Capítulo 27

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¡Maldito Hudson!

No puedo creer que acabe de llamarme así, estoy tan, tan, tan... enojada, no puede llamarme así de la nada, no puede intentar regresar el pasado llamándome de esa manera, eso se quedó en el pasado, no tiene ningún derecho de querer regresar el tiempo.

Pero como buena tonta que soy, yo se lo permite al concertar esta innecesaria „cita" y en absoluto es una cita romántica.

Desorientada por su acción y atrevimiento al llamarme de ese modo, coloque mi mano abierta frente a su rostro alejándolo de mí, estaba demasiado cerca y no permitiría que ante mi desconcierto hiciera lo mismo que ayer.

—Aléjate. Espacio personal.

Gire, mirando al frente para seguir mi camino he ignorarlo, ojalá y pudiera hacerlo por el resto de la tarde pero no tengo tanta suerte.

Lo siento caminar a mi lado mientras sigo mi camino y mi firme propósito de ignorarlo mínimo hasta que recuperó la cordura y trató de no mandarlo a la mierda literalmente hablando.
Por largos 40 segundos se mantuvo en silencio, escaso tiempo en el que hice de cuenta que no había pasado nada hace un minuto, momento en el que ignore el estremeciendo interno de mis sentidos al escuchar de sus labios llamarme „Chipi" nuevamente.

— ¿Me ignoraras toda la tarde?

Sabía que no podía quedarse callado, Hudson no es precisamente el hombre más paciente del mundo.

—No te estoy ignorando —contesté despreocupada deteniéndome para observar el stand de frutos confitados.

—Si me estas ignorando y justo ahora lo estás haciendo al no mirarme a los ojos.

Bueno, quiere que lo mire a los ojos, lo hare. Gire levantando la mirada, topándome con sus ojos negros fijos totalmente en los míos, se había inclinado un poco y eso permitió que no levantara aún más el rostro, porque sigo siendo un gnomo a su lado aún con tacones.

—No te estoy ignorando. —dije firme, logrando que no temblara mi voz al hacerlo.

—Si me estas ignorando.

—Que no

—Que sí

—No

—Si

—No. No te estoy ignorando Hudson —mi voz salió como un chillido infantil.

—Si lo estás haciendo.

—No es así, pero por lo visto quieres que te mandé a la mierda ¿Verdad?

Mire su reacción y esperé que se enojara, como suele hacerlo, pero al contrario de lo que esperaba, esbozó una sonrisa traviesa.

—Te eche tanto de menos preciosa... —susurró acercándose a mi rostro.

Siento toda mi cara arder ante sus palabras, su tono conciliador y suave provocó que me quedará helada. No sé qué decirle, no sé qué hacer, todo pensamiento racional abandono mi mente haciéndome sentir en una burbuja flotante. Cada vez estaba más cerca de mis rostro y yo no podía mover un sólo músculo; me había congelado ante sus palabras. Estaba a punto de hacerlo otra vez, hasta que sentí un empujón que me hizo desplazarme a un lado muy cerca del stand, alguien me empujó y eso sirvió para que volviera a la realidad. Estaba a punto, otra vez, de besar a Hudson. Definitivamente estar cerca de él más tiempo del necesario está creando estragos en mi cordura.

— ¿Estas bien?

Escuche la voz jovial de un hombre al que no reconocí, gire para averiguar de quien se trataba.
Un joven rubio que parecía de mi edad con unos lindos ojos azules, me extendía su mano para reincorporarme, no había quedado con el trasero en el piso, lo que significaría la vergüenza del año, si no que estaba apoyada en el stand un poco desconcertada y no por el abrupto empujón, si no por lo tonta que estaba siendo con Hudson cerca de mí.

Sólo a ti te puedo amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora