Capitulo 1: Mariana Esposito

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"¿lali , cariño, como te sientes?". Podía escuchar la voz de mis mejores amigos llamándome suavemente. Abrí mis ojos y me encontré con el brillo de las luces fluorescentes del hospital. Dejé salir un gemido antes de voltearme, encontrándome cara a cara con rocio igarzabal, mi mejor amiga.

-Hola, nena- dijo ella felizmente, recostando su cabeza en sus brazos sobre la sábana-Estaba preocupada por vos. ¿Pero sabes qué? ¡El doctor dice que de seguro este es tu último día aquí! estás casi sana. Fue sólo un pequeño resfriado que se salió de las manos, ¿no es eso maravilloso?- Sonreí para mi y empujé mi cabeza en la almohada-

-Es genial- susurré -No puedo esperar para finalmente estar en casa de una vez-

Hace poco me pegue un resfriado y como costumbre yo no me cuide seguí haciendo todas las cosas que tenia que hacer y termine en el hospital por que ya se daran cuenta los amigos que tengo son unos exagerados . Vivo en las afueras de la ciudad en una gran casa de playa. Tiene una perfecta vista del océano, llenándome con el maravilloso y fresco aire salado. Desde que terminé la universidad inicié mi propio negocio, el piso principal de mi casa era una panadería. Hacía platos especiales y hacia comida para grandes fiestas. Rocio era mi socia, de hecho, ella preparaba comida para las funciones con el resto de nuestro equipo.

Vi como candela vetrano martinez y pablo vetrano martinez, gemelos y nicolas riera mi mejor amigo desde pequeños casi un hermano entraban al cuarto, sonriendo y saludándome. Ellos eran dos de mis mejores amigos, y los mejores meseros. Pablo y rochi habían estado saliendo por unos pocos años, y sabía por buenas fuentes que pronto él le iba a proponer matrimonio. Yo no podía esperar nada menos. Habían tenido amores desde la secundaria y ahora, a los 23, estaban más que listos para estar juntos.

-Entonces- dije, estirándome bastante -¿Cuál perdedor de ustedes me va a sacar de este lugar?- Todos se rieron y cande se sentó a los pies de mi cama.

-Es bueno que te estés sintiendo mejor, lali. Tenemos una fiesta anotada para esta noche- Sonreí- tenemos joda ¡!!!!

-OHhh, ¿qué es esta vez? ¿Feliz 50 aniversario? ¿cumpleaños ? ¿ despedida? - pablo dio una risita y enlazó sus dedos con los de rochi-

-Es una fiesta en una oficina. Retiro o traslado. No tengo idea. Nosotros simplemente servimos la comida- Me senté en la cama, sintiéndome completamente rejuvenecida, lista para asumir lo que sea que ellos necesitaran que hiciera. Justo en ese momento un doctor entró.

-Ahora lali, se que te estás sintiendo mucho mejor, pero aún necesitas descansar, ¿está bien?-. Asentí con una sonrisa amplia, poniéndome mis zapatos -Cuando salgas a tu balcón quiero que estés abrigada todo el tiempo. Debemos evitar que te enfermes, lo que mejorará tu sistema si puedes mantenerte saludable por más tiempo, ¿está bien?

-¡Por supuesto!- Exclamé con una risa, poniéndome mi chaqueta -Nos hablaremos algún otro día Dr. Kant

Pablo me condujo a casa mientras rochi y cande comenzaban con las preparaciones para lo que necesitaríamos en la fiesta de la oficina.

Abrir la puerta de mi casa de playa me hizo más feliz de lo que había estado en un buen tiempo. Enrollé mis mangas, dirigiéndome directo a la cocina. Trabajamos por horas, preparando todo a la perfección, y entonces, miré como ellos se ponían en marcha en la van del servicio de comidas hasta la fiesta, dejándome para hornear los panes y las galletas del siguiente día.

Una vez tenía una pequeña cantidad terminada y en el horno, tomé un sorbo de agua fresca y me enrolle en una sábana, sentándome en una silla en mi balcón. Miré fijamente hacia el océano, mis pies apoyados contra el pasamano y de repente, me sentí tan sola... Me di cuenta que estaba viviendo en solo una ciudad de las millones a través del mundo. Que, a través del océano, había un continente entero, lleno de gente que estaba viviendo su vida como lo hacían casa día. Aquí estaba yo, sentada SOLA, mientras mis amigos se encargaban de mis negocios. Y eso estaba solo parcialmente bien conmigo.

Sentí ganas de hacer algo espontáneo. Algo que no necesitaba contarles a ellos. Entonces, mirando las olas rodar en la playa y la luz de la luna en el agua, recordé un día en la secundaria. Una de mis compañeras de clase había entrado con una carta desde Francia. Una carta en respuesta a su mensaje en una botella.

Salté de mi asiento. Esto probablemente no funcionaria y no tenía idea de cómo hacerlo pasar la marea, pero era algo que quería hacer. En una hoja de papel escribí mi dirección y comencé mi carta. Escribí sobre mi resfrió de hace unos días , mi trabajo, mi casa. Escribí sobre mis amigos y mayormente, escribí sobre mí. Mis ideales, lo que pensé que le iba a pasar a esta carta.

A kilómetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora