Capítulo 11

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Mi hermano no supo contestar a mi pregunta, podía ver en su rostro que no la esperaba, su emoción al concretar este acuerdo era tal, que dejo de lado la parte racional y objetiva para ver más allá de los muchos ceros que todo esto implicaba.

El mundo de los negocios es un lugar en el que te debes conducir con pies de plomo, siendo lo más prudente, analítico y estratégico que puedas. Los impulsos muchas veces tienen grandes fracturas corporativas en el futuro. Creo que en este aspecto los dos estábamos cegados, por distintas circunstancias, pero a fin de cuentas el mismo resultado, llevarnos a cometer errores que nos costarían mucho.

—No estoy diciendo que no a esto Ángel, obviamente tampoco estoy diciendo que sí, sólo hay que ser más prudentes, no precipitarnos a decir que si, por el impulso de ver tantos ceros en un sólo lugar, eso también trae responsabilidades, debemos estar seguros de que podemos con ellas. Además no conocemos lo suficiente a Hudson Hartley, no sabemos cuáles son sus intenciones con esto. No sabemos si podemos o no confiar plenamente en él.

Sí, no conocíamos a Hudson, me incluía en esto, creí conocerlo una vez y me lastimó, deje que lo hiciera, pero esta vez no sería así. Menos si mi familia estaba de por medio.

Vi como mi hermano analizaba lo que acababa de decirle, veía un rostro concentrado y sereno.

Tardo varios minutos en silencio, hasta que nuevamente escuche si voz.

—Vaya, realmente tienes razón, si bien es una oportunidad de oro, no debemos guiarnos por la emoción. Gracias por hacerme ver más allá de la emoción — me sonrió sincero— quien diría que sería reprendido por la chica impulsiva que siempre fuiste y a la que poco le gustaba que le regañara

Tenía razón, no hay nada más chocante para mí que ser regañada por mis hermanos; pero eso se acabó, los impulsos en mi cotidianeidad se terminaron hace mucho tiempo.

—Aprendí de muy mala manera que los impulsos traen las consecuencias más terribles —dije perdida en mis pensamientos.

Mi hermano me miró fijamente sorprendido por mis palabras.

— ¿Qué fue lo que pasó? —Pregunto preocupado, tuve que mentir

—Falle terriblemente en una campaña cuando estuve en Francia, pero a partir de ahí aprendí —sonreí tranquila, al parecer mi manera para evadir los temas dolorosos se habían convertido ahora en algo cotidiano, estaba convirtiéndome en una mentirosa; porque la verdad era que los impulsos me habían llevado a Hudson y con ello sufrir como nunca.

Así que ahora analizaba todo detenidamente, deje de ser espontánea e ingenua.

—Has madurado mucho y me alegra, sin embargo eres muy joven, no me gustaría verte convertida en una mujer dura después de un tiempo. No sé qué fue lo que pasó hace tres años y que te orillo a prácticamente huir de casa, ahora has cambiado, pero no quiero que esa parte que te hace ser tú, se pierda por completo.

Supe desde el momento en que asimile que Hudson no volvería por mí, que algo murió, una parte muy importante se perdió hace tres años.

—No te preocupes —sonreí sincera — sigo siendo la misma chica loca y ocurrente que viste hace tres años.

Se acercó a mí dándome un fuerte abrazo, nuestros raros abrazos de oso que consistían en dejar sin respirar al otro.

— ¡Fuchi! Eso de ser un futuro hombre casado te está afectando para que me abraces —luchaba por zafarme de su agarre.

Sólo a ti te puedo amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora