sonido se detiene por sí solo. Eso me indica que el individuo detrás de la llamada también se dio por vencido.

Bien, es hora de seguir durmiendo.

Me vuelvo a acomodar, sintiendo la fría almohada bajo mi rostro, algo sumamente placentero.

Mi grado de comodidad no tiene nombre, pero sí un límite cuando el sonido vuelve a hacer acto de presencia.

¿¡Quién osa a molestarme a estas horas de la mañana!?

Ya cansada y malhumorada me siento en la cama, para luego buscar el teléfono con los ojos entrecerrados puesto que la luz es bastante irritante.

Mi búsqueda termina en la mesita de noche, donde se encuentra el aparato que brilla, vibra y suena anunciando la llamada del individuo que no se rinde: Mason.

–Mason. Christopher. Jones. ¿No podías dejar un mensaje y esperar a que te llamara? –cuestiono con rabia al contestar la llamada.

–Hola, querida sobrina. Si, buenas tardes. Estoy muy bien y espero que tu igual –dice con notable sarcasmo–. Te llamaba porque estaba realmente preocupado por ti. Ya es tarde, son las once de la mañana y no había recibido noticias tuyas desde anoche. El chico Zac llamó en la madrugada diciendo que te había dejado en el apartamento sana y salva. Y con eso sé que estabas ebria, así que quería saber si estás bien.

–Bueno, querido tío. Te confirmo que estoy bien. Atravesando una horrible resaca, pero bien. Así que espero me des mi tiempo para sentirme mejor.

–¿Segura que todo bien? –pregunta preocupado. Diría que demasiado.

¿A qué rayos se refiere? La poca memoria que tengo me dice que no pasó nada malo anoche.

–Sí, Mason, todo está perfectamente bien. No pasó nada malo anoche –respondo tratando de quitarle esa extraña preocupación de encima.

–Bueno... eso espero. ¿A qué hora llegarás a casa? ¿Van a traerte o vendrás por tu cuenta?

–Eso te lo digo luego, porque en serio no sé. Pero llegaré a casa, Mason. No te preocupes por mí, ya estoy grande.

–Si me preocupo, Riz. Recuerda que yo era como tú y se cómo es todo. Si no logras venir por tu cuenta o si Zac no puede traerte, llámame y yo mismo voy por ti.

Realmente Mason está preocupado y no entiendo el motivo.

Sí, se con certeza que no salgo mucho sola, y que venir a una fiesta a otra ciudad es algo nuevo para mí. Pero tampoco soy una inexperta o una estúpida que no sabe defenderse por completo.

Se tomar taxis y conozco la ciudad a la perfección. Eso es bastante.

–Está bien –digo sin más, sobre todo para que mi adolorida cabeza descanse de las palabras de Mason­–. Llamaré cuando decida que hacer y no será en mucho tiempo. Cualquier cosa, sabes que en tu apartamento estoy segura. Te quiero, cuida el trabajo, dale mis saludos a Jack y abraza a Kevin de mi parte.

En Mi CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora