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Desastre

Cassie tenía siete años cuando Alexander decidió jugar una última carta.

Quería ponerle fin a la disputa entre ambos, quería recuperar a su amada esposa, devolverle la sonrisa pérdida.

Cassie escuchó atentamente su plan y lo aplaudió por su gran idea. Le gustaba sentir que su padre amaba a su madre por mucho que ella lo detestara.

Ella trató de ayudarle lo más que pudo e incluso intentó hablar con su madre. Esperó una reacción brusca, que la echara con la mirada o algo similar pero no lo hizo.

Pauline se mostró tranquila, sobretodo porque Alexander no estaba cerca, hasta la subió a su regaso y le peinó el cabello.

Cassie era feliz, su madre había vuelto a verla con algo parecido al cariño, no se parecía al trato tan amoroso que le brindaba a los mellizos pero se conformaba con eso. Se conformaba con la pisca de esperanza que había.

Quizás el matrimonio de sus padres aún se podía salvar. Eso quería creer.

Ese mismo día, Pauline aceptó la propuesta de Alexander de salir a pasear juntos como familia, cenarian afuera y verían una película.

Todo iba de maravilla, todo era perfecto.

Hasta qué esa mujer apareció.

Todo el avance que se había logrado se esfumó en cuestión de segundos.

Frente a ellos estaba "la mujer", la dichosa perra con la que su padre había engañado a Pauline.

¿Cómo lo supo?

El rostro de su madre lo dijo todo.

Parecía una escena de película, donde la villana robanovios aparece para arruinar todo. Y eso, definitivamente, lo era.

Alex le dio un balón a Chris, el mayor de los mellizos, para que jugaran mientras ellos hablaban.

Los mellizos estaban muy inmersos en su juego, pero Cassie podía oír los gritos de Pauline. Podía sentir el nudo en su garganta y como la esperanza se desvanecía lentamente.

Los mellizos comenzaron a pelear por el balón y Cassie se los quitó.

—¡Dámelo! ¡Balón mio!— exigió Chris.

—No, porque se están peleando. No deben pelear, deben compartir.

—¡No! ¡Balón mio! ¡Clara fea! ¡Cassie fea!

Chris estaba molesto y Clara también. La lucha de sus padres no sólo le había afectado a Cassie sino a todos.

Fue un segundo de despiste. Solo uno y fue suficiente.

Chris le arrebató el balón a Cassie, empujó a Clara y lo lanzó hacia la calle.

Cassie vio en cámara lenta como su pequeña hermana se ponía de pie y corría hacia el balón.

Y luego, se hizo el silencio.

El diario de RavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora