Conducimos por unos pocos minutos a través de la ciudad. Una vez salimos, caminamos por un rato, Piter sostuvo mi mano y la puso en el bolsillo de su abrigo para mantenerla caliente. Mis mejillas estaban rojas, pero no sólo por el frío. Podía ver una gigantesca rueda de la fortuna blanca acercarse hacia nosotros. Eso me robó el aliento.
-¿Le temes a las alturas?- Preguntó Piter, el humor evidente en su voz. Me giré hacia él y rodé mis ojos.
-¿Qué es eso?- pregunté sin aliento.
-Eso, cariño, es el Ojo de Londres. ¿Te gustaría ir dar un paseo- Mis ojos salieron disparados hacia su cara, bien abiertos por la emoción.
-¿Estas hablando en serio? ¿Podemos montar en esa cosa?- Él simplemente se rió y tomó mi mano, caminando hacia el encargado. En cuestión de unos momentos estábamos dentro con otras pocas personas, haciendo nuestro ascenso hacia la cima. No puedo describirte en palabras la belleza de Londres desde esa altura. Había luces en todas partes. Podía ver la torre del Reloj, los edificios del parlamente, todo. La ciudad entera esta iluminada para que la viera, y una vez alcanzamos la cima, simplemente me robó el aliento. Quedé con la boca abierta y deje salir un suspiro, mis ojos deambulaban sobre todo lo que pudiera ver.
Piter dio un paso cerca de mí y enredó sus brazos a mí alrededor, mi corazón entró en horas extras.
-¿Te gusta mi cuidad?- él preguntó. Yo asentí y sonreí, colocando mi cabeza contra su pecho.
-Esta es una de las cosas más bellas que he visto,. Gracias Piter- Él sonrió y buscó mi cara por un momento. No puedo decir exactamente que estaba pensando, pero hizo bien a mi corazón verlo mirándome de esa forma, aquí arriba, en la cima del mundo
El calor contra mi pecho. Mi nariz y mi boca escondidas en el arco de su cuello, su cabello haciendo cosquillas a mis párpados. Mi brazo alrededor de su cintura, su mano sosteniendo la mía firmemente contra su estomago. Esos eran los mejore sentimientos en el mundo. Me quedé dormido así, y era mucho mejor despertar de este manera. Exhalé y me permití ponerla más cerca, robándole un beso en su dulce cuello. Lali suspiró contenta y se giró en mis brazos. Estaba sonriendo, empujándose en mi pecho aunque sus ojos aún estaban cerrados. Los míos estaban parcialmente abiertos, pero sonreía ampliamente mientras ella envolvía sus piernas entre alrededor de las mías y de hecho su mano deslizaba un poco hacia arriba la camisa en mi espalda. Me quedé sin aliento, pero saboreé el sentir sus manos contra mi piel.
Respiré profundamente. Los ojos de Lali revolotearon abiertos, mirándome. -Buenos días- murmuró, sus labios curvándose en la sonrisita más dulce. Le mostré una amplia sonrisa.
-Buenos días- murmuré, envolviendo más fuerte mis brazos a su alrededor. Ambos nos relajamos, sintiéndonos completamente cómodos en los brazos de casa uno. El olor de su cabello era fuerte en mi nariz y abrí un ojo, mirando la luz que se colaba por la ventana y el tiempo centellando en mi reloj.
A pesar de que ya había hecho planes para hoy, realmente no quería ir a ningún lado. Estaba completamente bien con quedarme recostado en sus brazos por el resto del día. Lali suspiró de nuevo, sus labios rozaron ligeramente mi clavícula y eso envió mi corazón a volar.
-¿No se supone que íbamos a hacer algo hoy?- murmuró media dormida ..
Lali comenzó a sentarse, pero con gemido y un llorón "no", la jale hacia atrás, sosteniéndola fuerte en mis brazos.
Lali se rió en mi pecho y se recostó ahí, casi encima mío, mi brazo alrededor suyo, simplemente mirando al techo. No podía hacer más que sentir que Lali simplemente... encajaba ahí, en mis brazos, justo a mi lado. Es como si fuéramos dos mitades que estaban destinadas a estar juntas. Y si, tan cursi como pudiera sonar, se sentía perfecto. Por eso hoy era el día en que planeaba decírselo. No podía soportar el estar aquí, viendo cuan bella e increíble era y no ser capaz de hacer algo sobre ello. Le quedaba un poco más de una semana e iba a decirle exactamente que estaba sintiendo y aprovechar al máximo los pocos días que nos quedaban.
-¡Hora del desayuno!- exclamó de repente, saltando de mi y de la cama y escapándose fuera de la puerta hacia la cocina. Refunfuñé antes de dejarme caer al piso, siguiéndola. Había un ruido en la cocina y me apuré alrededor de la esquina, echando un vistazo alrededor ver a Lali sentada en el piso, en frente del horno, luchando para sacar una sartén del cajón. Sus pantalones estaban enrollados hasta sus rodillas. Me reí de ella y se giró para mirarme inocentemente antes de continuar con lo suyo. Abrí la nevera, aún tratando de levantarme, mientras sacaba unos huevos, queso, unas cebollas y jamón. Lali puso la sartén en el fogón, poniéndole aceite y encendiendo el calor mientras comenzaba a batir los huevos. Saqué un cuchillo y comencé a picar la cebolla larga. Lali estaba tatareando para si, tal vez olvidando que yo estaba aquí, por lo que empecé a silbar con ella. Ella se rió, pero continuó tatareando mientras yo comenzaba a picar el resto de comida antes de mezclarla toda y echarla al sartén.
Para entonces, estábamos cantando una canción a todo volumen y bailando alrededor de la cocina aún con pijamas, luego servimos la comida, mientras comíamos y mirábamos la tele en la sala.
-¿A dónde vamos? preguntó Lali cuando terminó su omelet.
-Te voy a llevar a donde mi mamá y mi papá, por la costa- Dije llevando el último pedazo de huevo a mi boca. Lali rió con disimulo.
Pasamos le siguiente hora recogiendo todos los platos sucios y llenando el lavaplatos antes de encenderlo. Pusimos toda la basura junta y la saqué al basurero, mientras se cambiaba.
-¿Nos vamos a quedar por la noche?- me llamó en cuanto entré.
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A kilómetros de distancia
Teen FictionUna historia de amor con la que todos soñamos, aun así estando a kilómetros de distancia el amor de laliter existe. Tan lejos, tan cerca. Cuando estuviste tan cerca de alguien que parecían uno, pensar en la separación es absurdo. Lo ves tan lejos...