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En la comida, Jobanka comió poco con la excusa de que no tenía hambre pero ya en la cena había de todo y se le hacía agua la boca, pero le daba pena que la vieran comer porque con cinco hermanos y cuatro de ellos devoran todo a su paso tenía que ser rápida y atacar, por lo que se sentía rara al tener tanta comida solo para ella, luego se percato de que faltaba Peter, pero no pregunto nada, José se dio cuenta.

—Tranquila, dejo de venir hace casi cinco años a cenar con nosotros.

—En mi familia somos ocho on total y parecemos unos locos al comer—Dijo riendo y se unieron los otros tres.

—Jobanka sabe hacer magia—Comenta José.

—¿Sí?, ¿Por qué no haces uno ahora?—La anima Malena.

—Bien, vean—Todos dejaron de comer para prestarle atención a ella, saco una moneda de su pantalón—Ahora la ven y ahora no—Dijo haciendo un movimiento rápido de manos, le aplaudieron.

—Y ¿Dónde está?—Pregunto Malena.

—Estoy muy segura de que Hall me la robó ¿Por qué lo haces Hall?—Fruncio la nariz pero en broma a lo que él contesto revisando sus bolsillos, efectivamente no la tenía, después Jobanka dijo mientras se levantaba de su silla dirigiéndose a Hall, con los brazos en la espalda.

—Entonces, ¿Qué tienes en la oreja?

Hall se sintió la oreja arriba como si se hubiera colocado una pluma estaba la moneda, todos aplaudieron y siguieron con la cena.

Llevo a José a la cama y se dirigió a las escaleras para entrar en su cuarto, pero se acordó de que no había llamado a su familia así que les llamo ya estando en la cama y en pijama.

Tres pitidos.

~En la llamada~

Mi amor ¿Có...mo es...tás? ¿Te tra...tan bien?

Jobanka casi no podía escuchar porque se cortaba.

Mami, no te oigo le diré a Alan que se conecte por Skype para poder habar.

~Fin de la llamada~

Sin esperar respuesta, colgó la llamada y se dirigió a su computadora, ya que se conecto con su hermano, lo vio muy de cerca de la pantalla.

—¡Ash!...Ya me estaba olvidando de tu asquerosa cara y de nuevo apareces—le sonrió con burla.

—Ja-ja que chistosita, pero yo también te quiero, mocosa—Le dio una sonrisa acompañada de una risa dice.

—Si ya, ¿Dónde están mis padres?

—Aquí bebé—Aparece su padre enseguida de Alan haciéndola sobresaltar un poco junto con su mamá.

—Hola papi—dice lanzando besos a la computadora.

—Padres no se pongan encima de mi yo también quiero hablar con Jobanka—Se queja Alan mientras se retuerce para hacer espacio en medio de sus dos padres.

—¿Jobanka?—Preguntaron a lo lejos y en menos de diez segundos tenía a cinco hermanos y dos padres, todos hablando al mismo tiempo, entonces grito, no muy fuerte, porque estaban en casa ajena.

—¡Oigan!

—Oímos—Dicen todos al mismo tiempo.

—Coloque la computadora en el escritorio y todos pónganse en la cama de Alan para que así los pueda ver a todos—Percataron sus ordenes y después de unas cuantas discusiones de quien toma qué lugar terminaron acomodándose, se pasaron una hora hablando todos hasta que el pequeño Teo se quedo dormido.

—Bien, mañana les hablare a la misma hora, los quiero un millón a todos, adiós—Lanzo besos a la computadora y ellos respondieron.

—Nosotros también.

—Cuídate mucho.

—Te queremos Hermanita—Y cosas por el estilo.

Así paso toda la semana, se levantaba estaba con José, salían al jardín, Peter le lanzaba insultos que no le afectaban en lo mas mínimo y eso a él le molestaba lo cual hacía reír al abuelo, cenar con los Srs. Evans, hasta que llego su día de descanso, domingo.

LA CUIDADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora