Capítulo 25

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Brad Griffin


Realmente había olvidado lo que se sentía tener buen sexo, y es que nadie, me había hecho sentir lo que ella hizo, lo que ella provocó dentro de mi. Esos sentimientos alborotados que ahora más que estoy seguro sólo ella será la única capaz de lograr.

Había tenido sexo con Emma, pero más que sexo, lo veo como una entrega completamente sincera, me entregué a ella como ella lo hizo conmigo, y eso cambia completamente las cosas, pues teniendo razón o no, siento que ahora nos complementamos el uno con el otro.

El celular de Emma ya había sonado cinco veces y estaba sonando por sexta vez, y seguramente no se cansarían de llamar.

—Bueno.— contesté al fin, con un tono de voz cansado. No me hubiese gustado que despertaran a Emma.

Hubo un silencio largo, después de eso contestaron.

—¿Brad..?— era la voz de un chico— ¿dónde está mi hermana? Pásamela.

—Supongo que si marcaste cinco veces ya y ella no contestó, es porque no puede... está durmiendo.— la miro sobre uno de mis muslos, con la espalda desnuda.— en mi cama.

—¿Te acostaste con ella?

Suelto una pequeña carcajada mientras niego con la cabeza.

—Ella no puede contestar.

—Quiero que la levantes ahora, y la pongas al celular.

—No haré eso, ella está durmiendo... en mi cama, a mi lado.

—Escucha imbécil, si te acostaste con mi hermana voy a romperte la cara. — parecía enojado.

—río bajo para no despetar a Emma sonrío.— le diré que le marcaste.

Termino la llamada y dejo el celular de vuelta sobre la mesa de noche.
Cameron era un tanto insoportable, tanto que seguramente era capaz de controlar a su hermana, y es que una cosa es preocuparse por ella, y otra muy distinta es controlarla. Cosa que no voy a permitir que haga con ella, Emma es una niña increíble, niña que está lo suficientemente grande para tomar decisiones por sí sola, decisiones que estoy seguro son muy maduras.

Escuché la puerta principal abrirse y la particular risa de María a lo lejos charlando con Rosa, ellas habían cumplido lo dicho y estaban de regreso.

La puerta de mi habitación se abrio ligeramente, sentí a alguien asomarse, quité la mirada de mi celular y la dirigí hacia Aria, quien parecía había regresado junto a ellas. Miró la espalda desnuda de Emma y después me miró a mi, para, salir del cuarto azotando la puerta.

—¿Qué fue eso?— murmura Emma levantando la cabeza con los ojos entrecerrados. El portazo la había despertado.—¿Estás bien?

Asiento con la cabeza y beso su frente.

—Ahora vengo ¿Está bien? María llegó.

Ella asiente con la cabeza y cubre parte de su rostro con el edredón. Me levanto de la cama, cubro su espalda y salgo de la habitación.
Camino hacia el segundo piso y miro las maletas de María y Rosa en el pasillo.

Después de eso ellas se percatan de que estoy ahí y me saludan con un peculiar abrazo y una sonrisa maravillosa, la sonrisa que pase lo que pase, siempre permanece ahí.

Caminé hacia la habitación de Aria, la cual tenía la puerta abierta y me recargue en el marco de ésta, para mirar lo que estaba haciendo.

—¿Dónde está mi padre?— le pregunto. Ella deja lo que estaba haciendo y me mira.

BRAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora