CAPITULO 35

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EN UN CAFÉ

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EN UN CAFÉ...


Ryder se sentía molesto por lo que había pasado en la clínica. No terminarían por completo sus días y noches preocupado de que algo podría haberle pasado al no saber nada de él después de salir del departamento de Burt Mckenna. Esos días buscó la manera de entender todo lo que estaba descubriendo de su hermano. Sus secretos, sus preferencias, el hecho de que le hubiera ocultado cosas importantes después de tantos años en los que estuvieron muy unidos.

Quería entender el motivo que lo había llevado a creer que se sintió atraído a él siendo un niño de su misma edad, quería saber que había tras esa idea completamente fuera de lugar para un niño. Bajó la mirada hacia su regazo, sus ojos se posaron en el reloj sencillo aunque nada barato que se asomaba de su moderna chaqueta. No estaba seguro del porque se decidió confesarse frente a Burt Mckenna su, ahora pareja. Ambos se mostraron más que sorprendidos y confundidos ante sus palabras y cuando él se fue, ninguno de los dos se atrevió a mirarse a la cara.

Ryder pasó una mano por su cabello cada vez más alborotado. Los nervios y la incertidumbre revolvía su estómago cada vez más a tal grado que empezaba a sentir un ardor que bajaba y subía por su pecho hasta su estómago.

Todo era una mierda de caos. Habían pasado muchas cosas que se juntaron a su alrededor a punto de impedirle respirar. En ocasiones la sintió tan grande que le estaba impidiendo mirar más allá de los entresijos en los que se estaba convirtiendo su vida.

Lo que ahora estaba ocupando la mayor parte e su mente era la confesión de su hermano. No había impacto más grande ahora mismo.

Si no hubiera escuchado de su propia voz que alguna vez estuvo enamorado de él, nunca hubiera creído aquella tontería; fue un impacto, si. Definitivamente lo dejó impactado, mientras por su cabeza pasaban recuerdos de los que se negaba a regresar al presente. Uno de ellos era la muerte de su madre de la que siempre culparía a su padre.

Definitivamente su padre, ese hombre insensible que después de sólo unos meses se presentó con Erin y Panther en la puerta de la casa en donde su madre siempre fue la reina y señora. Escondido en un rincón de las escaleras, agazapado esperando que nadie le descubriera fue testigo de la llegada de esa hermosa mujer afroamericana y el niño que mostraba un gran asombro ante el lujo que reinaba en la opulenta casa de la deshecha familia King.

Sus ojos similares se encontraron. Ryder entonces comprendió a que iba el ingreso de esos intrusos. Nadie tenia ese color de ojos tan peculiar, al menos no que fueran cercanos a Frank King. Cayó en su culo incapaz de dejar de mirar a ese niño que ahora lo miraba a él.

Ese momento siempre estaría en su cabeza. No podía evitar pensar que aquello había sido lo que ocasionó que toda esa mierda se hiciera enorme dejando como consecuencia a unos hijos bastante complicados en sus vidas y en su cabeza. Si, estaba seguro que Frank King había abierto una maldita herida que no dejaba de infectarse desde aquel día.

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