epílogo

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-¡Vamos, apresúrate!- exigió una pequeña niña pelinegra de unos seis años de edad aproximadamente.

-Que no... que tengo sueño...- mencionó un delgado niño apenas unos años mayor a ella. Él había estado durmiendo hasta el momento que su hermana había entrado abruptamente a su habitación.

-No seas flojo... si no lo hacemos ahora, se van a despertar...-insistió la pequeña mientras le arrancaba de las manos la delgada manta con la que se cubría.

-Nos lo tienen prohibido, ya deja de insistir...- alegó el niño mientras se sentaba y tallaba uno de sus ojos azules.

-¡Que no!... estoy segura que no es tan peligroso... ¡tienes que ayudarme!- ordenó y lo jaló de la mano con ella, el pequeño la siguió a pasos torpes.

-Mei, mamá se molestará...- mencionó cansadamente el niño mientras bajaban por las escaleras.

-¡Cállate!... ellos tienen la culpa, si nos dejaran hacerlo, no lo haríamos a escondidas-volvió a mencionar firmemente la pequeña pelinegra y de fríos ojos azules.

El pequeño suspiró cansadamente, adoraba a su hermana, pero a veces era tan necia y terca, como su madre aseguraba que era su padre... sonrió al darse cuenta que era cierto.

Kou, era el primer hijo nacido de Bankotsu y Kagome, él era idéntico a su padre, solo le faltaba la marca que le había sido impuesta en su frente y su larga trenza, pero tenía la dulzura de su madre reflejada en los ojos y en cada acto que realizaba. Mei por su parte, era igual a Kagome, pero contaba con la fría y autoritaria personalidad del ex guerrero, sus ojos azules siempre lucían analíticos e inexpresivos, provocando algo de gracia en la pelinegra, pues desde muy pequeña siempre fue así.

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Un molesto rayo de luz que se coló por la ventana dio de lleno en su rostro... Kagome se revolvió incomoda y quiso girarse, pero el brazo enredado en su cintura y el cuerpo semidesnudo del antiguo mercenario pegado a su espalda le impidieron hacerlo.

Se quejó incomoda. Escuchó pequeñas voces que atravesaron la ventana provenientes del patio delantero.

-¿Qué haces?- preguntó adormilado el ex líder, al sentir que intentaba levantarse.

Kagome sonrió al voltear a verlo, su cabello estaba revuelto y abría solo uno de sus azules ojos, todavía con sueño.

-Creo que los niños ya se levantaron...

El moreno se acostó sobre su espalda y la tomó de la muñeca, la jaló y la acotó sobre él para de inmediato invertir posiciones.

-¿No crees que es tiempo de que crezca la familia?- preguntó roncamente a causa del sueño que había pesado en él, y sonrió al notarla tensarse cuando recorrió con una de sus manos su muslo.

-B-Bankotsu...- mencionó débilmente, él la seguía poniendo nerviosa -...ellos podrían venir en cualquier momento...

Él sonrió divertido -entonces seamos rápidos.- sugirió y se abrió paso para resbalar entre sus piernas.

-N-no... sabes lo que harán...- advirtió y trató de apartarlo.

El moreno había dejado de escucharla para recorrer con sus ojos y manos el desnudo cuerpo de la pelinegra debajo de él. Hacía apenas unas horas que le había hecho el amor y ya le apetecía volver a hacerlo. Llevó sus labios a unos de sus carnosos senos y se dedicó a probarla.

Kagome apretó los ojos resignada y rogó que sus hijos no aparecieran, de lo contrario, ambos estarían en problemas... ¿cómo explicarles lo que sus papás estaban haciendo? ... dejó de pensar en ello y volvió a ser consiente del cuerpo de su ahora esposo sobre ella, cuando éste se preparó para invadirla... un intento de sonrisa se dibujó en sus labios al comprender que eso de "ser rápidos" iba en serio.

Más que el destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora