Capítulo 13

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Estaba tan distraída mirando un punto con marcador negro que se encontraba en el asiento del piloto, que no me di cuenta cuando habíamos llegado.
Bajé cuando el coche se detiene dejando que Brad estirara las piernas; había sido un viaje largo, un viaje de una hora aproximadamente, no creo que haya estado muy cómodo durante ese periodo de tiempo.
Caminaba extraño al principio, pero después lo hacía de manera normal. No me sentía culpable por eso, él me había obligado a sentarme sobre él.

No sabía donde estábamos pues habíamos salido de la ciudad. Parecía ser un pequeño bosque, árboles con troncos largos era lo único que lograba ver, a demás de la carretera que ya habíamos dejado atrás junto con el coche de noséquien estacionado cerca.

Camino junto a Aaron, quien no paraba de bromear, mi estomago estaba a reventar porque él no se callaba. Él junto a Brad y Harrison deberían tener un show de comedia, comedia adulta, porque su comedia no era nada, nada inocente.

Seguimos el camino entre los arboles junto al clima templado que se sentía debajo de ellos, pronto llegamos a un lugar con los arboles más verdes y con más hojas, con el césped más lindo, y las flores más coloridas. Cómo si alguien estuviese cuidando de ese jardín desde hace tiempo, pues no se miraba como el resto. Había un río con agua cristalina que corría sobre algunas rocas.

—¿Para qué vienen acá?— le pregunto a Brad mirando cómo los demás se acostaban en el césped.— ¿Vienen a hacerle daño a éste lugar a caso?— pregunto confundida.

—Miralos— señala— ¿Parecen hacerle daño?

No, no lo parecían en realidad, sino parecían disfrutarlo. Jugaban con el agua que bajaba sin parar, rodaban en el césped y se colocaban justo donde el rayo de sol quedaba. Lo disfrutaban como se disfrutaba un helado o un trozo de pizza, como si fuesen los momentos más bellos y esperados de su día.

—No, en realidad vienen acá a drogarse. —ríe sin mostrar los dientes.

—Oh, vaya.— rodé los ojos negando con la cabeza.— ya decía yo que no hacían nada bueno.

—No es malo tampoco.

—¿Tú lo haces?— le pregunto curiosa por saber.

—Sí, pero no lo haré hoy.

—¿Y por qué no?— me siento sobre el pasto del lugar, con ambas piernas flexionadas.

—Porque...— él se sentó también, mientras miraba a los demás chico.— estás tú.

—Sonreí cabizbaja.— no quiero ser un problema, eh.

—Ya lo eres.— fija su mirada en mi.— pero yo no quiero ser tú problema al sobrepasarme contigo.— arranca una flor rosada y la extiende hacia mi, yo la recibo.

—sonrío sin pensarlo.— ¿Y por qué lo hacen aquí? Es un lugar muy bonito, no deberían.

—Por eso mismo Emma. Mira, este lugar te transmite una tranquilidad impresionante, una paz que difícilmente puedes encontrar en la ciudad con todos esos problemas cotidianos. Y eso es lo que necesitamos al fumar, necesitamos estar tranquilos, así lo disfrutamos más, créeme que no es agradable hacerlo; estar compleetamemte relajado y disfrutando el momento y que de un instante a otro alguien llegue a arruinarte e incomodarte. Ya me ha pasado varias veces, cuando estoy drogado y me fastidian me irrito demasiado y tengo trances de querer golpear a todo el mundo en ese momento. Por eso preferimos estar relajados y éste es un buen lugar para eso. Acá nadie se mete con nadie, es la regla.

—Creía que un callejón tipo basurero era ideal para éste tipo de cosas.

—No todos compartimos las mismas ideas.

BRAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora