Sólo a ti te puedo amar ©

Capítulo 35

Estos viajes constantes a Alemania siempre terminaban siendo agotadores, y no solo me refería al desgaste físico sino al desgaste emocional de ver a papá y Bennedith juntos, siempre ha sido y será un maldito desastre tratar de llegar a un acuerdo, si yo quiero elevar el número de acciones en el mercado ellos quieren reducirlas, si quiero invertir millones en investigación de nuevos yacimientos ellos quieren sobre explotar los que ya se tienen, aún sabiendo que mis ideas son estratégicas y coherentes con el rumbo que está tomando el mercado, ellos tienen posturas retrógradas e incoherentes sólo para que esto prevalezca como una guerra personal y podría no haberme frustrado aquello, ya que con el apoyo de la junta directiva yo saldré ganando siempre, pero lo que me enervo a niveles máximos fue que se metieran con el proyecto del supermercado.

"Hartley y asociados" no pertenecía ni mínima parte a industria Brahuer, es enteramente mío, mi dinero, mis acciones, mis empresas, mi jodido gusto, pero no les bastó meterse con ello, se metieron con MI Deniss, diciendo que le estaba regalando una empresa a una Chiquilla arribista .

¡Joder! Estaba tan enojado, mi padre hablaba de ella como si la conociera, poniendo en duda su sólo nombre, pero claro, todo eso alimentado por el alma envenenada de Bennedith, tenía una familia muy jodida, la ausencia de mi madre en la vida de los tres creaba una brecha más grande y profunda entre cada uno, no se si algún día eso pueda cambiar, no se si realmente tengo la fuerza y ganas para que eso cambie.

Tan pronto había aterrizado regrese a la empresa, las obligaciones no cesaban, entrega más ausencias hubiera más trabajo acumulado existía, y todo por nada, todo para ir a Alemania a hacer nada, sólo ser acorralado como si fuera un maldito principiante en esto. La presión que Bennedith y papá ponían en mi era para que dimitiera de una vez por todas, cosa que no haría, este legado me lo dejo mi madre, mis abuelos y nunca lograrían que lo dejara en sus manos.

—Buenas noches señor Hartley —el guardia me saludo sacándome de mis cavilaciones internas; eran pasadas las ocho de la noche pero antes de ir a casa tenía que pasar por los documentos que Telma tenia que mandar a Chicago con mi firma.

—Buenas noches, Simon

Se que era poco probable encontrarme con Deniss como ocurrió en su primera semana aquí, pero en el fondo de mi, guardaba las esperanzas de que nuevamente se hubiera quedado hasta tarde, lo que sería increíble para mi, pero poco probable si somos realistas.

—¿De casualidad has visto salir a la señorita Miller?

—La señorita Miller salió antes del almuerzo y no regreso, lucia un poco pálida, tal vez estaba enferma.

¿Enferma? Lo sabía, tenía que haberle insistido en ir al médico esa misma mañana, pero no, la señorita insistió en ir a la casa de sus padres, era tan terca, que ahora lo más probable es que hubiera cogido pulmonía o algo similar.

—Gracias, Simon.

—No hay de que, Señor Hartley.

Subí a mi oficina he hice lo más rápido posible todo, con la pequeña nota que dejo Telma diciéndome que Deniss se había retirado temprano porque estaba enferma y que durante estos días la había pasado mal, lo sabía muy bien, y también sabía que no faltaría al trabajo aún cuando intuye que puede tener los privilegios que desee dentro del corporativo.

En la camino a su departamento me encontré reflexionando sobre esto, esto a lo que llamaba estar en el limbo, no había un avance hacia una relación, pero dejó de haber tanto odio de parte de ella, que para mi era un avance, mínimo pero lo era, pero más que otra cosa, lo fue recibir ese casto beso aquella madrugada, recibir una confesión de lo doloroso que era estar entre dos situaciones, entre dos sentimientos, el odiarme por todo el daño que le había hecho, pero por otro lado siempre estaba ese magnetismo mutuo, esa atracción y deseo de más, mucho más.