Capítulo 4

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De camino a casa me topo con Cameron quien había regresado porque su jefe le dio el día libre. Cosa que no le creí demasiado, por dos cosas; la primera es que conozco a su jefe, demasiado grinch para ser verdad. Y segunda, él suele ser de suma importancia para la cafetería, digamos que sin él las cosas no funcionarían tan bien como lo hacen y no entiendo el porque si él lo único que hace es servir café y poner las donas de chocolate en platos.

Pero bueno, él no suele ser de mentiras y voy a creerlo. Más le vale que sea verdad, que no me entere que anda por ahí con alguna tonta universitaria.

Le miento cuando me pregunta de donde venía. Le digo lo mismo que dejé escrito en la nota de casa; que había salido con Noah unos minutos al parque ya que él tenía cólicos porque estaba en sus días de nena.

Bueno, eso último no. Aunque me pareció buena forma de hacerle burla a Noah, al menos tengo cerebro para pensar en cosas tontas.
Me había angustiado, creí que había perdido ese don, por un momento creí que la amargura se apoderaría de mi vida.

Entramos a casa, mis padres estaban ahí. Mi padre en la cocina y mi madre en la sala. Suelen ser extraños e intercambian roles, mi padre hace las cosas que mi madre debería de hacer y mi madre hace las cosas que mi padre debería hacer. Aunque para ser sincera lo prefiero así, a mi padre se le da mejor la cocinada.

Te amo mami.

-¿Dónde estabas Emma?-mi madre se acerca a mi con una mirada fulminante recién escucha la puerta cerrarse. Estoy segura de que nisiquiera tenía la certeza de que fuese yo, pero aún así ella quiso levantarse y pelear.

-Con Noah, te dejé una nota en la nevera mamá.- contesto con un tono de voz tembloroso, no me gusta nada esa cara.

Bueno, su cara no le cambia nunca, parece una señora enojada que va por la vida maldiciendo a todo y todos. Pero me refería a la cara con una ceja arqueada. Esa cara, cuando se hace presente tienes que correr lejos, muy lejos, más que lejos. Esconderte debajo de una roca si te es posible. Estar cerca no será algo recomendable.

-Noah está en la sala Emma.- abro los ojos con horror. - Él vino preguntando por ti.

Apretujo los labios sin saber qué decir, esto se va a descontrolar.

Dios ayúdame por favor, prometo hacer los quehaceres de la casa, bueno eso no, sabemos que me da pereza.
Pero juro comerme la comida del Instituto y no hacerle mala cara, como también prometo comer dos dulces de cacahuete en lugar de tres. ¡Oh Vamos! Es un gran esfuerzo el que hago.

-¿Dónde estabas?- repite con el ceño aún fruncido. Mirándome con molestia y esperando una respuesta.

No sabía que contestar, era difícil engañarla. ¿Comiendo helado sola porque es mi hobby? ¿Caminando por el parque porque tengo cólicos ya que ando en mis días? ¿Mirando unos hermosos ojos azules?

Oh Emma, reacciona. Estás a punto de morir, deja de pensar en que esos ojos hermosos son hermoso.

-Estaba conmigo madre.- Cameron, santo Cameron. Tengo que ponerle un altar o algo así, una veladora para que siga siendo un buen chico quizá.- llegó de la escuela y se ofreció a acompañarme a la Universidad a dejar el trabajo del que te platiqué en la mañana.

-Andale sí, ese.- replico al tiempo que suspiro aliviada.

Lo amo.

-¿Y por qué no me lo dijiste?- cuestiona desconcertada.

-Yo le dije que no lo hiciera.- contesta Cameron al instante.- creí que te molestarías con ella por acompañarme y no hacer sus tareas pendientes. Pero creo que...- me dirije una mirada frustrado- se equivocó en la nota; le dije que te pusiera que estaba con Noah haciendo tareas.

BRAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora