Antes de entrar se tropezó con la alfombra que estaba en medio del despacho, se levanto como un resorte, a lo que su padre respondió aun estando de espaldas.
—Jobanka tenías que ser—Su tono era burlón.
—Tranquilo estoy bien, además ya está la cena—Le dió un beso en la mejilla acompañado de una sonrisa.
—¡Hay mi amor! ¿Cuando desenrredaras tus pies?
—¡Duh! Cuando las nubes sean de algodón de azúcar.
—Te diría que maduraras pero creo que eso también será algo imposible ¿No?
—¡Exacto Papi!—le da otro beso en la cabeza—Ándale que la cena se enfría y es mi favorita así que vamos.
Su padre le sonrió y se dirigieron al comedor ya solo faltaba Alan y como si lo hubieran invocado apeteció en la entrada principal.
—¡Ya llegué!—Grito al igual que Jobanka cuando llegó—¡Y traje a Mienna!—Jobanka siempre pensó que la chica era tímida, pero tenían una buena relación entre cuñadas y toda la familia la adoraba. Todos se levantaron a saludarlos e invitándolos a cenar a lo que ellos accedieron, Jobanka en ese momento estaba en la cocina, iba con unos vasos de agua pero como siempre no lo pudo evitar, se tropezó con un juguete de los tantos que había regados por toda la casa, para cuando se levanto se dio cuenta que se los había lanzado a Mienna, no era la primera vez por lo que Mienna ya estaba acostumbrada a que Jobanka le embarrara cosas siempre, pero Jobanka se sintió mal y enseguida se sintió culpable.
—En serio lo siento Mienna, discúlpame por favor.
—No te preocupes solo fue agua han sido cosas peores—Mienna rió, como recordando aquellos incidente, pero su risa se vio interrumpida por un comentario.
—¡Por dios! Jobanka deberías madurar, me sorprende que puedas caminar sin tropezarte cada dos pasos, ¡Eres mala para todo! siempre haces torpezas y sales ilesa de todo ¡Es increíble!—Si, las palabras de su hermana le dieron duro, siempre que cometía algo por el estilo solo recibía miradas de desaprobación de parte de Lucy, pero nunca como lo que le acaba de decir, cada palabra las sintió como un balde de agua fría.
—Em, si me disculpan iré a...mi cuarto, de nuevo, lo siento, en serio—Dijo mirando a los ojo a Mienna, ella le dio una sonrisa y se dispuso a correr a su cuarto, no le gustaba que la vieran llorar la verdad es que ella no quería llorar así que se puso a empacar para su nuevo empleo, se vio en el espejo, se secó la única lágrima que se le había escapado y se puso a escuchar música alegre.
Ya que había terminado cerró las maletas y las puso en el suelo, se metió al baño, se ducho rápidamente, se puso la pijama, pensó en dormir pero le dio un retortijón que le avisaba que tenía hambre a los pocos minutos se oyeron unos toques en la puerta, fue a abrir y se encontro un trozo de pastel azteca, sin dudarlo lo tomó y se fue a sentar en su cama a devorarlo, ignorando a los dos individuos frente a ella, después recordó que estaban ahí cuando se sentaron en la cama transcurrida que pertenece a su hermana melliza.
—Lo siento, pero tenía mucha hambre, ¿Ocurre algo?
—¿Estás bien mi amor?—preguntó su padre.
—¿Por qué no lo estaría?
—Pues...Tú hermana—Esta vez fue su madre.
—Tranquilos, tiene razón, pero estoy bien, mantengo la promesa que le hice a mi abuela: Nunca llorar por cosas obvias. Así que si están preocupados, por si estuve llorando y lamentándome, pueden estar tranquilos nada paso, solo empaque ya que mañana empiezo con mi nuevo trabajo.
Sus padres sintieron una inmensa alegría, porque su pequeña está creciendo, algo torpe pero estaban muy felices por ella.
—Mi pequeña, te extrañaremos mucho cuídate ¿Sí?—Su padre la abrazo por un buen rato.
—Claro papi, además vendré a visitarlo los fines de semana o mi día libre, no sé qué día es, ¡Ñe! Yo les aviso—Dijo riendo—Bien, ¿Dónde está Lucy?
—¿Por?—Preguntaron sus padres al unisón.
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LA CUIDADORA
Teen FictionPuede ser, tal vez o no que ya hayas leído alguna historia que trata de que el chico es el niñero de la chica, pasan tiempo junto, se enamoran, bla, bla, bla, final feliz, juntos por siempre y muy bonito ¡Pero! ¿Qué pasaría si fuera al revés? O sea...