Su corazón golpeaba desesperado... los ojos de Kagome seguían cerrados y ella no respondía a sus llamados, la apretó contra su pecho en un abrazo y por primera vez, con miedo... no... no quería perderla.
—¡NO... KAGOMEE!— gritó amargamente cuando el frío fue el que invadió la, antes tibia, piel de la joven que amaba... la alejó para verla y el rostro de la chica se ladeó sin vida… sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas y su ser de odio… volvió a apretarla contra su pecho y sostuvo su cabeza para pegar su frente a la suya… —…esto… no se va a quedar… así…— le juró amargamente.
Besó una última vez sus fríos labios... mantuvo el contacto unos segundos, los de él temblaron al dejar los delgados de ella… dejó su cuerpo con sumo cuidado en el destrozado suelo y su mirada se llenó de rabia… su rostro se encontraba desfigurado en odio y rencor… dio un par de pasos y se inclinó a recuperar su alabarda… la sostuvo entre sus manos y la empuñó con fuerza…
—¡Eres un maldito cobarde!— gritó y corrió a un punto específico en la obscuridad del bosque que los rodeaba… la voz ronca y dolida del guerrero estremeció a más de uno… cortó un gran árbol y con él, un Naraku destrozado se vio forzado a salir…
—Mph… ya veo que después de todo… eres tan vulnerable como cualquier humano.— se burló el que fue un poderoso demonio.
—Juro que te mataré— amenazó mientras ambos se enfrascaban en una batalla personal. Bankotsu lograba partir en varias partes su cuerpo y él, dificultosamente lograba regenerarse…
Un viento helado recorrió el lugar… y mientras la lucha del joven ex líder y Naraku se veía a lo lejos y con notoria ventaja para el guerrero, los compañeros y amigos de la delgada sacerdotisa se reunían a su lado…
El rostro lloroso y ensangrentado que Sango mostraba, mientras sostenía a un Miroku débil y herido, dejaba ver lo consternada y dolida que se encontraba… apenas momentos atrás había visto el cuerpo de su pequeño hermano caer sin vida frente a ella… y ahora… ahora se acercaban a donde la chica a quien consideraba una hermana se encontraba muerta…
—I-Inu…yasha…— mencionó débilmente el joven monje, al ver a un destrozado peliplata avanzar y arrodillarse frente al cuerpo de la joven del futuro.
Kouga no podía caminar, y se sostenía del tronco de un árbol para no caer… sus pupilas estaban contraídas y no podía creer que Kagome hubiera muerto… y menos sin saber que iba a tener un hijo… el maldito de Naraku había llegado para destruir sus vidas. ¿Por qué ella?
Kaede sostenía en brazos a un dormido kitsune, que seguro sería destrozado por la noticia cuando volviese en sí… esa joven niña había pagado con su vida el enamorarse y estar ligada a la perla. No era justo.
El mayor de los peliplatas veía el cuerpo inerte de la joven, siendo sostenido entre los brazos de su menor hermano… no había enviados del inframundo… no había nadie a quien matar… el alma de Kagome debería encontrarse en otro lado… no había nada que rescatar… esta vez, su espada, no servía de nada.
Kikyo observó el rostro estupefacto de Inuyasha mientras sostenía a su reencarnación… no pudo ni sonreír amargamente… esa niña, al final… irremediablemente, había seguido su mismo destino. Se enamoró… pero a diferencia de ella… Kagome murió amando. Murió por proteger la vida de la persona que amaba. Entendió cuán diferentes eran.
—Ka-gome…— la nombró sumido en el más profundo dolor que podía experimentar… —…no…— la apretó contra su pecho y su roja sangre se perdió en el rojo de su ropa —… no puedes morir… no irte así…— volvió hablar con voz ronca por el llanto que comenzaba a desbordarse de sus ojos.
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Más que el destino
FanfictionKagome se había enamorado de Inuyasha prácticamente desde su llegada al Sengoku. Durante la batalla en el monte de las ánimas, es que ella descubre que sus sentimientos están muy lejos de ser correspondidos. Escuchar de la voz del peliplata que esta...