Capítulo 5

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Julieta


Brad junto a Ally me esperaban en mi habitación, luego de una gran charla sobre mi poco sentido de la moda de parte de Brad, él eligió algo para mi junto a Ally, Maia no me había dicho donde iríamos así que había optado por algo cómodo pero Brad insistió en que era un asco así que he terminado con un vestido con flores que guardaba para el verano. Abrí la puerta y Brad sonrió satisfecho mientras Ally aplaudía.

- Estas divina. – Ally sonrió y yo me sonrojé. – Maia babeará por ti.

- Todo es gracias a mí, espero que para mi cumpleaños reciba un buen regalo y no sea otro chocolate en oferta del autoservicio al que pasas cada mañana.

- Eres un sol. – Besé su mejilla. - ¿Cuánto tiempo queda?

- 5 minutos. – Ally miró su reloj.

- Bien monja, no escuches. Julieta, escúchame atentamente si vais al cine nada de lenguas en la primera cita ni mucho menos dejes que te toque incluso si eso te pone pero... - Brad fue callado por un golpe en su cabeza por parte de Ally, yo reí levemente solo le ponía atención para ver aquel golpe.

- No le digas esa clase de cosas. – Ella me miro con su sonrisa. – Tú solo disfruta, Maia es una buena chica y no te preocupes por nada, ¿Si? – Yo asentí al mismo tiempo que escuchaba una bocina.

- Es ella. – Los nervios crecieron en mí. – Si mis padres les preguntan salí con una amiga, saben cómo son con el tema.

- Oh, demonios. Yo quería ver la revista de vestidos de novia con tu madre. – Yo rodé mis ojos antes de tomar la chaqueta que Ally me tendía.

- Váyanse de mi casa, ¿Si? – Ally asintió mientras Brad miraba su celular. – Gracias chicos. – Ellos sonrieron y me apresuré a salir de casa, cuando salí Maia caminaba hacia la puerta pero al verme se detuvo sonriendo.

- Te has adelantado. – Ella se acercó a besar mi mejilla.

- ¿Lo he hecho?

- Si, pero me has ahorrado una caminata. ¿Nos vamos? – Asentí, agradecí que ella solo llevara unos jeans negros y una camisa blanca. – Espero no te moleste solo ir por un helado, pero en unas horas tengo que ir al trabajo y prefiero pasar 2 horas hablando contigo que 2 horas sentada viendo una película.

- Me parece bien, me gusta el helado. – Ella me abrió la puerta de su carro. – Lindo auto.

- Oh, gracias. Era de uno de los novios de mi madre.

- ¿Novios?

- Mi madre suele salir mucho, desde el quinto novio a todos les llamo Jerry. – Eso me recordó a una película.

- ¿Tus padres están separados? – Ella asintió pendiente del camino.

- Tenía unos 12 años cuando se divorciaron oficialmente.

- Lo lamento.

- ¿Por qué? – Ella sonrió. – Así están mejor las cosas, mis padres como pareja no funcionaban como lo hacen ahora.

- Oh, ¿Pero no te afecto? – Pregunté.

- En su momento un poco por mi hermano menor, pero a él tampoco le afecto demasiado.

- ¿Tienes un hermano?

- Si, es menor pero asombroso. – Vi una sonrisa orgullosa crecer en su cara. - ¿Tú tienes algún hermano? – Negué.

- No, mis padres nunca habían planeado tener hijos hasta que llegué y ellos dicen que conmigo están bien. En realidad es que su trabajo no les permitiría tener a un bebé.

- ¿En que trabajan?

- Papá es veterinario y mamá dentista. Tampoco es mucho su trabajo pero son muy dedicados y eso. – Ella asintió.

Al llegar a la heladería no me sentía del todo cómoda cuando vi a Alejandro, el de mi clase de kendo karate, observándome como siempre con su sonrisa burlona. Él era uno de los chicos que decían no pelear con una chica por ser una pérdida de tiempo, pero la verdad era que todos sabían que podía ganarle en unos segundos como a todos.

- ¿Pasa algo? – Maia me preguntó y yo negué. – Sé qué te pasa algo, tienes una cara de incomodidad indescriptible.

- Es solo que hay un chico de mis clases de kendo karate por allá, es molesto. – Murmuré y ella alzo una ceja.

- ¿Él te molesta?

- No exactamente, él solo convence a los demás para no pelear con una niñita como yo. – Tomé el helado que el chico me tendía a quien le sonreí.

- Pues arreglemos esto. – Ella al recibir su helado se iba a acercar a Alejandro pero me apresure a detenerle.

- ¿Estás loca? – Le mire asustado. – Alejandro podría llegar a reaccionar mal.

- Pero tú me protegerás, ¿No?

- Claro que lo haría pero no me gusta la violencia innecesaria, además solo me traerás más críticas de los latinos de Chicago.

- ¿Criticas?

- Solo son tonterías. – Le solté su brazo y suspiré. – No es... - Ella caminó a Alejandro, cerré mis ojos fuertemente y al abrirlos el latino tenía el helado en su cabeza.

- ¡Maldita zorra! – Yo me apresuré a llegar a su lado y alejar a Maia.

- ¿Pero qué has hecho? – Murmuré.

- Esto es toda tu puta culpa Julieta, me has hartado niñita tú y yo arreglaremos las cosas ahora mismo. – Yo solo me preocupe de Maia quien parecía bastante molesta.

- Él me dio una maldita nalgada. – Oh, ahora todo tenía sentido.

- Alejandro, de verdad no quiero tener problemas y creo que le debes una disculpa a la chica. – Vaya, soné bastante segura, ¿No?

- ¿Disculpas?, ella me ha arrojado helado en todo el cabello. Solo ha sido un juego, que sensible es tu puta.

- No le llames así. – Gruñí ante la mirada confundida de Maia.

- ¿Te molesta?

- Claro que lo hace.

- Vamos al dojo.

- Vamos al dojo. – Le miré soltando a Maia, ¿En qué me metí?

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