Capítulo 16

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Brad Griffin

¿Qué no quería obligarla? ¡Oh por Dios Brad! ese "Mira, no te obligaré, es tú decisión" sonó más como un "Tienes que ir sí o sí, no me hagas amararte y meterte a la cajuela del coche para sentarte frente a mis padres porque realmente quiero que te conozcan"

Suena ridículamente cursi viniendo de mi porque soy BRAD, GRIFFIN. El chico que se enamoró de una de sus "conquistas de fin de semana" por primera vez a los dieciocho años después de putear tanto, pero Emma es realmente linda, es belleza natural, puedo notarla, también sentirla. Y otra cosa que siento es su odio hacia mí contaminando los aires, pero no hay nada que hacer, siempre se sufre, malas mujeres.

Rompecorazones.

—Aquí es.— le digo frente a las rejas de la casa. Esperando a que estas se abrieran, en cuando lo hicieron, avancé el coche.

—Conque residencia, eh.— hace una mueca.—
sí qué deja trabajar en una comisaría.— dice con una ceja arqueada y mirando a través de la ventanilla.

—Mis padres podrían subir a un helicóptero y lanzar billetes desde ahí. — bromeo.

—Qué le hagan un favor al mundo y que te lancen a ti, así las perras que están detrás de ti, puedan disfrutarte en pedazitos.— rueda los ojos.

—¿Tienes algún problema con mis perras?— alineo ambos labios para no reír. Ella abre la puera en cuanto estaciono el coche frente a la casa y se baja molesta, me echo una carcajada para salir también.

Salgo y cierro el coche, camino hasta la entrada de la casa con Emma a mi lado y tomo las llaves de mi chaqueta. Le di el paso a ella, quien tenía una cara que ni ella misma soportaba. Pero aún así con el ceño fruncido se veía bella.

—Debes quitarte los zapatos, son muy cuidadosos respecto al piso.— le susurro cerrando la puerta.

—¿Y por qué tu no te los quitas? — me pregunta aún con el ceño fruncido.

—Mis padres le mandan a hacer algo a todos los zapatos de la casa, tiene algo en la zuela que protegen el piso y así. Nada importante.— digo indiferente.

Ella continúa a desabrochar sus agujetas de ambos tenis y a retirárselos dejando al descubierto sus tines negros. Toma el par entre sus dedos y me lanza una sonrisa verdaderamente falsa, yo le sonrío con total sinceridad.

—¡¿Eres tú Brad?!— escucho a mi madre gritar desde la cocina.

¿Por qué siempre está en la cocina y por qué siempre que pongo un pie dentro de casa grita cómo loca mi nombre? como si tuviera un detector de Brad en la cabeza.

—Sí.— le contesto. Le doy el paso a Emma, que parecía nada importarle.

Sale mi madre y se asoma hacia la entrada,  su mirada chocó con la de Emma, ambas se sonrieron, aunque la sonrisa de Emma no fue real. COMO SIEMPRE, DEMONIOS, SONRÍE.

—Hola chicos ¿Cómo están? Vamos, vengan.— nos hace una seña con las manos y camina hacia el comedor, nosotros vamos hacia ella. Emma estira el cuello para ver el gran candelabro que estaba sobre su cabeza.— Oh espera Emma.— mi madre se detiene y gira su cuerpo, su mirada fue directamente hacia los pies de Emma.— No tienes zapatos ¿Por qué no los tienes puestos?

BRAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora