Capítulo 10

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—maldito— susurro

—¿Qué dijiste? — susurra en mi odio.

—M-A-L-D-I-TO — deletreo, mirándolo furiosa

—me encanta cuando te enojas, te ves preciosa — susurra, haciendo que me estremezca.

Entramos al cuarto de antes, esta tal y como lo recordaba el mismo hombre la misma maldita silla, las esposas todo está igual hasta la puta máquina esa, me conduce directo a la silla.

- no ni loca vuelvo a esa silla- intento retroceder, me giro y quedamos frente a frente, así que tomo mi oportunidad y le pego en su anaconda.

El gime del dolor — idiota caíste de nuevo ja ja — me giro para salir sin embargo el me toma del tobillo y me hace caer — no esta vez — se acerca mi lo pateo y cae de espaldas me levanto lo más rápido que puedo y salgo de allí veo al jefe por así decirlo me intenta golpear en el pómulo pero me hago para atrás y no logra hacerlo seguimos en una interminable guerra hasta que alguien me coge por la espalda y me abraza me intento zafar más no puedo.

—déjame... déjame — grito mientras me sientan en esa silla, pero esta vez no solo me dan choques eléctricos, sino que también el jefe me golpea como si no hubiera un mañana. La diferencia es que ahora no está el idiota del ojiazul para salvarme.

—ya para por favor— digo casi sin voz, todo me duele.

—¿Qué dices no te oigo? —responde el jefe, acercando su oído a mi boca.

—que pares — respondo un poco más alto, pero sin fuerzas.

— ¿Cuáles son las palabras mágicas? — cuestiona con malicia.

—para, además de hijo de puta malparido, eres sordo, el paquete completo -rio entre dientes

el me da un golpe que me hace sangrar el labio — crees que me dolió eso, pegas como un bebe — replico enojada. 

—¿Cómo te atreves? — cuestiona furioso, mientras siento otro golpe impactar contra mi estómago.

— perdone majestad — me agacho en forma de reverencia o bueno algo a si ya que estaba sentada. Soportando todo el dolor.

— no te enseñaron a respetar niñita— toma mi rostro con una de sus manos apretando mis cachetes. Duele.

—no a malnacidos como tu — le escupo en la cara.

él se limpia la cara — ¿Dónde están las putas claves? si tu padre no las trae pues morirías—sonríe

— que idiota que eres ¿aún no lo entiendes? — ahora soy yo la que sonríe.

El me mira confundido, intenta darme otro golpe, pero antes de hacerlo.

Exclamo —las claves ya no existen, el día en que me secuestraste las eliminaron de la faz de la tierra — digo riendo

— ¿Qué acabas de decir? — gruñe poniendo sus nudillos blancos por la presión que estaba ejerciendo

— así como lo oyes igual no te las darían si existiesen, es una orden de arriba— replico satisfecha, por ganar este round. 

—entonces ya no tiene caso que vivas— me apunta con un arma.

Mierda. 

Luego oigo el sonido sordo de un disparo, segundos después voy perdiendo poco a poco la conciencia.

— llévensela y déjenla en algún lugar desolado, igual morirá por desangrarse — ordena, solo cierro los ojos y siento como me cargan

me levanto por los rayos del sol y siento un gran dolor en mi lado izquierdo veo que toda mi camiseta esta manchada de sangre y que no para de salir así que me lo saco y hago presión en ese lugar camino como puedo y veo un auto pasar le hago señas para que pare este se detiene ya no aguanto más y pierdo el control de mis piernas caigo y es lo último que recuerdo.

Mi SecuestradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora