- No me mates - murmuré - No le he hecho nada a nadie.
- Será rápido, me han mandado y si no lo hago, me matarán a mí.
- No es justo, yo no he hecho nada malo, por lo menos explícame porqué.
- No te voy a decir nada, yo sólo cumplo órdenes.- rugió...
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Las risas me despertaron, empuñé los ojos quejandome. Me senté en la cama y suspiré, las risas no cesaban y me molestaba por que no me dejaban dormir. Abrí los ojos y me sorprendí al ver unas fotos pegadas a mi techo. Abrí los ojos desmensuradamente y miré a mi alrededor, y en vez de la espaciosa y vacía habitación de piso marrón y tapizados azules, había una habitación de colores alegres y vivaces. Había fotos de mis antiguos amigos en todos lados, sacando la lengua, haciendo una que otra mueca, divirtiéndonos, fotos con mi familia. El estante de mis libros y lo organizados que estaban los susodichos, la puerta del baño blanca estaba semi abierta y de ahí salió mi perro. Betho. Saltó encima de mi, no comprendía nada, ¿estaba soñando?, eso creo. Las risas se escucharon de nuevo. Cargué a Betho entre mis manos y bajé por las escaleras, mirando las fotos colgadas de mis padres y mías. Las acaricié. ¿Qué estaba pasado?, bajé despacio y entré a la cocina. Un trozo de harina pegajosa salió volando hacia mi, pero se pegó en la pared. Mis padres miraron hacia mí. El cabello rubio de mama estaba enmarañado y sus ojos verdes brillaban, rió al verme. Su hermosa risa, quería llorar. La estaba viendo, a sólo unos pasos mios, papá tenía otro trozo de harina en su mano.
-nuestra niña se despertó, lo siento, no queríamos hacer ruido.- se disculpó, caminó hacia mi y me dió un beso firme en la frente, cerré los ojos por un momento. Me abrazó por los hombros y me guió a sentarme en la isla de La cocina.
Mi madre sonrió nuevamente.
-que grande estás, bebé.- susurró mientras acariciaba mi cabello. Betho me miraba como si tuviera mucho sin verme. No dejaba de lamer mi mano, lo acaricié.
Papá me abrazó.
-¿esto es un sueño?.- pregunté, mi madre se acercó a mí y me acarició la mejilla, asintió y sonrió.
-no quiero que estés más triste por nosotros cariño.- mi padre me frotó los hombros, dándome apoyo, cerré los ojos tratando de contener las lagrimas.
-es imposible.- expliqué, dejando que las lagrimas cayeran.
-oh no, pequeña, no llores más por favor, no sentimos mal al no estar contigo pero debes de ser fuerte.- papá me limpió las lagrimas, observé sus ojos azules brillantes y esas arrugas atractivas que se hacían en su frente y sus ojos.
-¿cómo?, si de repente ustedes aparecieron muertos, yo apenas casi iba a cumplir los 16, era una niña, no podía lidiar con el dolor.- el dolor me reprimió los sentidos.
-pero miranos.- interrumpió mi madre.- Ashton y yo estamos aquí, visitandote, ¿no estás feliz?.- preguntó.