Capitulo 18: Frío, aliado enemigo

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Estaba encantada con escuchar su corazón acelerado, pero el simplemente rozaba suavemente mi brazo con su pulgar. No me quedé dormida como planeaba. Mis ojos estaban a medio cerrar, pero estaba demasiado atenta en piter como para ir a dormir. Por lo que cuando la película terminó, me levanté y me estiré, dejando salir un bostezo.

-Creo que ya me voy a la cama- le dije despacito, sonriéndole dulcemente. Piter asintió, respondiéndole a mi sonrisa con otra.

-Creo que yo también- él se levantó y apagó el televisor y las lámparas. Me mantuve de pie cerca de él mientras lentamente caminábamos por el pasillo, se detuvo para recoger sus notas y el escrito y luego nos movimos de nuevo, separándonos dentro de nuestros cuartos.

Media hora después aún estaba bien despierta. Había estado recostada en la cama girándome y cambiando de posición. Eso era completamente raro en mí. Yo era de los que apagan las luces y van directo a dormir. Y estoy bastante segura de que la razón principal por la que no podía dormir era porque no había nadie conmigo. Los sonidos de la calle no eran aterradores, me eran nuevos. Estaba acostumbrada al océano. Y cuando cande estaba aquí, podía caer dormida rápidamente al escucharla hablar, pero lamentablemente para mi, esta desde hace unos días durmiendo en el departamento de vico, al igual que nico. Se valiente, me dije a mi misma. Levanta tu almohada y entra. Dile que no puedes dormir. Respirando profundamente me puse de pie y me moví a mi puerta. Esta no era la mejor noche que pude haber escogido para hacer esto. Mi pijama normal se había ensuciado durante el desayuno, por lo que se estaba lavando. Estaba usando un par de pequeños shorts y una camisa de tiras gris que era sólo un poquito grande. Necesitaba ser cuidadosa. Mi cabello caía alrededor de mis hombros, escondiéndolos al girar la esquina y enfrentar su puerta entreabierta.

piter estaba sentado sobre su cama, usando una agradable camiseta apretada de color azul. Sus piernas estaban cubiertas su portátil estaba abierto , las notas y el escrito a su lado en el colchón. Su cara tenía una mirada de concentración, su cabello desordenado en la cima de su cabeza y estaba usando un pequeño par de gafas rectangulares.

¡Lindo!

Empuje la puerta lentamente. Esta crujió, protestando contra la bisagra, y piter levantó la mirada, sorprendido de verme.

-Lo siento- dije en un susurro -Pero es que realmente no puedo dormir- Él me sonrió cariñosamente y palmoteó el sitio vacío a su lado. Mis labios formaron una involuntaria sonrisa y me moví hacia él, lista para subirme.

-Estaré despierto por nos minutos más. Si quieres puedes coger algo para leer, tal vez te canses-

Él señaló hacia el estante que cubría una pared entera de su cuarto, el espacio estaba compartido con una gran colección de CD's y libros. Mordí mi labio para mantener mi sonrisa a raya y salté hacia el, buscando en el lomo de los libros por un título que tal vez me fuera familiar o convincente.

Pude sentir los ojos de piter en mi todo el tiempo. Estoy segura que esto era inesperado para él, al igual que para mi. Saqué uno de mis recientes favoritos, uno del que había estado hablando emocionada con quien me escuchara. Estaba sonriendo felizmente como caminaba alrededor de la cama de piter y me subía, jalando sus perfumadas sábanas alrededor mío. Me apoyé de la misma manera que él contra el cabecero y abrí el libro.

Los dos hacíamos un buen par. Una hora después piter bostezó y apagó su laptop justo cuando yo iba a mitad de novela y mis ojos comenzaban a debilitarse. Marqué el libro con un pedazo de papel que él había dejado de lado y lo puse en la mesita de noche, apagando la luz y cayendo bajo los cobertores. Piter Recogió sus notas, colocándolas en orden y poniéndoles un portapapeles y luego las dejó caer en el piso. Poco después hubo un ruido seco de sus gafas y la luz se apagó.

Mi corazón detuvo su paso en un segundo. Oh, Dios, ¿por qué decidí meterme en su cama? Estaba temblando por estar tan frío, pero me dije a mi misma que me comportara y me estuviera lejos de él. Sólo tendría que tener debidamente en cuenta cuan rico olía su ropa de cama y cuan bien se sentía su presencia a mi lado. Ambos suspiramos, luego reímos. Me giré hacia él, justo como él hizo hacia mí. La luz de la luna (bueno, de los faroles) a través de la ventana golpeaba sus rasgos perfectamente, iluminándolo simplemente para que yo lo viera. Podía ver sus párpados cerrados, el arco de su nariz y la curva de sus suaves labios. Suspiré y mi cuerpo se sacudió por el frío.

-¿Estás bien?-preguntó gentilmente.

-Me estoy congelando- dije despacito y con una pequeña risa.

Mis piernas se rozaron la una con la otra para tratar de sacar algún calor de ellas. Entonces lo sentí. Sus piernas se entrelazaron con las mías y me jalo hasta su pecho, envolviendo sus brazos alrededor mío. Mis brazos se movieron alrededor de su fuerte pecho e inhale profundamente, su olor era increíble.

-¿Esto está mejor?- Su voz era ronca y baja.

No confiaba en mi misma para hablar. Mi corazón estaba fuera de control. Asentí y descansé mi cabeza contra él, justo como él recostó su cabeza en mi cabello y así caí pacíficamente dormida.

En la mañana pude sentir el pequeño frío en mi pecho. Estaba respirando por la boca, casi babeando toda la almohada de piter, y tosí fuerte y de modo incontrolable. Mi nariz estaba caliente y tapada. No debí haber hecho tanto turismo. Escuché un crujido desde la puerta y miré para ver a piter entrando, una bandeja en sus manos y una amplia sonrisa en su cara.

-Buenos días hermosa-dijo gentilmente. Me senté y él situó la bandeja en mis piernas. Había huevos, tocino, tostadas e incluso jugo fresco de naranja. Sonreí ampliamente y. -Te dije que siempre te iba a llevar el desayuno a la cama, ¿cierto?-

-Gracias piter-dije. Podía escuchar la congestión en mi voz. Sus cejas se arrugaron al verme.

-¿Te sientes bien?- me preguntó sentándose a mi lado y poniendo una mano en mi frente. Lo miré a los ojos mientras él miraba seriamente. Mis ojos estaban centrados en sus labios, comencé a mirar fijamente. Salí de esa linda vista y comencé a comer.

A kilómetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora