El Inicio de la aventura

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Había tenido bastantes horas para memorizar toda una serie de prácticas y maestros del ilusionismo

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Había tenido bastantes horas para memorizar toda una serie de prácticas y maestros del ilusionismo.

Si era el mejor ilusionista de todos los tiempos debía parecer que controlaba del tema hasta grados inusitados. Que era un auténtico y legítimo discípulo de los grandes ilusionistas humanos. De personajes como Beni Hassan, o Harry Houdini. No era difícil para mi memoria recordarlo todo. Al fin y al cabo, una vez uno ha logrado memorizar el Sagrado libro de la Magia Blanca de Abramelim el Mago, el resto parece una broma de mal gusto para su capacidad de retención.

Me despedí de Nahk en una estación de transporte público que llevaba de las afueras de Sídney hasta el pequeño pueblo no muy lejano en donde íbamos a vivir. Pasé cosa de una hora maldiciendo el transporte público local. Y tras utilizar el móvil por primera vez empleando lo que los humanos llamaban señal GPS, logré ubicarme en Kurnell y llegar a la calle Captain Cook, en la que no mucho después me encontré frente a una gran casa precedida por un jardín enmarcado con setos, y flanqueada por dos enormes árboles. Estaba cerca de lo que el GPS me designaba como un entorno natural de primera categoría: la Reserva Natural de Kamay Botany Bay, en cuyos bosques ya tenía ganas de adentrarme, aunque nada tenían que ver en apariencia al salvaje Norte. Observé de nuevo a la casa. Era una de las casas más apartadas de la urbanización, en las últimas manzanas construidas, que casi lindaba con una explanada tras la que iniciaba el parque Natural. Estaba un poco más en lo alto que las demás dado que la calle era inclinada, y desde ella se divisaría el perímetro cercano de la costa, además de la zona boscosa.

SLADERS (I). UN CAMINO BAJO LAS ESTRELLAS [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora