Capítulo 27

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Julieta

- No puedo creer que me hayan drogado. - Dije aún molesta con Chelsea y Brad, ellos tomaban tranquilamente sus batidos en la cafetería en la cual estabamos.

- Tu nos pediste una aspirina, intentamos conseguirla y nos dieron eso, ¿Cómo ibamos a saber que era alguna droga? - Brad se encogió de hombros.

- ¡Porque un maldito extraño te dio una pastilla en un club! - Él se encogió de hombros.

- El chico se veía agradable. - Chelsea se defendió. - Aunque ahora entiendo por qué nos cobró. - Tape mi cara con mis manos ahogando un grito. - Venga que no la pasaste tan mal.

- ¡Me tiré sobre Maia y apenas recuerdo lo que pasó después! - Ambos rieron. - Pensé que me querías lejos.

- Oh, eso sólo lo hice para que Megan dejara de molestarme.

- Puedes decirle a Megan que no se preocupe por mí, yo no estoy interesada en Maia ni en meterme en su relación. - Vi como intercambiaron miradas. - ¿Ustedes me ocultan algo?

- No. - Ambos negaron.

- Bueno, ¿Al menos saben que me pasó esa noche?, desperté en la sala con un peluche de un elefante rosado y mi nariz adolorida.

- No lo sé, dejamos que Maia te llevara porque estando ebria eres una cabezota, no quería pasar por una de tus pataletas. - Brad se encogió de hombros. - Así que, sólo ustedes dos saben que paso cuando se fueron, bueno sólo Maia.

Dejamos el tema a pesar de que en mi cerebro maquinaba para poder encontrar algún recuerdo claro de lo que paso aquella noche, llevo una semana tratando de descifrarlo. Luego de estar con los chicos decidí visitar a Troy, en unos días él iría con su familia y yo estaría con mis amigos. Mis padres ahora vivían en España, de nuevo, así que no podía visitarles siempre.

Cuando llegué al apartamento de Troy usé la llave que él me había dado, le vi en el sofá comiéndose un pedazo de pastel, era muy glotón y por alguna maldita forma no engordaba.

- Hey, hola. - Él me sonrió con algo de chocolate en sus dientes, traté de no reír pero no pude. - Demonios. - Gruño limpiandose.

- Que guapo te veías. - Le molesté. - Hola. - Besé sus labios cortamente antes de sentarme a su lado.

- Que bueno que viniste, estaba pensando en ti. - Alcé una ceja.

- ¿Qué pensabas?

- En nuestro compromiso. - Por favor di que lo retrasaremos. - Estaba pensando en que quizás ya es hora de que vengas a vivir conmigo. - Me sentí nerviosa, ¿Cómo podía decirle que no sin que se enfade?

- Brad se enfadara, tengo que acompañarle, es mi mejor amigo.
- Nos casaremos pronto, Julieta. Él debe soltarte un poco, pronto serás mi esposa y vivirás conmigo. - Él me atrajo entre sus brazos y desee sentirme protegida como me hacía sentir Maia, demonios no debería pensar en eso. - Avancemos.

- Lo estamos haciendo. - Murmuré. - Nos casaremos.

- Pero esto nos servirá para acostumbrarnos. - Él besó mi mejilla.

- Déjame hablarlo con Brad, ¿Bien? - Él asintió.

No pasé mucho en el departamento de mi prometido antes de decidir irme por mi propia cuenta. Yo ya no estaba segura de esto, y tenía miedo de que fuese a causa de Maia. No, claro que no, es sólo que no me acostumbro a la idea del compromiso.

- Auch. - Choque contra un delgado cuerpo, me sorprendíal ver a Maia llorando. - ¿Maia estás bien? - Iba a tomar su brazo pero ella lo separó rápidamente.

- Noooo mmmmme tooooqqqques. - Le miré confundida, ¿Por qué hablaba así?, noté como sus manos temblaban.

- Relájate. - Tomé sus hombros. - ¿Qué te pasa?

- Meeeg. - Ella metió sus manos en sus bolsillos y cuando intentó sacar su celular, se le cayó de las manos. - No.

- Tranquila, creo que no ha pasado nada. - Cuando me agaché a recogerlo, ella se alejó y se acercó a uno de los basureros de la calle, ella empezó a vomitar y me apresuré en tomar su cabello. - Bien, te llevaré a urgencias. Tengo mi auto a una calle. - Ella asintió levemente y noté como le dolía caminar, cuando se sentó en el auto ella parecía algo ida. Cuando me subí al auto, me apresuré a conducir al hospital más cercano, cuando llegamos ella puso sus ojos en blanco y empezó a convulsionar.

¡¿Qué demonios le estaba pasando?!

La saqué del auto dejándole recostada y procure que no mordiera su lengua, unos enfermeros llegaron rápidamente y me ayudaron a llevarle adentro con una camilla. Entré a urgencias con ella y cuando las convulsiones terminaron llegó un médico revisando su expediente.

- ¿Cómo está ella? - Él me miró.

- ¿Quién es usted?

- Su prometida. - Le mentí y aproveché que llevaba mi anillo para que pareciera más convincente.

- Bueno, ha sido solo otro episodio, no tiene que preocuparse. - El hombre de cabello blanco me sonrió calidamente. - Su prometida se pondrá bien en un rato pero como sabe estará algo dopada por las drogas. - Asentí. - Le informaré a su doctor sobre esto, quizás esto le haga subir en la lista de donantes.

- Muchas gracias. - El sonrió levemente antes de dejarnos a solas, ella parecía estar dormida.

Cuando le trasladaron a una habitación para que descansara aquí por esta noche, aproveché de ver sus antecedentes médicos que se encontraban en la tabla al final de la cama. "Insuficiencia Renal Aguda", eso me bastó para meterme a Google a investigar de que se trataba. Estaba leyendo un poco más de información acerca de esta enfermedad cuando le escuché quejarse.

- Maia, tranquila. ¿Te duele algo?

- ¿Eres un ángel? - Ella me preguntó mirándome. Sonreí levemente. - ¿Dónde estoy?, ¿Es el cielo? - Su voz era débil y se notaba que estaba cansada.

- Estás en el hospital, y no soy un ángel pero deberías volver a dormir. - Ella suspiró.

- Me recuerdas a alguien.

- ¿A quién?

- A una novia que tuve, ángel. - Ella siguió con el tema de que era un ángel. - Ella era tan bonita como tú, quizás no me equivocaba cuando la veía como mi ángel. - Ella rio levemente. - Le extraño. - Desvíe mi mirada.

- Ella igual te extraña. - Cuando la volví a ver, ella se había vuelto a dormir. Llamé a Chelsea y ella dijo que iría lo más pronto que podía.

Miré el rostro tranquilo de Maia, cuando el doctor que había atendido hace un rato pasó me atreví a preguntar.

- ¿No hay personas compatibles? - Él negó.

- No hay mucha gente con su tipo de sangre.

- ¿Podría hacerme la prueba? - Él asintió rápidamente.

- Claro, llamaré a su doctor.

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