Capítulo 44

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Entré a casa y miré a Buddy jugando con una pelota que Brad le había obsequiado. Como era de esperarse, él corrió hacia mí y subió sus patitas en mí, pidiéndome acariciarlo.
Él era el único en mi casa que sabía lo de Brad, pues parece tener un detector de lágrimas de Emma, que cuando suelo llorar él siempre corre y golpea mi puerta con sus patitas hasta que yo le abra.

Siempre platico con él mientras se sienta frente a mi y sacude su colita con simpatía, y me hacía bien hablar con alguien, porque aunque este alguien no puede responderme, sé que puede entenderme.

—Hola, mi amor.— me saluda mamá desde el sofá.

—Hola, mami.

—¿Cómo está Brad? Hace tiempo que no viene.— pregunta ella curiosa.

—Él ha estado muy ocupado, últimamente.

—Deberías invitarlo, haré una cena muy buena mañana.

—¿Qué festejamos?

—Cameron ha embarazado a una chica.

—¿Qué?— el murmuro es casi inaudible.

—¿Crees que lo diría así de tranquila? Por Dios, hija.— ella ríe alegre— sin motivo, sólo haré una rica cena.

—Bueno...— suspiro con cierto alivio— no te prometo nada, mami.

Camino de vuelta a las escaleras y las subo con un sonrisa, qué buena broma me había jugado mi madre. ¿Cameron padre? Sería yo la primera en morir si la situación es esa, aunque claro, no sin antes darle unos fuertes golpes en donde sea.

Entro a la habitación con Buddy en brazos y lo dejo sobre la alfombra.
Había decidido que quizá un tiempo solo, a Brad le pudiese hacer bien, pudiera pensar, analizar, o llorar, aunque esa última difícilmente la veo posible, por eso mismo quise ir a casa y quedarme a dormir en ella, aunque a cada minuto desee tenerlo cerca.

Me senté en el escritorio y abrí mi laptop para comenzar a hacer un proyecto que tenía que entregar pronto. Un gran anuncio se abrió en una segunda ventanilla.

"THE 1975 EN CONCIERTO, HOUSE OF BLUES CHICAGO, BOLETOS A LA VENTA"

Mierda, estoy tan jodidamente perdida que no me enteré siquiera cuándo se abrieron fechas.
Me importaba poco si de nueva cuenta iba a gastar todos mis ahorros, Brad y yo tenemos que estar en ese jodido concierto, gritando y bailando, así sea la última cosa que hagamos juntos.

Navegué por todo Internet hasta llegar a la página en donde podía obtener los boletos, entré y lo más rápido posible y rezando porque aún quedasen boletos de primera fila los compré, y mi corazón estaba feliz, pues no podía esperar a ver su hermosa carita al verlos. Al saber que porfin podrá oírlos en vivo y a todo color, y no a través de una pantalla.

Mi celular suena sobre la mesa café, lo tomo aún con la mirada en la pantalla de mi computador y contesto. Se trataba de Noah.

—Señorita.

—Bebé, ¿qué pasó?

—Nada, sólo quería comunicarte que tu novio por poco asesina a golpes a mi lindo cuñado.

—¿Ah?

—A Caleb...

—¡Ah, tu cuñado!— río bajo, después esa risa se calla.— ¡¿Qué?! ¿Dónde? Lo acabo de dejar en su casa, Noah. No puede ser posible.

—Pues al parecer el niño rebelde salió de su casa.

—¿En dónde está Caleb?

—Se fue a su casa con Nathan, no quisieron ir al hospital.

BRAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora