EPÍLOGO

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Lena parpadeó cuando la luz del sol entró de lleno por la ventana

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Lena parpadeó cuando la luz del sol entró de lleno por la ventana. Su cuerpo estaba tan relajado como nunca antes en sus veintiséis años. Suspiró y apartó el cabello de su rostro y gimió al sentir dolor en algunas partes de su cuerpo, se levantó cuidando no moverse mucho y pensó en que tal vez estaba a punto de agarrar algún virus.

Sus pies tocaron la suave alfombra y se levantó yendo directamente hasta el baño de la habitación. Dejó caer el delicado camisón de seda a mitad de la distancia hacia la ducha y entró en ella abriendo la llave para dejar que la tibieza del agua relajara sus músculos tensos; levantó la cara hacia el chorro de agua mientras una pequeña sonrisa surgía en su rostro.

Bien podía dejar pasar sus molestias, después de todo no iba a dejar de hacer lo que más le gustaba por no tenerlas, bueno titubeó, lo segundo que más le gustaba. Rió pasando la mano por su cabello escurriendo el agua que seguía cayendo sobre ella.

Un sentimiento de felicidad la recorrió e hizo algunos pasos de baile. Giró sonriente tropezando con un alto y fuerte obstáculo que se metió a hurtadillas en el espacio de la ducha. Un gemido ahogado salió de su garganta y se sostuvo de él para no caer al suelo.

- Alguien esta muy contenta esta mañana - dijo una voz ronca y tremendamente varonil.

Lena se sonrojó mirando el fuerte y musculado cuerpo bronceado y miró hacia arriba encontrándose con ese par de ojos que amaba.

- Me has asustado - reclamó jugueteando con una sonrisa -. Creí que habías salido a correr como todas las mañanas.

- No, anoche hice suficiente ejercicio para al menos dejar de correr por el fin de semana.

Lena se sonrojó una vez más escondiendo su rostro en el pecho cubierto de vello húmedo por el agua tibia. Sonrió entre su escondite y levantó la mirada posando sus labios en esa parte de la anatomía de el hombre que amaba.

Ryder la apretó más a su cuerpo. La joven se sintió relajada a su lado, desde que estaba con él su vida había cambiado por completo; a su lado al fin había sentido que pertenecía a un sitio, no sentía la soledad que por muchos años la mantuvo encerrada. Él la ayudo a salir de aquel encierro. La primera vez que estuvieron juntos la escuchó mientras ambos estaban en la cama abrazados.

- Cuentame sobre tu padre.

Lena  se tensó recargando su mejilla Lena sobre el pecho tibio de Ryder.

- Era un buen padre - musitó suspirando -, me amaba, quizá demasiado. No quería que nadie me hiciera daño, yo creo que por eso no permitía que me separara de él.

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