Desperté y miré el techo blanco de mi departamento. Había cambiado tantas cosas que jamás seré la misma que entró a Brooklyn. Me siento tan extraña, tan fuera de lugar y me doy cuenta de que este ya no es mi hogar, por más que había luchado por conseguirlo, ya no era mi hogar. Benjamín se encargó de que esta casa estuviera impecable de nuevo, ya que las manchas de sangre no eran muy fáciles de quitar.
Aun seguían buscandome. Y eso ya ni me importaba, ya varias cosas en mi vida dejaron de importarme, porque claramente no voy a hacer nada con ellas, ni voy a lograr nada. Porque simplemente ya pertenezco a otro mundo, que intente vivir de nuevo como una persona normal es absurdo.
Me levanté y me senté en la cama y el frente de mi cama, me acordó de ese día, en que me defendía del jefe de Sweet Coffee, a quien una vez le llamé amigo.
Es triste ver como he sido tan estúpida y creyendo que todo era bueno a mi alrededor y no todo, las personas.
Miré a mi lado, un Benjamín tirado en el sofá azul dormía placidamente, sonreí. Es el único que a estado ahí para mi desde que nací y aún no se ha quejado para nada. Caminé hacia él y lo zarandeo.
-¿Qué?.- pregunto entre sueños y con notable molestia en su voz.
-ven, súbete a la cama, ahí estarás más cómodo.- murmuré. Una sonrisa se asomó por sus labios.
-wao, ¿quieres meterme a tu cama?, pero ni siquiera me conoces bien.- murmuró, rodé los ojos.
-anda ve, idiota, soy buena contigo y mira lo que me dices.- le dí un zape, este se quejó.-métete a la cama y ya, idiota.
-lo siento.- levantó sus manos y se levanto del sofa, para tirarse a la cama y caer dormido de nuevo, en menos de dos segundos.
Lo miré y rodé los ojos de nuevo sonriendo, me bañé y me puse comoda.

Busqué algo de comer en el refrigerador y saqué jamon, queso y aderezo. Me quedé mirando el jamón y el queso, recordando aquella escena. Cerré los ojos, quitando toda clase de pensamiento de mi cabeza. Preparé un sandwich, miré la hora, eran las 1:06 pm, un poco tarde.
Devoré el sándwich como un animal. Mierda, me hace falta Nikki, tragué con dificultad mi última mordida, recordandola.
Fue un arranque lo de irme de esa casa. Pero ya era hora, no sabía ni que hacía allí, solo ocupando espacio. Veía a todo el mundo feliz, ¿pero yo?, ¿dónde estaba mi felicidad?, aunque pensándolo bien, no sé que me haría feliz en estos momentos. Todas las razones que tenía para ser feliz completamente se fueron y más nunca volveré a ser la misma. Quizás quedé un poco traumada, pero imagínense esto.
Llegues a tu casa después de una noche desenfrenada donde terminaste borracha y en casa de tu amiga y encuentras policias, esperándote para anunciarte que tus padres mágicamente aparecieron muertos en el puente, resultante de un 'accidente automovilístico'. Yo no sabía que cara poner, si reírme o llorar. Me quedé en blanco.
Tiesa como una estatua mirando al oficial, no me lo podía creer, pero si hace un día estaban bien sermoneandome sobre que no llegue tarde y eso. Pero la cosa era que me terminé emborrachando y mi mejor amiga de ese entonces no pudo llevarme a mi casa en ese estado.
Hubiera preferido morir con ellos y no tener que sufrir todo esto. No quiero enfrentar a nada paranormal, ya bastante tengo con mi vida alocada, para que venga otra cosa más encima de mi. No. Ya no puedo más.
La puerta sonó sacándome de mis pensamientos, junté mis cejas, ¿quién puede ser?. Mi corazón se aceleró por varios segundos al pensar que sería la policia o algo así, pero me acordé de que Benjamín había hechizado la casa, en contra de ellos.
Lavé mis manos rápidamente y las sequé con el trapo de la cocina.
Caminé hacia la puerta y giré la perilla lentamente, abriendola, encontrándome con...
-Tanner.- susurré.
Este se le veía una cara de sufrido. Tenía los ojos rojos y estaba... demacrado. Tenía ojeras, barba crecida y el cabello sin recortar.
-¿estabas en una isla desierta?.- se me salió la pregunta al ver su fachada. No me respondió, solo caminó hacia mi y me abrazó, tapandome con su alto cuerpo. Sentí que lloraba.-¿Qué pasa?.- pregunté.
-perdóname Jo, perdóname, no sabía donde tenía la cabeza.- su llanto iba en crecimiento. Puse mis pequeñas manos en su gran espalda y lo acaricié. Tal vez le dije que nunca me volviera a buscar, pero verlo así me partía el alma.
-pasa.- susurré, este se apartó y asintió cabizbajo, comenzó a caminar hasta el taburete sentandose en una de las sillas, lo miré mientras lo hacía. Estaba encorvado y no vestía su ropa de negocios o elegante como siempre lo hacía. Estaba vestido, que parecía un vagabundo, pantalones anchos, camisas de cuadros vieja, unas botas desgastadas y una chaqueta de tela más grande que él. Oh Dios, ¿qué le habrá pasado?. Cerré la puerta detrás de mi, mientras me recargaba en ella, observando el panorama, dí un respingo en la puerta para levantarme y caminar hacia él, me senté en la silla que estaba a su lado.
Lo miré. Su flequillo largo tapaba su rostro.
-cuentame.- murmuré despacio. Me miró con esos ojos verdes hermosos.
-todo este tiempo, he sido infeliz.- era primera vez que veía llorar a Tanner.- me dí cuenta de que el peor error que cometí en mi vida completa fue hacerle caso a mi madre e intentar casarme con esa mujer.- limpió sus lágrimas violentamente, miré mis manos.
-Anne Fisher.- murmuré sin mirarlo.
-si, ella misma.- me miró, alzó su mano y acarició mi mejilla lentamente.-lo que hice no tiene perdón.- lo miré.
-tienes razón.- comenté, bajó la mirada.
-¿Qué tengo que hacer para que me perdones, Jo?.- preguntó.- haré lo que sea.- se levantó de la silla, acercandose a mí, lo miré desde abajo.
-te perdonaría Tanner, ¿pero qué ganarás con eso?.-pregunté, juntó sus cejas.
-¿no vas a volver conmigo?.-preguntó, yo suspiré mirando todo, menos a él.
-ya no perteneces a mi vida, Tanner.- murmuré.
-¿Q-qué?.- caminó rápidamente por el pasillo y luego volvió, nervioso.-no comprendo.
-mi vida es distinta ahora, Tanner, yo solo te podría ocasionar daño.- era la puritita verdad.
-¿Cómo?, no, por favor, no me eches de tu vida, he abandonado todo por ti, Jo.- abrió sus brazos derrotado.
-pero tú me abandonaste primero a mi, Tanner.- alcé la voz.
-perdóname, ¿sí?, mira como estoy, nunca he dado más asco en mi vida. Estoy volviendo porque nunca me he sentido más arrepentido. Tú eres la mujer de mi vida, te amo con toda mi alma, tanto que volví, dejé todo, las finanzas, el dinero, todo.- el llanto volvió a aparecer en sus ojos. Y era todo verdad, me limpié varias lágrimas traicioneras.
-pero, primero tengo que contarte varias cosas.- me prestó atencion.- no quiero que pienses que estoy loca y si tienes alguna duda, solo pregunta, te responderé todo.- musité. Él asintió.- soy alguien perteneciente a una raza... soy una cazadora.

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Opuestos (Two Souls #1)
Vampire- No me mates - murmuré - No le he hecho nada a nadie. - Será rápido, me han mandado y si no lo hago, me matarán a mí. - No es justo, yo no he hecho nada malo, por lo menos explícame porqué. - No te voy a decir nada, yo sólo cumplo órdenes.- rugió...