Venganza
Sentí tanta rabia, tanta desesperación y tanto odio en solo unos instantes, que no pude resistir más y Cassie tampoco.
Escuche sus palabras claras como el agua: «se acabó, ya no más»
Acto seguido, sentí como me era cedido el control. Fue la única vez que Cassie me dio permiso para estar en su lugar y no tuve que hacerlo por la fuerza.
Cuando me hice con la luz, tome una profunda respiración, ignorando el hedor de la ropa sucia que llevaba puesta, y deje que todo fluyera.
De un instante a otro, las risas cesaron y sólo se escuchó un fuerte estruendo. Todas las miradas se dirigieron al celular roto en el suelo.
—Si no quieren que le suceda lo mismo a cada uno de sus teléfonos, les sugiero que borren las fotos. —amenacé.
Los vi tensos, indecisos, no parecían ser malas personas, simplemente se habían dejado influenciar. Aún así, no me importaba, el daño estaba hecho.
—¿Qué demonios haces?—gruñó la líder de las rubias teñidas y yo le lancé una mirada asesina—¿Crees que te harán caso? ¡Hueles a estiércol! Además tendrás que pagar mi celular.
—Oleré a estiércol, pero no soy estiércol como tú.
Escuche como la rubia seguía abriendo su boca de pato para insultarme o intentarlo, pero no me importaba. Nada de lo que dijera cambiaría lo que tenía pensado para ella en ese momento.
Mientras parloteaba, me di vuelta y mire fijamente a cada uno de los presentes. Por inercia o por instinto de supervivencia, entendieron que no debían quedarse. Yo no era la misma chica a la que habían visto seguir a las rubias, no. Yo era alguien distinta, más fuerte y más letal.
—¿Qué están haciendo? ¡Cobardes!—gritó, pero ya nadie le daba atención.
Nos dejaron solas.
Me voltee hacia ella.
La agarre del cuello de la camisa con una mano. Noté como se ponía nerviosa y empezaba a forcejear.
—¡Sueltame! Seguramente, sacaste lo zorra de tu madre.
Oh, ella mencionó la palabra que no se podría nombrar. Ella me comparó con esa bruja.
—Te arrepentirás de haber molestado a Cassie por tanto tiempo. Tu cerebro sin oxígeno lamentará haberse desarrollado para estar vivo en este momento.
Y, con todo el placer del mundo, dibuje detalladamente mi puño en su rostro.
Las otras dos rubias me miraban horrorizadas. Pude ver como una se hacía encima y la otra retrocedía. Lamentablemente, no estaba en mis planes dejarlas ir.
Así que una vez que imparti el castigo, volví hacia la líder que estaba sentada en el suelo, atontada por el golpe y le pedí "amablemente" que me diera su ropa.
El día terminó con los estudiantes riéndose de la rubia que olía a estiércol y yo volviendo a la oscuridad.
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El diario de Raven
KurzgeschichtenEste es el diario de Raven, la otra personalidad de Cassandra Reyers. En él te va a contar lo que le dio vida, lo que la convirtió en lo que es: un ente oscuro que sólo puede odiar. Ella va a hablar sobre cosas que ni la misma Cassie se ha animado a...